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Magnicidio



El magnicidio es el asesinato de una persona importante, usualmente una figura política o religiosa. El magnicida suele tener una motivación ideológica o política, y la intención de provocar una crisis política o eliminar un adversario que considera un obstáculo para llevar a cabo sus planes.

La figura del magnicidio ha sido históricamente la más penada en los diferentes Estados a lo largo de la historia penal. Puede estar tratado como agravante del asesinato, o como un tipo propio. En general, exige que se produzca la muerte de una o más personas determinadas en función de su cargo y se reúnan los tipos de asesinato u homicidio en la comisión del delito.

En algunos Estados la figura queda reducida a la muerte del jefe de Estado. En otros es más amplia, pues incluye al presidente del Gobierno o primer ministro, a los presidentes del Parlamento o Congreso y a la familia de los jefes de Estado, cuando el sistema es una monarquía. En este último caso, se incluye la muerte de los sucesores o herederos directos de la Corona.

El término se ha utilizado también para nombrar los asesinatos de renombrados dirigentes políticos y religiosos, como por ejemplo al asesinato del presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, el presidente del Ecuador, Gabriel García Moreno (en las gradas mismas del Palacio de Gobierno); el vicepresidente de Paraguay, Luis María Argaña, los candidatos presidenciales colombianos Jorge Eliécer Gaitán y Luis Carlos Galán, el candidato presidencial mexicano Luis Donaldo Colosio Murrieta o el líder hindú Gandhi.

El victimario o magnicida no tiene un único perfil. El asesino de los archiduques de Austria en Sarajevo era un nacionalista serbio. El asesino de Trotsky era un agente entrenado para matar que cumplía órdenes de Stalin. Los asesinos de Rabin y de Sadat eran fanáticos religiosos. Los asesinos de García Moreno fueron influidos por ideas políticas.

"El único rasgo común a todos ellos es el hecho de que están seguros de que cumplen con una misión cuyos beneficios justifican el sacrificio".[1]​ Estudiando cada caso, podremos encontrar desde el que actúa en solitario o en pequeño grupo, hasta el complot en el que se coaligan intereses de diferentes grupos de poder, grupos terroristas separatistas o de ideología extremista. Desde el punto de vista psicoanalítico se relaciona el magnicidio con el complejo de Edipo, a cumpliendo el rey o presidente el papel del padre.[cita requerida]

Gandhi, que tenía una percepción realista del peligro de morir violentamente, aporta una reflexión sobre la naturaleza del asesino:

Se pueden establecer varias clasificaciones para los magnicidios, por ejemplo distinguiendo entre los planeados, fallidos y los exitosos.[cita requerida]

Según el nivel de desarrollo:

Por otro lado, se podrían agrupar alrededor del contexto histórico en el que se producen, aunque se presentan algunas dificultades para establecer una clara distinción de períodos. Si se puede señalar el origen, en la segunda parte del siglo XIX, del ascenso de la acción directa, como forma de la vía revolucionaria, en el anarquismo violento y de corte nihilista.

Quizá la más común sea según la naturaleza pública de la víctima:

Los asesinatos o intentos sobre famosos de la cultura mediática (artistas, músicos, comunicadores, deportistas, etc.) no entrarían en esta categoría, al no representar ninguno nada en el Gobierno y vida política. Descartaríamos entonces los casos de Andy Warhol en 1968 o la tenista Mónica Seles en 1993.

Existe un significativo número de recreaciones en la ficción narrativa literaria y cinematográfica basadas en asesinatos históricos de grandes dirigentes políticos y figuras de relevancia pública. Algunas ofrecen el suficiente rigor histórico para ser una fuente interesante para conocer los hechos y el contexto, mientras que también encontramos otras que inventan magnicidios o intentos para personajes ficticios o históricos.

En primer lugar podríamos destacar el cine y la televisión, que sigue o reconstruye con voluntad de fidelidad y sentido de lo verosímil, algunos magnicidios destacados:

Por otra parte, la libertad de la ficción se usa libremente alrededor de un hecho real concreto o construyendo un magnicidio hipotético o, sin reparos, totalmente fantástico. Por ejemplo las novelas El caso Kurílov, de Irène Némirovsky, El agente secreto de Joseph Conrad, El día del chacal de Frederick Forsyth, El hombre de San Petersburgo de Ken Follett y Doctor Guillotina, de Lom Herbert (Novela), o la obra de teatro de Peter Weiss Marat/Sade.



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