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Mantecado




El mantecado es un dulce típico de la repostería española, caracterizado por ser amasado con manteca de cerdo y consumido en cualquier época del año, especialmente en Navidad.

Su origen es andaluz, unos dicen que de Estepa y otros de Antequera. Su popularidad se ha extendido a otras regiones y localidades de España, en las que se elaboran mantecados de calidad como en Rute,[1]Toledo o en la provincia de Valladolid, especialmente los de Portillo y Tordesillas.

El origen del mantecado data del siglo XVI propiciado por el excedente de cereales y manteca de lechón que se daba en esta parte de Andalucía. Existe incluso un antiquísimo fresco que decora el salón de plenos del ayuntamiento de Antequera con una referencia clara a los mantecados que allí se hacían. Todo apunta a que fue allí donde se elaboró la originaria receta del mantecado. Incluso, mucho antes de que empezaran a adquirir fama los mantecados de cercanas tierras sevillanas, las fábricas de mantecados de Antequera eran proveedoras de la Casa Real. [cita requerida].

En aquellos tiempos Estepa tenía una notable cabaña de ganado porcino que pastaba libremente en grandes extensiones de encinar. Los árboles desaparecieron en el siglo XVIII, eliminados por las tropas francesas para evitar que allí se escondieran los guerrilleros y posteriormente los bandoleros. Quedando el paisaje tal y como ahora se conoce; llanura de cereal.

Por esas fechas, ya se elaboraban "tortas de manteca" en las casas del pueblo y en el Convento de Santa Clara, según demuestran sus archivos históricos que nos hablan de los recipientes utilizados en su elaboración.

El inicio de la comercialización del mantecado se produjo a mediados del siglo XIX, cuando el ferrocarril permitió a los obradores antequeranos enviar sus productos a Madrid en una sola jornada.

Unos años después, Filomena Micaela Ruiz Téllez, conocida por el apodo "La Colchona", entregó parte del sobrante de su producción a su marido, que era transportista de Estepa a Córdoba, para que los vendiera en los mercados por los que pasaba. El éxito de Micaela se basó en una mejora sencilla a la par que ingeniosa: secarlos. Gracias a esto, el mantecado resistía mejor el transporte y almacenaje, conservando sus cualidades durante más tiempo como si acabase de salir del fuego, si bien es cierto que perdía en parte la textura suave y mantecosa que posee el producto cuando no se seca.

En 1889 había alrededor de quince casas en Estepa que se habían convertido en pequeñas fábricas y poco a poco se fueron abriendo a mercados cada vez más lejanos. En 2011 se reconoció esta denominación de origen protegida.

Los mantecados se clasifican principalmente por sus ingredientes y forma geométrica. Algunos de los más clásicos[2]



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