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María de Toledo



María de Toledo[1]​ o María de Toledo y Rojas o María Álvarez de Toledo y Rojas[2][3][4]​ (c. 1490Santo Domingo, 11 de mayo de 1549) fue la primera virreina consorte de las Indias por estar casada con Diego Colón, hijo primogénito de Cristóbal Colón, descubridor de América. Nieta del I duque de Alba de Tormes y sobrina del II duque —quien era primo del rey Fernando II de Aragón El Católico— fue la mujer emparentada a la más alta nobleza que pasó a América en el siglo xvi. Además, fue defensora de las libertades de los indios en las Indias Occidentales.[1]

María Álvarez de Toledo fue la hija de Fernando Álvarez de Toledo y Enríquez —el menor de los hijos del I duque de Alba de Tormes, García Álvarez de Toledo y Carrillo de Toledo—, señor de Villorias y Halconero Mayor del rey Fernando II de Aragón, y de María de Rojas y Pereira. María nació alrededor de 1490 o bien, según el autor Carlos B. Vega, en 1479, el mismo año que su esposo Diego,[2]​ y falleció en la ciudad de Santo Domingo, en la isla La Española (la actual República Dominicana), el 11 de mayo de 1549.

En 1508, contrajo matrimonio con Diego Colón, el hijo primogénito del almirante Cristóbal Colón, quien llevó a cabo una de las más importantes hazañas históricas: el descubrimiento de América. Los descendientes de este matrimonio fueron:[5]

El matrimonio llegó a Santo Domingo de Guzmán en 1509. Diego llegó con el título de virrey y almirante de las Indias. Entre 1515 y 1520, durante la ausencia de Diego en la isla, María se hizo cargo del gobierno.[6]

Al morir Diego Colón en 1526, todos sus hijos eran menores de edad. María Álvarez de Toledo, como su viuda, tomó la rienda de la familia y en 1530 decidió retornar a España a seguir el pleito que tenía su marido con el Fisco Real.[7]​ En los años posteriores vivió en España defendiendo los derechos de sus hijos ante los tribunales.

Finalmente el 28 de enero de 1536, el Consejo de Indias le quitó privilegios al heredero, entre estos el diezmo de las tierras de América y el título de virrey, compensándolo entre otros con el ducado de Veragua. Además, María consiguió para sus hijas una renta anual vitalicia de 500 000 maravedís, y para su hijo menor Diego el hábito de la orden de Santiago, además de la renta.

María estuvo ausente de Santo Domingo desde 1530 hasta 1544. A su regreso encontró su hacienda arruinada debido al descuido y los robos de propios y extraños. Murió en el Alcázar de Colón, el 11 de mayo de 1549.

Diego Colón había dispuesto en su testamento de 1523 que los restos de su padre junto con los suyos fueran trasladados y enterrados en la catedral de Santo Domingo. Su viuda María pidió al rey Carlos I de España, por medio de la reina consorte Isabel de Portugal, la concesión de la capilla mayor de la Catedral de Santo Domingo para estos enterramientos así como para toda la familia.

El 2 de junio de 1537, María obtuvo el derecho a favor de su hijo Luis Colón con facultad de llevar allí los restos de su suegro Cristóbal Colón y los de su marido Diego Colón. En 1536 la virreina solicitó a los monjes del monasterio cartujo de Santa María de la Cuevas de Sevilla la entrega de los restos de ambos almirantes. Según documentos del monasterio, ese mismo año se desenterraron y fueron entregados a la virreina. La fecha del traslado de los restos no está totalmente clara; se menciona que fue antes de 1539[8]​ que la virreina María Álvarez de Toledo los llevó consigo en su regreso a Santo Domingo el 8 de agosto de 1544.[9]​En todo caso, cuando María otorgó testamento en 1548, los restos de ambos personajes ya estaban en la dicha catedral. María pidió que su cuerpo no fuera enterrado en la misma sepultura de su marido Diego sino debajo de él, en el suelo de la capilla, junto al presbiterio del altar mayor.

A pesar de las diferentes teorías y fechas dadas por historiadores[10]​ en la exhumación y traslado de los restos de los dos almirantes, se coincide que fue María Álvarez de Toledo la persona que realizó todos los trámites y permisos para cumplir las cláusulas testamentarias de su marido Diego Colón.

De María de Toledo ha dicho el fraile Bartolomé de las Casas que:

También se ha dicho de ella que:



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