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Marco Favonio



Marco Favonio (en latín, Marcus Favonius; c. 90 a. C., Terracina-42 a. C.) fue un político romano. Es recordado a causa de su amistad con Catón, su adhesión al cinismo y su aparición en la obra de Shakespeare Julio César.

Favonio nació alrededor de 90 a. C.[1]​ en Tarracina —actual Terracina—, una colonia romana ubicada en la Vía Apia cerca de donde habitaron los volscos.[2]

Tan pronto como el año 56 a. C. se opuso, junto con Lucio Ninnio Cuadrato, a la Lex Trebonia que prolongaba los mandatos provinciales de Julio César, Craso y Pompeyo.[3]

Con el apoyo de Catón, alcanzó la edilidad entre 53 y 52 a. C.[2]​ Según escribe Plutarco.

Además de obtener la edilidad, alcanzó la cuestura, sirviendo después como legatus en Sicilia.[2]​ Aunque muchos autores clásicos indican que en 49 a. C. sería nombrado pretor, es actual motivo de controversia el que alcanzara la pretura en algún momento entre 52 y 48 a. C. Francis X. Ryan escribió en su artículo The Praetorship of Favonius que la respuesta está en una reunión senatorial en la que Favonio echó en cara a Pompeyo el haber declarado que sólo necesitaba dar una patada en el suelo y comenzarían a brotar tropas diciendo «esta es la hora de que des aquel puntapié en el suelo, haciendo brotar las tropas que prometiste».[5]

El hecho de que hablara en esta reunión hace que «cuando nos fuerzan a decidir si el hombre que habló en una reunión convocada por los cónsules era un pretor o un simple senador, todo lo que podemos decir es que es mucho más probable la última alternativa».[2]

Dión Casio escribe acerca de la relación entre Catón y Favonio que este último «le imitaba en todo»,[6]​ mientras que Plutarco dice que «era un hombre de bondad...le parecía que imitaba la libertad y la entereza de Catón».[7]​ La admiración que sentía hacia Catón le llevó a intentar imitar su valentía al encararse a Pompeyo en la reunión del Senado mencionada con anterioridad.[7][2]

Plutarco escribe que era conocido entre los aristócratas romanos como un ilustre cínico a causa de su ímpetu en el discurso,[8]​ pero un moderno experto establece que era un «temprano representante del pseudocinismo» que no alcanzó el cinismo ideal de los que propusieran esta doctrina, algo que sí lograría Dión Crisóstomo.[9]

Independientemente de que era «violento en todo y sumamente resuelto»,[8]​ también era capaz de llevar a cabo actos de humildad, como el que tuvo hacia Pompeyo cuando este se reunió con Deyótaro de Galacia en un barco:

Favonio fue un aristócrata romano. En una carta a César conocida como ad caesarem senem de re pública oratio, tradicionalmente atribuida a Salustio aunque más probablemente escrita por el retórico Marco Porcio Latrón, indican al comandante romano las cualidades de ciertos nobles. Marco Calpurnio Bíbulo y Lucio Domicio Enobarbo son descritos en términos deshonrosos, mientras que Catón es «de versátiles, elocuentes y limpios talentos que no debo despreciar». El escritor continúa:

Como Catón, luchó contra la corrupción de la clase política romana y contra el ascenso del Primer Triunvirato en particular. Cuando César volvió de su pretura en Hispania (59 a. C.) y alcanzó el consulado. se alió con Pompeyo —al que convirtió en su yerno al casarle con Julia— y Clodio. Con su vuelta tendría lugar un incidente en el que después de que Catón impidiera que César celebrara el triunfo que le había concedido el Senado por su campaña contra los lusitanos y se presentara al consulado de una sola vez, Bíbulo y Catón serían atacados por los partidarios de César. Tras ello los senadores cesarianos demandaron que se aprobara una ley relativa a la distribución de la tierra y que todos los senadores prometieran mantenerla una vez aprobada.

Plutarco escribe que se actuaría «imponiendo graves penas a los que no jurasen»,[4]​ es decir, el exilio.[11]​ El partido liderado por Cicerón, Lúculo y Bíbulo, con el que se aliaron Catón y Favonio, se opuso a estas medidas, pero acabaron teniendo que acatar la voluntad del cónsul o abstenerse. No obstante, Catón temía que aprobar esta ley equivaliera a extender el poder de los triunviros; Plutarco escribe que «no era el repartimiento de tierras lo que temía, sino el salario que por él pedirían los que lisonjeaban a la nación con aquel cebo». En un momento dado todos los senadores a excepción de Catón y Favonio prometieron mantener esta ley, a causa de lo cual Cicerón intentó convencer a Catón de que cambiara su actitud. En palabras de Plutarco:

Finalmente Catón acató la decisión de los senadores acompañado por Favonio, el último en ceder. Plutarco escribe que «...ablandado con tan poderosas razones e instancias en casa y en la plaza, se dice haberse dejado por fin vencer Catón, aunque con dificultad, y que pasó a prestar el juramento el último de todos, a excepción solamente de Favonio, uno de sus más íntimos amigos.»[4]

Cuando se enteró de que César necesitaba dinero y que Pompeyo y Craso pretendían obtener un nuevo consulado en las próximas elecciones Favonio «...que seguía las huellas de Catón, se salió fuera de la curia a gritar al pueblo cuando vio que no sacaba ningún partido, nadie hizo caso: algunos, por respeto a Pompeyo y a Craso, y los más, por complacer a César, sobre cuyas esperanzas vivían descansados».[12]

Con independencia del hecho de que Favonio era un rival de César, los conspiradores no le propusieron participar en el complot para asesinarle, que acaecería en 44 a. C. En su Vida de Bruto Plutarco escribe que:

Tras la muerte de César (44 a. C.) se unió a los adversarios del triunvirato que unió a Octavio, Marco Antonio y Lépido. De acuerdo con la carta que escribió Cicerón a Ático en el verano del tiranicidio, Favonio estaba presente en la reunión entre los liberatores que se opusieron a la administración de Antonio. En esta reunión estuvieron Cicerón, Bruto, Casio, Porcia, Servilia y Junia Tercia.[13]

Tanto Cicerón como Lucio César y Favonio entrarían en la lista de proscritos por los triunviros y acabarían detenidos después de que las tropas de Octavio y Antonio derrotaran a Bruto y Casio en Filipos (42 a. C.)

Este encarcelamiento no contribuyó a templar su temperamento; Suetonio escribe que «M. Favonio, el émulo de Catón, saludó respetuosamente a Antonio llamándole general, pero prodigó a Augusto las más crueles injurias.»[14]​ Este comportamiento era debido al brutal trato que Octaviano dispensó a los capturados en Filipos.[1]

Dión Casio escribe acerca de su muerte que:

El esclavo de Favonio, Sarmento, que había sido adquirido después de que se vendiera el patrimonio de su amo, se convirtió en un catamita del emperador Octavio.[16]​ Precisamente Quinto Delio diría a Cleopatra que mientras él y otros dignatarios eran agasajados con vino ácido en Grecia, el catamita de Octavio saboreaba un falerno en Roma.[17]

Favonio es el poeta que aparece en la tercera escena del cuarto acto de la obra de Shakespeare Julio César[18]​ Shakespeare tomó los detalles de esta escena de las Vidas Paralelas de Plutarco en las que, durante la marcha de Bruto a Sardes, este y Casio se reunieron en la tienda del primero, lo que les llevó a discutir acaloradamente. Los colaboradores de ambos intentaron irrumpir en la estancia para conocer el motivo de la disputa y evitar males mayores, pero acabaron siendo detenidos. No obstante, nadie pudo parar a Favonio, que entró en la habitación. En palabras de Plutarco:

En Julio César Shakespeare nos da una versión en la que Favonio aparece por primera vez en la obra como el poeta:

Tras entrar en la tienda dice a Bruto y a Casio:

A lo que Casio replica:

Finalmente Bruto expulsa a Favonio de la tienda. En este punto Shakespeare obvia lo escrito por Plutarco, que dice que los dos comandantes invitaron a Favonio a celebrar su reconciliación.

Favonius en latín quiere decir «favorable»; en la mitología romana era el viento del oeste, el Céfiro de la mitología griega.[20]



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