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Mario Poggi Estremadoyro



Mario Augusto Poggi Estremadoyro (Lima, 3 de marzo de 1943-26 de febrero de 2016) fue un artista, psicólogo, escultor y humorista peruano, que se hizo conocido por haber asesinado a un supuesto asesino serial, crimen por el que cumplió una pena de casi cinco años en cárcel.[1]

Se sabe muy poco de los padres de Mario Poggi Estremadoyro.[2]​ Estudió en el colegio San Julián Barranco (de Lima), de donde egresó en 1960.

En 1958, con quince años de edad, trabajó como fonomímico con los payasos Carlos Castro Pat, Cayo Pinto y Rulli Rendo. Luego estudió psicología en la Universidad Ricardo Palma (Lima), donde recibió un primer título básico de Bachiller de Psicología.[cita requerida] Viajó a Europa, donde recorrió España, Francia e Italia.

Estudió Criminología en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica.[3]

En el Perú, escribió dos libros: Mi primer pajazo (1970) y Yo solo sé que soy un imbécil (1975).

Noticias periodísticas publicadas por el diario El Tiempo de Piura,[cita requerida] dan cuenta de que Mario Poggi trabajó en esta ciudad a mediados de los años setenta, en una repartición de SINAMOS (oficina regional de Movilización Social II). Se casó con la periodista peruana Carmen Manrique Argüelles, de la cual más tarde se divorció. Del matrimonio se conocen dos hijos, de los cuales la hija mayor es periodista deportiva.

En los años ochenta consiguió trabajo como psicólogo en la Policía De investigaciones del Perú PIP. En esa época aprendió el arte de la ventriloquia.

A principios de 1986, una ola de paranoia inundaba Lima. En los basurales aparecían piernas y troncos de mujeres, así como cabezas desfiguradas. Los diarios titulaban sus números «¡El Descuartizador de Lima!». Se le responsabilizaba de al menos siete asesinatos.

El jueves 6 de febrero de 1986, la policía finalmente atrapó a un sospechoso, Ángel Díaz Balbín (1955-1986), un hombre chinchano de 30 años.[4]​ En un momento del interrogatorio, Díaz Balbín alegó sentirse «paranoico». Entonces la policía mandó llamar a Poggi para que verificara la patología.

Al día siguiente (viernes 7 de febrero), Poggi ―vestido como siempre de manera estrafalaria― ingresó al antiguo local de la revista Caretas (en el jirón Camaná, del centro de Lima) y pidió hablar con Jorge Negro Salazar, redactor de policiales. «Vengo de estar con el descuartizador de Lima. Soy Mario Poggi, soy psicólogo de la PIP, si quieren los llevo para que vean cómo hipnotizo al asesino y lo hago confesar sus espantosos crímenes».

Salazar llamó al fotógrafo de la revista ―Víctor Ch. Vargas― y en un taxi fueron los tres al viejo local de Homicidios, en la avenida España. Los policías trataban a Poggi de «doctor». Ante su pedido, los policías llevaron esposado a la oficina a Díaz Balbín (casi esquelético y con la barba crecida).[6]​ Poggi empezó un extraño ritual, tocándole la cabeza al prisionero, que no emitía sonido alguno. «¡Eres el descuartizador! ―gritaba Poggi ahuecando la voz―, aquí en el cráneo puedo palpar tu inteligencia asesina».

El sábado 8 de febrero se publicó rutinariamente el artículo de Salazar con las fotos de Poggi «analizando» a Ángel Díaz Balbín.[4]

El día siguiente (domingo 9 de febrero de 1986), en el noticiero de televisión apareció Poggi llorando en la oficina de Homicidios y gritando: «¡Salvé a la humanidad! ¡Acabé con el monstruo!». Efectivamente, Poggi había pedido al oficial de turno que le trajera al prisionero con los brazos esposados a la espalda. Pidió entrevistar a solas al sospechoso. Según la versión de Poggi, cuando estuvo solo con el sospechoso, se quitó las ropas y también desnudó al detenido. Intentó excitarlo, porque quería que le mostrara cómo violaba a sus víctimas antes de matarlas y descuartizarlas. El detenido no respondía a sus provocaciones. Después de una hora de entrevista Poggi acostó a Díaz Balbín boca abajo (inmovilizado como estaba, de pies y manos). Sacó la correa de cuero de sus pantalones con el detenido echado boca abajo y lo estranguló. Luego se vistió y salió de la habitación en la que se había encerrado con Díaz Balbín. Comunicó a sus compañeros policías que lo había estrangulado porque Díaz Balbín, con su locura, pronto hubiera salido nuevamente a matar a las calles.[4]

Sucedió que al «pata» [Poggi] le habíamos pagado la mitad, y quedamos en darle la otra mitad el sábado. Vino, recibió su cheque, y recién en la madrugada mató a Díaz Balbín.
¿Y [Poggi] está loco de verdad o se hace?

A pesar de la muerte de Ángel Díaz Balbín, los descuartizamientos no cesaron.[4]​ El juicio a Poggi fue una especie de chiste y el acusado se comportó como un showman. Cuando fue interrogado durante el juicio por asesinato contra Balbín, Poggi aseguró que él no lo había matado sino que había sido inculpado, y alegó que él ―con 45 años de edad― ya era «muy viejo para matar a ese chico». Fue condenado a 12 años de prisión, pero solo estuvo 4 años y 8 meses en el penal de San Jorge (de Lima).

En 1991 Poggi salió de la cárcel. Decidió vivir alejado de la psicología. Se hizo llamar Loco, y se tiñó el cabello de color verde. Se convirtió en una celebridad. Fue invitado a cuanto programa de TV estuviera falto de índice de audiencia y ávido de una presentación «bizarra» (en el sentido anglosajón de la palabra).[1]

En 1997 publicó su autobiografía, "Yo sólo sé que soy un imbécil", en una pésima edición con letra verde, errores ortográficos, tipográficos y de edición ―según la editorial, para respetar el mensaje original―. Consta de un capítulo inicial con citas delirantes, algunos pasajes de su vida ―donde mezcla personajes populares con personalidades de la cultura limeña―, y un capítulo final con sus dibujos y con las críticas de arte hechas a sus esculturas.

En el año 2000, Poggi participó ―haciendo de sí mismo― en la filmación del largometraje Mi crimen al desnudo, de Leónidas Zegarra, que se estrenó en 2001. El proyecto comenzó en 1998, cuando un grupo de estudiantes de cine quiso llevar a la pantalla grande la historia del asesinato del criminal en serie Ángel Díaz Balbín en manos del psicólogo Mario Poggi. Zegarra fue invitado a participar del proyecto como director. El filme se financió mediante préstamos. Los equipos se adquirieron en convenio con una productora. El presupuesto ―como en todas las películas de Zegarra― fue bajísimo (11.000 dólares) y por eso, según la versión de Zegarra, se llegó a un acuerdo con los actores (Mario Poggi, Américo Zúñiga, Yesabella, Rossi War, Víctor Ángeles y Wilmer Ato) para pagarles cuando la película se comercializara y se recuperara la inversión, además en la película participó la conocida cantante La Tigresa del Oriente, interpretando a Magaly Medina, quien más tarde se haría famosa por sus videoclips musicales en YouTube.[7]

Mi crimen al desnudo se estrenó en dos cines limeños (Excélsior y Tacna). No hubo dinero para la campaña publicitaria y solo se explotó la popularidad de las vedettes que participaron en la película (como Martha Yesabella Vásquez Chávez). También se hicieron canjes con diarios de poca monta, que publicaban los anuncios a cambio de entradas al cine. La inversión no se recuperó en su totalidad y para salir de las deudas se lanzó un remake con el nombre, por demás sugerente, de Vedettes al desnudo.

Argumento: el psicótico Ángel Díaz Balbín atemoriza la ciudad de Lima, asesinando prostitutas. La policía le sigue el rastro y lo captura, pero Díaz Balbín se resiste a confesar sus crímenes. Para obligarlo a hacerlo llaman al psicólogo Mario Poggi, quien logra hacerlo confesar. Sin embargo, Poggi cree que la excarcelación de Díaz Balbín es inminente por lo que decide matarlo con su correa.

En 2006, intentó sin éxito armar un partido político para postular a la presidencia del Perú (Ver póster).

Cuando los medios se cansaron de Poggi, terminó como vendedor ambulante, cantando, hablando y vendiendo sus libros en el parque Kennedy, en el distrito de Miraflores (Lima).[8]

En mayo de 2007 armó un revuelo nacional al sacar a la luz a un supuesto hijo del periodista Jaime Bayly. Resultó ser un fiasco (una persona meramente parecida a Bayly, que utilizó la fama de Poggi para hacerse propaganda). Militó en el Partido Nacionalista Peruano.

Mario Poggi tuvo dos hijas con su primera esposa, Julia Carmen Manrique: Karla Estela[9][10][11]​ y Lorena; con su segunda esposa, Nelly Chacaltana, tuvo dos hijas más: Estefania y Patricia.

Según relató su hermano, en la noche del jueves 25 de febrero de 2016, Mario Poggi sufrió un infarto cardíaco.[1]​ Fue trasladado al hospital Casimiro Ulloa (de Lima),[12][13]​ donde falleció de otro infarto en el mediodía del viernes 26 de febrero de 2016 ―cinco días antes de cumplir los 73 años―.[14]

Sus restos fueron velados en la iglesia Virgen de Fátima, en Miraflores (un distrito de la Provincia de Lima).[15]



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