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Marqués de Vega-Inclán



II marqués de la Vega-Inclán (1998)
Caballero de la Orden de Carlos III (1894),
Comendador de la Orden Militar de Villaviciosa de Portugal (1909),

Gran Cruz de la Orden de Alfonso XII (1912),
Medalla del Instituto de Ciencias Sociales de la Hispanic Society de Nueva York (1912),
Placa de la Orden de San Hermenegildo (1914),
Senador Vitalicio (1914),
Director vitalicio de las Fundaciones Vega Inclán (1931),
Alcaide de los reales Alcázares de Sevilla,

Benigno Mariano Pedro Casto de la Vega-Inclán y Flaquer (Valladolid, 29 de junio de 1858-Madrid, 6 de enero de 1942), II marqués de la Vega-Inclán, fue un militar y político español. Fue uno de los máximos artífices e impulsores del desarrollo del turismo en España, ya que creó, realizó e impulsó innumerables proyectos e instituciones culturales de finalidad pública y con una importante repercusión en el desarrollo y promoción turísticos. Además, fue un gran mecenas del arte español y ejerció como poeta, articulista, historiador, pintor, arqueólogo y viajero, entre otras dedicaciones.

Los Vega-Inclán eran descendientes de una familia hidalga de Cantabria. Benigno de la Vega-Inclán y Enríquez nació en 1789 en San Vicente de la Barquera; a los 18 años se trasladó a Aranjuez, con el regimiento de Voluntarios de España, donde vivió el motín de Aranjuez. Finalizada la Guerra de la Independencia, se traslada a tierras burgalesas, donde se casa en 1817 con Inés Sotera de Palma y Fernández.[1]​ Un nuevo traslado les lleva a Medina Sidonia, donde nace, en 1820, su hijo Miguel, futuro general y marqués. Tras su paso por la Guardia Real, la Caballería del Ejército de Navarra y el Real Cuerpo de Alabarderos, en 1852 ingresó en el Tribunal Supremo de Guerra y Marina, en el que permaneció hasta su fallecimiento, acaecido en 1874.[2]

Su hijo, Miguel de la Vega-Inclán y Palma, también siguió la carrera militar y en su juventud intervino en el pronunciamiento de Torrejón de Ardoz y en el sitio de Oporto, entre otros. En 1853 se casó con Elisa Josefa Gualberta Flaquer Ceriola, hija de un banquero. Posteriormente se traslada a Valladolid, donde ejerce de gobernador militar y donde nace, en 1858, su hijo Benigno.[3]​ Debido a su posicionamiento del lado de Isabel II, tras la derrota de esta ingresó en prisión y fue deportado a las islas Canarias en 1870. A su regreso, en 1874 fue nombrado capitán general de Baleares y en 1878 capitán general de Castilla la Vieja, mismo año en el que recibió el título de marqués de la Vega-Inclán. En 1882 fue destinado a Puerto Rico, donde ejerció como capitán general hasta su fallecimiento en 1884.[4]

Benigno nació en Valladolid el 29 de junio de 1858;[5]​ su familia vivía en la Casa Longa, en la antigua calle de Francos, cerca de la Iglesia de la Magdalena, donde fue bautizado.[6]​ No se tienen noticias de su infancia hasta los años 70. Durante 1871 y 1872 estudió en la Escuela de Bellas Artes pero se decantó por la carrera militar; ingresó en el Cuerpo de Infantería de Marina, con el que estuvo destinado en Madrid. En 1877 solicitó su ingreso en el Arma de Caballería y el 1 de noviembre entró como alumno en la Academia de Caballería de Valladolid.

Terminó sus estudios en julio de 1881 y fue destinado al Regimiento de Cazadores de Talavera, con guarnición en Valladolid.[7]​ Durante los veranos y vacaciones de estudio realizó sus primeros viajes por España, que despertaron su curiosidad por la historia y los monumentos. En 1882 su padre fue nombrado Capitán General y destinado a Puerto Rico; Benigno viajó con él, como Ayudante de Campo del General, junto a su hermano Jorge, y permaneció dos años en la isla. Tras el fallecimiento de su padre regresó a la Península para continuar su servicio militar en Madrid.[8]

Su familia traslada su residencia de la calle Alcalá a la calle de Almagro. Desde 1885 hasta 1888 -año en que fue ascendido a Teniente- ejerció como ayudante del Mariscal de Campo José Almirante y Torroella, a cuyo lado inició la publicación de algunos trabajos literarios y artísticos, como en La Ilustración Española y Americana en 1886 sobre la restauración del Alcázar de Segovia, o los Bocetos de Semana Santa y Guía de Sevilla, de 1888.[9]​ En mayo de 1889 obtuvo una comisión de servicio, por cuatro meses, que le llevó a Buenos Aires, aunque el objeto y resultados del mismo se desconocen.

En 1893 se le concedió la licencia definitiva, pasando a la reserva, para las provincias militares de Málaga, Madrid y posesiones de África, y recorrió Andalucía y Marruecos, donde formó parte de la embajada española que visitó al sultán Hasán I en enero de 1894; fruto de dichos viajes publicó diversos artículos en el Heraldo de Madrid.[10]​ A su regreso se incorporó al Regimiento de reserva, en el que permaneció hasta 1899. Los viajes, fundamentales en su vida, le permitieron conocer a artistas, marchantes, coleccionistas y expertos, iniciando una actividad comercial gracias a la cual dio a conocer en el extranjero muchas obras de arte español.

Durante algún tiempo se entrega a la publicación de artículos, en su mayoría de carácter popular y temática costumbrista, mientras se preparaba para obtener el título de Agente de Cambio y Bolsa de Madrid, expedido en diciembre de 1895. En abril de 1897 pidió licencia ilimitada y abandonó también esta actividad, que no obstante le sería de gran utilidad para gestionar sus propios asuntos.

Entre 1895-1896 hizo un viaje a Uruguay, del que se poseen pocas referencias. Ese año 95 falleció su hermano Fernando y dos años después falleció su madre. El 6 de mayo de 1898 recibió la revalidación del título de Marqués, que correspondía a su hermano Jorge pero este debió renunciar a tal derecho.[11]​ Entre 1900 y 1905 viajó por Europa, residiendo en París y pasando temporadas en Londres y Berlín, gracias a lo cual se impregnó de las nuevas tendencias artísticas y conoció las últimas adquisiciones de los principales coleccionistas. Por antigüedad, en 1906 ascendió a Capitán, en 1914 a Comandante y en 1918 a Teniente Coronel, bajo cuyo grado se retiró en 1920. En esos años afianza su estancia en la Corte, como Marqués de la Vega-Inclán, y se traslada a su residencia definitiva, en la plaza de los Afligidos (hoy Cristino Martos).[12]

Con el inicio del siglo XX, la figura de El Greco se revaloriza y todo lo relacionado con él atrajo la atención del marqués; tras las averiguaciones hechas sobre la casa en la que vivió el pintor en Toledo, publicadas por Manuel Bartolomé Cossío, se decidió a impulsar su restauración. El marqués compró un conjunto de propiedades compuesto por un solar en el cual había bóvedas derruidas y una casa construida hacía poco tiempo; a todo ello le añadió una finca anexa. Previamente a ser ocupado por el pintor cretense, el solar albergó la casa del tesorero Samuel ha Leví y el palacio del marqués de Villena.[13]

La obra se ejecutó bajo la inspiración del marqués y la ejecución técnica del arquitecto Eladio Laredo. Se componía de casa y jardín, cerrados por una tapia y varias construcciones de servicio. La casa adquirió pronto popularidad, a pesar de su discutido rigor histórico y de situarse cerca de donde vivió el artista, pero no exactamente en el mismo solar.[14]​ Asimismo, en 1907 el marqués expuso al Congreso de los Diputados su propósito de ceder un edificio para museo, independiente de la casa. La Cámara lo aceptó y el marqués llevó a cabo las obras partiendo de un antiguo palacio renacentista como base.[15]

Terminadas las obras del Museo, y formalizada la aceptación por el Estado del mismo, el 27 de abril de 1910 se constituyó el patronato encargado de su gestión, compuesto por personalidades del arte, la cultura y la política, y el 12 de junio de 1911 abrió al público. Su creación posibilitó la recuperación de las obras del pintor, que fueron restauradas en los talleres del Museo del Prado antes de ser expuestas. En 1921 se amplió con una nueva sala.

Con la llegada al gobierno de José Canalejas en 1910, siendo elegido diputado de las Cortes por el Partido Liberal, el marqués consideró que era el momento oportuno para acceder a la política y así conseguir poner en práctica los planes que tenía preparados.[16]​ Ante la visita de personalidades belgas a Madrid, se constataron las carencias existentes en el negocio hotelero (el Hotel Ritz se encontraba en situación precaria, a punto de cerrarse) y el Marqués vio la oportunidad de llevar a cabo la gestión de ese problema. Así, logró atraer la atención del empresario George Marquet y entre 1912 y 1913 se construyó el Hotel Palace.[17]

A él le siguieron el Roma en la Gran Vía y nuevos hoteles en otras capitales para satisfacer la creciente demanda. Para atender toda la actividad turística que se estaba generando decidió proponer un organismo que se encargara de fomentar el turismo y la divulgación de la cultura popular, la Comisaría Regia del Turismo, aprobada por Real Decreto de 19 de junio de 1911,[18]​ siendo él elegido Comisario Regio. Su sede estaría en un viejo caserón de la calle del Sacramento, en Madrid. Apenas un mes después de su aprobación, el Marqués solicitó llevar a cabo la restauración de la Sinagoga del Tránsito para instalar en ella un centro de estudios hebraicos.

Como primer paso de una propaganda que atrajese visitantes del extranjero y contrarrestase las campañas que se organizaban contra España, decidió viajar a Estados Unidos, poniendo el foco en la costa del Pacífico, que conservaba el recuerdo de su pasado español.[19]​ Embarcó en Algeciras el 9 de diciembre de 1912 y tras pasar por Nueva York y otras ciudades del este, se dirigió a Los Ángeles; desde allí recorrió las antiguas misiones franciscanas, visitando lugares como San Gabriel, Pasadena, San Diego, Santa Bárbara, Monterrey y San Francisco.

De vuelta en la costa este, pasó por Chicago, Nueva York -donde fue acogido por el multimillonario Morgan y recibió la medalla del Instituto Nacional de Ciencias Sociales en la Sociedad Hispánica de América-, Washington -donde saludó al presidente Taft- y Trenton -donde fue recibido por el futuro presidente Wilson-. Tras una corta parada en Boston, el 2 de febrero de 1913 partió hacia España.[20]​ Además de las buenas impresiones recabadas en las distintas ciudades, se publicaron obras sobre las artes españolas, se estudiaron las misiones californianas y en una exposición en San Diego se proyectaron edificios recordando el barroco español.

Ya en España, se propuso ejecutar aquellos proyectos planteados en el marco de la Comisaría, a pesar de la falta de recursos. Se buscaba la restauración de monumentos, la mejora de hospedajes y medios de comunicación y la publicación de libros y folletos.[21]​ En octubre de 1913 se acordó la visita a Toledo del presidente francés Henri Poincaré y el Comisario Regio fue el encargado de organizar el viaje, que resultó un éxito.

El 30 de marzo de 1914 fue nombrado senador vitalicio,[22]​ siendo presidente Eduardo Dato, con lo que aseguraba su representación parlamentaria independientemente de su presencia o no en el Congreso.[23]​ En verano de ese año se celebró una Exposición Internacional de Turismo en Londres, que fue aprovechada (a pesar de su corta duración debido al estallido de la Primera Guerra Mundial) para hacer propaganda de España, de su industria artística, artesanía, medios de comunicación y albergues, a través de diversos dioramas.

Uno de los principales focos de atención de la Comisaría fueron los enclaves de Granada y Sevilla. El 14 de marzo de 1913 se creó el Patronato de la Alhambra, siendo nombrado como vocal el marqués. Tras una visita sobre el terreno, el 2 de mayo entregó una memoria al Ministerio de Instrucción Pública en la que exponía sus teorías y criterios de restauración de los monumentos.[24]

Meses después se iniciaron obras en el patio del Yeso, en el Alcázar de Sevilla; labores de desescombro y consolidación dirigidas por José Gómez Millán, se limpió la sala de justicia y se encontró parte de la alberca del patio. En 1922 recibiría el mismo encargo, de inspección e información sobre su estado, con respecto al Generalife.

En la iglesia del Salvador, también en Sevilla, se descubrieron arcos y se limpiaron capiteles. Se hicieron obras en la techumbre del monasterio de Leyre, en el palacio toledano de Villena y en la techumbre y restos árabes de la iglesia de la Magdalena, en Valladolid.[25]

Uno de sus grandes proyectos fue la formación de los nuevos jardines del Alcázar de Sevilla y el saneamiento del barrio de Santa Cruz, que era foco de reforma por parte del Ayuntamiento de Sevilla. El rey cedió a Sevilla la mayor parte de su huerta para la construcción de unos jardines que llevasen el nombre de Murillo; como paso entre el Alcázar y estos nuevos jardines se instaló la puerta de Marchena, procedente del palacio de los Duques de Arcos y Osuna.[26]

En el barrio se pavimentaron sus calles con ladrillo y se instaló alumbrado. La casa que poseía el marqués, en la calle Justino de Neve 10, se unió a otras dos y juntas conformaron las Hospederías de Santa Cruz, que contaban con patios con galerías, habitaciones en bajo y alto y estudios con vistas, todo con la idea de atraer al turista. En el conjunto también destacaba la casa del deán López Cepero, en la plaza de Alfaro, en la que el marqués albergó una colección de cuadros.

La falta de vivienda en Sevilla propició al Marqués la posibilidad de desarrollar un nuevo plan acorde a sus criterios. El Ayuntamiento concedió una parcela en la Huerta del Fraile, cerca del parque de María Luisa, y en 1913 ya estaban las obras a pleno rendimiento. Para su gestión se constituyó un Real Patronato de Casas Baratas del que formaron parte, inicialmente, el entonces alcalde Antonio Halcón, el exministro Carlos Cañal y el marqués, a los que se añadieron Amante Laffón y Pedro Zubiría.[27]​ Los Zubiría colaboraron con el proyecto costeando un parvulario. Las obras se ejecutaron rápidamente y en marzo de 1915 fueron inauguradas las casas.

En Valladolid se conservaba la casa donde vivió Cervantes durante los años en que la ciudad fue sede de la Corte de España, a principios del siglo XVII. En 1912 se encontraba en un estado de abandono y ruina que amenazaba su existencia.[28]​ La casa fue adquirida por el rey y además la Sociedad Hispánica compró los dos inmuebles contiguos, con vistas a la ampliación de la institución que allí se crearía.[29]

Se llevaron a cabo tareas de consolidación de entramados, suelos y cubiertas. El entorno de la casa se urbanizó -resultado del cubrimiento del río Esgueva- y frente a la casa quedó un solar a distinto nivel en el cual se formó un jardín, decorado con un monumento procedente del Hospital de la Resurrección. Para salvar ese desnivel se construyó una escalinata y un pórtico. Los interiores se reformaron; se conservó la taberna del bajo, se adaptaron salones para biblioteca y reuniones y se dejaron limpios los aposentos de Cervantes.[30]​ Igualmente se iniciaron una serie de publicaciones con El celoso extremeño o Cervantes en Valladolid. En 1915 el monarca donó la Casa al Estado y en 1918 la Sociedad Hispánica hizo lo propio con las dos casas contiguas. Para gestionar todas ellas se creó un Patronato.

El Museo Romántico fue la obra más estimada por el marqués y la que más problemas le generó.[31]​ El embrión del mismo fueron dos cuadros, el de La familia de Jorge Flaquer, obra de Espalter, y el de La vuelta de la guerra de África, de Eduardo Cano de la Peña; a ellos se les fueron uniendo muebles, libros y otros objetos. Tras plantearle la idea, Manuel B. Cossío le apoya en celebrar una exposición como germen del futuro museo, y, en tres salas de la Sociedad Española de Amigos del Arte, expone 86 cuadros del siglo XIX junto con muebles.[32]

Recibida tanto con alabanzas como con críticas, le animó al marqués a seguir con sus planes. El siguiente paso fue encontrar un local para ubicar la colección; el elegido fue un palacete del siglo XVIII en el número 13 de la calle de San Mateo. Había sido alquilado en 1920 como sede de la Comisaría Regia pero en 1924 se instaló allí el Museo, y tres años después lo adquirió el Estado.[33]

Otro de los focos de la Comisaría eran las bellezas naturales y la comodidad de los alojamientos. En el verano de 1913 se planteó la construcción de un refugio al pie del pico Veleta, en Sierra Nevada, pero su construcción sufrió numerosas dificultades económicas. El siguiente punto de atención fue la sierra de Gredos. Se editaron publicaciones que elogiaban las virtudes y las posibilidades que ofrecía su entorno, y se decidió construir un alojamiento confortable en el puerto del Risquillo.[34]

Las obras se iniciaron en 1926 y en ellas se utilizaron portadas de viejos edificios compradas. Inaugurado dos años después por el rey, fue el primer parador de una extensa red de alojamientos. El marqués fijó su atención también en Mérida, donde se restauraba su teatro romano y que ya había merecido el interés de la Comisaría a través de alguna publicación. Se propuso la creación de un alojamiento adecuado y para ello se eligió un antiguo convento de monjas clarisas, que tras las reformas necesarias, se entregó en 1931 al nuevo Patronato de Turismo.[35]​ Otro de los paradores iniciados en estos momentos fue el de Oropesa, en Toledo.[36]

Durante los últimos años de la Comisaría se llevaron a cabo otras iniciativas. Entre ellas, en 1925 se dedicó una casa del barrio de Santa Cruz, en Sevilla, al poeta Washington Irving, en recuerdo de su estancia, se construyó una nueva ronda exterior de Toledo y se planteó una pista Madrid-Aranjuez-Toledo, bordeada en su recorrido de todos los servicios necesarios para hacer agradable el viaje.[37]

Con la llegada del gobierno presidido por el general Primo de Rivera se inició la mejora de las comunicaciones mientras que la ayuda a la Comisaría disminuía. El marqués fue elegido académico de la Historia, leyendo su discurso de recepción el 19 de junio de 1927, que versó sobre Guía del viaje a Compostela.[38]​ Desde el gobierno se consideró crear un nuevo organismo que convirtiera en realidad todo lo que el comisario regio había planteado. Así, por Real Decreto de 25 de abril de 1928 se creaba el Patronato Nacional de Turismo como sucesor de la Comisaría.[39]

Una vez libre de la oficialidad de los altos organismos, el marqués se dedicó a otras tareas. Recibió el encargo de su amigo Huntington de colocar las dos esculturas de bronce que había realizado su esposa Anna Hyatt, entre ellas la del Cid que colocó a la entrada de la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Siguió con su actividad literaria, como la obra Don Juan de Austria y su tiempo, que nunca llegaría a publicar.[40]

En octubre de 1930 compró una finca en Sacedón, el que fuera Real Sitio de La Isabela, y se propuso llevar a cabo distintas iniciativas en ella. Fruto del interés de la Corte, a principios del siglo XIX se había levantado allí una nueva población, con Ayuntamiento, un edificio para balneario, una ermita y un palacio, bajo la dirección de Antonio López Aguado.[41]

Las obras de consolidación le supusieron continuos problemas, a lo que se sumaba la situación política tras la proclamación de la República. A las perdidas personales (fallecimiento de sus hermanos y su amiga María de Belén López-Cepero y Aguado) se unió un empeoramiento de su estado de salud, siendo operado en noviembre de 1933 por Gómez Ulla.

Poco antes del alzamiento del 18 de julio de 1936 falleció su amigo Benalúa y acompañó su cadáver hasta Granada, donde le darían sepultura. Debido al alzamiento, las comunicaciones con Madrid se cortaron por lo que el marqués quedó allí retenido.[42]

Durante el tiempo que estuvo retenido en Granada, vivió a la toma de varias localidades, como Loja, Archidona o Antequera. Una vez pudo desplazarse, recorrió ciudades como Sevilla, Salamanca, Toledo, Valladolid o Burgos con objeto de comprobar los peligros que corrían las obras de arte y monumentos.[43]​ Entre 1937 y 1938 viajó a Francia para vigilar la salida de obras de arte, y finalizada la guerra, regresó a Madrid. La Isabela sufrió enormemente las consecuencias de la contienda; al fallecer el marqués se vendió parte de la propiedad y tiempo después el embalse de Buendía cubrió lo que fue el Real Sitio de La Isabela.[44]

En 1940 regresó nuevamente a Francia para defender las obras de arte que habían salido del país y se publicó en la prensa de las grandes capitales europeas una advertencia sobre posibles compradores de obras de arte del despojo que España había sufrido. En mayo de ese mismo año fue elegido para ocupar un sillón en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.[45]

Se retiró a Castellón pero regresó a Madrid en otoño de 1941 donde, finalmente, su estado físico empeoró y falleció el 6 de enero de 1942.[45]​ Fue enterrado al día siguiente en el cementerio de San Isidro, en la sepultura 5 de la primera fila, manzana A, patio 6, contigua a la de los restos de sus padres y su hermano Jorge.





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