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Martini (cóctel)



El martini o martini seco (Dry Martini en inglés) es uno de los cócteles más conocidos, compuesto de ginebra con un chorro de vermut. Suele servirse en copa de cóctel, adornado con una aceituna cruzada. Existen numerosas variantes del martini, aunque quizás la más conocida sea el Vodka martini, en el que se sustituye la ginebra por vodka.[1]

Se suele tomar como aperitivo.

Según la IBA (International Bartenders Association, Asociación Internacional de Bármans),[2]​ la receta del martini consta de:

Los ingredientes se añaden en un vaso de mezcla con cubos de hielo, y debe removerse bien. Se sirve sin hielo, en una copa de cóctel enfriada, exprimiendo el aceite de la piel de un limón o adornado con una aceituna cruzada.[2]

Además del Vodka Martini, existen diversas variaciones de la receta, como el Martini dulce, en el que se sustituye el vermut seco por vermut rojo y se decora con una cereza al marrasquino;[3]​ o el Perfect Martini (Martini perfecto), compuesto de 5.5 cl de gin, 1.0 cl de vermut seco y 1.0 cl de vermut rojo, decorado con piel de limón o una cereza al marrasquino.[4]​ También el Gibson, un martini servido con una o dos cebollitas perla en vez de la clásica aceituna.[5]

Otra variación destacada es la conocida como Clarito, creada por el famoso barman argentino Santiago Policastro, en la que la oliva es reemplazada por un garnish de cáscara de limón, lo cual otorga al trago un sabor ligeramente más suave.

El Martini parece haber sido creado hacia 1910. Su nombre podría derivar del Sr. Martini, jefe de barra de la sala Knickerbocker Club de Nueva York en la primera década del siglo XX. Otra teoría lo relaciona con un Sr. Martínez, que pudo inventar el cóctel en un bar de Boston, a finales del siglo XIX. También puede derivar de la marca de vermú Martini & Rossi, que exportaban sus productos a Estados Unidos mucho antes de que el cóctel existiera.[1]

Existen numerosas anécdotas o leyendas relacionadas con el Martini. Cuando se derogó la Ley seca estadounidense, el recién elegido presidente Franklin Delano Roosevelt preparó un Martini seco en la Casa Blanca para oficializar el mandato;[6]​ años después, en la Conferencia de Teherán de 1943, el mismo Roosevelt le preparó un Martini a Stalin, quien opinó que «enfría más el estómago que otra cosa», opinión desmentida por su sucesor, Nikita Jruschov, quien tras beberse uno especialmente fuerte dijo que era «la más letal de las armas estadounidenses».[7]

Son también varias las teorías y leyendas sobre las proporciones exactas del Martini. Se dice que el primer ministro británico Winston Churchill era conocido por preferir un Martini seco al que se «mostraba», sin añadir, el vermú. También se dice que Ernest Hemingway gustaba de una alta proporción de gin (15 a 1), en vez de la mezcla clásica (8 a 2).[8]

Es también conocida la discusión sobre el modo de preparación del Martini, representada en la cultura popular en la figura de James Bond, el personaje del novelista inglés Ian Fleming, quien en todas sus películas, cuando pide su bebida favorita, añade: «agitado, no revuelto », lo que se denomina en rigor un "Bradford". W. Somerset Maugham declaró por otro lado que «un Martini debe siempre ser revuelto, no agitado, de modo que las moléculas descansen sensualmente unas sobre las otras». La diferencia entre mezclar o agitar el cóctel es realmente indistinguible, y la elección de uno u otro método recae en la creencia de que, de algún modo, la bebida se ve afectada por el modo de preparación.[9]

Su popularidad es tal que ha dado nombre a la más universal copa para cóctel, de forma triangular, que se denomina copa de martini o de cóctel.[10]




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