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Marxismo Cultural



El marxismo cultural, en su uso moderno, es una teoría conspirativa[1][2][3]​ difundida en círculos conservadores y de extrema derecha estadounidenses desde la década de 1990, que se refiere a una supuesta forma de marxismo que, pretendidamente adaptado de términos económicos a términos culturales por la Escuela de Fráncfort,[4]​ se habría infiltrado en las sociedades occidentales con el objetivo final de destruir las instituciones y valores tradicionales de estas, mediante la implantación de una sociedad global, igualitaria y multicultural sin alma.[5]

Distintos grupos han adoptado variaciones de esta teoría conspirativa.[6]​ En algunas versiones, principalmente estadounidenses, se hace énfasis en una conspiración judía o judeo-masónica.[7][8]​ Otras variaciones, especialmente europeas, hacen énfasis en el marxismo cultural como sinónimo de multiculturalismo desde un punto de vista islamófobo.[9]

En su sentido académico, el término marxismo cultural tuvo su origen en el campo de los estudios culturales, nacidos de la Escuela de Fráncfort de los años 1930. El campo académico considera que la cultura es inseparable de su contexto social, económico y político y, por lo tanto, debe estudiarse teniendo en cuenta el sistema y las relaciones sociales que la producen. Siguiendo la tradición marxista, que considera que la ideología dominante es la de la burguesía, la cultura en el sistema capitalista sería un instrumento de poder sobre la clase obrera.[10]​ La teoría conspirativa del marxismo cultural que se desarrollaría décadas después considera estas teorías de Max Horkheimer, Theodor Adorno y sus discípulos como una amenaza para la cultura occidental.[11]

El origen de la teoría conspirativa del marxismo cultural se puede trazar hasta el artículo «La nueva edad oscura: La Escuela de Fráncfort y la corrección política» (en inglés: The New Dark Age: The Frankfurt School and 'Political Correctness) publicado en 1992 por Michael Minnicino en la revista FIDELIO del Instituto Schiller,[11]​ una rama del movimiento LaRouche.[9]​ Según Minnicino, existe una conspiración global iniciada por la Escuela de Fráncfort destinada a destruir la cultura occidental. Esta conspiración se manifestaría mediante la corrección política y se propagaría mediante el control de los medios de comunicación de masas o la Universidad.[8]​ El artículo de Minnicino afirma que la Escuela de Fráncfort promovió el modernismo en las artes como una forma de pesimismo cultural y formó la contracultura en la década de los 60 (como la banda pop británica The Beatles).[8]​ El movimiento de LaRouche se conoce sobre todo por creer que el Imperio Británico todavía existe, el mismo está intentando apoderarse del mundo (sobre todo, pero no exclusivamente, por medios económicos), y, entre otras cosas, también controla el comercio global de la droga.[12][13]

A finales de la década de 1990, algunos paleoconservadores, una corriente del conservadurismo en los Estados Unidos, retomaron la idea de la conspiración de la Escuela de Fráncfort y acuñaron el término «marxismo cultural» para referirse a esta.[cita requerida] La teoría fue popularizada por la organización de la derecha cristiana Free Congress Foundation, especialmente por Paul Weyrich y William S. Lind.[14]​ Según esta versión de la teoría, la ideología de estado de Estados Unidos es la corrección política producida por el marxismo cultural oculto bajo el multiculturalismo. Lind diferencia entre dos marxismos: el marxismo económico que explica la historia con base en los medios de producción y el marxismo cultural que explica la historia con base en «que grupos -definidos por sexo, raza y normalidad o anormalidad sexual- tienen poder sobre otros grupos.» Para Lind, el marxismo cultural considera virtuosos a los «negros, hispanos, mujeres feministas, homosexuales y otras minorías» mientras que considera malignos a los «hombres blancos».[15]​ Al igual que Minnicino en 1992, estos conspiracionistas consideran que el inicio del marxismo cultural en Estados Unidos se debió a la migración a Estados Unidos de los académicos de la Escuela de Fráncfort tras el ascenso de los nazis al poder en Alemania.[6]

El político paleoconservador Pat Buchanan jugó un papel importante en la difusión de la teoría del marxismo cultural. Tuvo una aparición destacada en el documental «Marxismo cultural. La corrupción de América» (en inglés: Cultural Marxism. The Corruption of America) lanzado en 2011, junto a otros conservadores como Ted Baehr, Edward Griffin, Ron Paul y Edwin Vieira.[16][17]

La doctora Heidi Beirich afirma que la teoría conspirativa se usa para demonizar a grupos que los conservadores consideran indeseables, incluyendo a «feministas, homosexuales, humanistas seculares, multiculturalistas, educadores sexuales, ecologistas, inmigrantes y nacionalistas negros».[18]

El Southern Poverty Law Center ha informado de que William S. Lind en 2002 pronunció un discurso ante una conferencia de negacionismo del Holocausto sobre el tema del marxismo cultural. En este discurso Lind señaló que los miembros de la Escuela de Fráncfort eran «todos judíos», sin embargo Lind afirma no haber cuestionado si el Holocausto ocurrió o no y sugiere que estaba presente en una capacidad oficial de la Free Congress Foundation «trabajar con una amplia variedad de grupos sobre una base tema por tema».[19][20]

La teoría del marxismo cultural se ha extendido, con distintas versiones, a diversos grupos de la derecha política dentro y fuera de Estados Unidos.[21]

Andrew Breitbart apoyó la teoría a través de su sitio de noticias Breitbart News, alineado con la derecha alternativa estadounidense.[22]

Varios sitios web del movimiento Tea Party en Estados Unidos difundieron la teoría del marxismo cultural.[23]​ El Tea Party Australiano adoptó la teoría, recalcando que la Escuela de Fráncfort fue el inicio de una crítica destructiva a la cultura occidental «incluyendo el cristianismo, el capitalismo, la autoridad, la familia, el patriarcado, la moralidad, la tradición, la continencia sexual, la lealtad, el patriotismo, el nacionalismo, la herencia, el etnocentrismo y el conservadurismo[24]

La teoría también tiene difusión en sectores de la extrema derecha, como el Partido Nacional Británico[25]​ el medio neonazi The Daily Stormer[26]​ o el supremacista blanco Stormfront.[27]

Sectores del liberalismo libertario, como el think tank Instituto Mises[28]​ o el Partido Libertario de Reino Unido,[29]​ han adoptado algunas versiones de la teoría del marxismo cultural.

El terrorista noruego Anders Breivik incluyó el término «marxismo cultural» en su documento «2083: Una Declaración Europea de la Independencia», que junto con la publicación «Corrección política: una breve historia de una ideología» de la Free Congress Foundation, fue enviado por correo electrónico a 1003 direcciones aproximadamente 90 minutos antes de la explosión de la bomba de 2011 en Oslo, de la que Breivik fue responsable.[30][31][32]​ Segmentos de los escritos de William S. Lind sobre el marxismo cultural se han encontrado dentro del manifiesto de Breivik.[33]

Jérôme Jamin, filósofo y profesor de ciencias políticas, ha declarado: «junto a la dimensión global de la teoría conspirativa del marxismo cultural, existe una dimensión innovadora y original que permite a sus autores evitar los discursos racistas y pretender ser defensores de la democracia».[34]​ El profesor y compañero de Oxford, Matthew Feldman, ha remontado la terminología a un concepto nacionalsocialista alemán de la preguerra, el «bolchevismo cultural», una parte de la teoría de la degeneración que ayudó al acenso de Hitler al poder.[35]​William S. Lind confirma esto como su período de interés, afirmando que «[el marxismo cultural] es una idea que se remonta no a los años 60 y a los hippies y al movimiento por la paz, sino a la Primera Guerra Mundial».[20]



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