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Masacre del 26 de febrero de 1971 en Cali



La Masacre del 26 de febrero de 1971 en Cali fue una masacre ocurrida en Santiago de Cali, surgida como consecuencia de la represalia de la policía y el ejército de Colombia a las protestas estudiantiles de los estudiantes de la Universidad del Valle y a la toma de estos del campus universitario.

La represalia de las fuerzas armadas se debió al intento de retomar el control de la situación en un momento en el que en el país se vivía una intensa tensión política debido a las multitudinarias huelgas de diversos sectores de la sociedad,[2][notas 1]​ las acusaciones de fraude durante las pasadas elecciones presidenciales y la cercanía de los Juegos Panamericanos de 1971 que tenían a Cali como sede.

Cuando los estudiantes se preparaban para marchar hacía el campus para intentar retomarlo, llegó la noticia del fallecimiento de un estudiante por parte del ejército en circunstancias aún hoy no esclarecidas, lo cual provocó el disgusto del estudiantado. Las protestas se recrudecieron y se degradaron a enfrentamientos directos entre estudiantes, no solo de la Universidad del Valle, sino también de colegios de secundaria y otras universidades, además de población civil que rechazaba el exceso de la fuerza del ejército y la policía.

Al finalizar el día el saldo total de muertos es de entre 15 y 30 personas, todos estudiantes o civiles, decenas de heridos y miles de detenidos. En Colombia se instauró el estado de sitio, el cual se prolongaría hasta el 29 de diciembre de 1973,[3][4]​ y en Cali se promulgó un toque de queda que se extendería a otras ciudades.[5]

El motivo de las protestas es diverso y complejo. Para la década de 1970 los medios de comunicación habían permitido que las personas pudieran enterarse de los principales acontecimientos del mundo con una velocidad nunca antes vista. Las personas de las grandes ciudades estaban al tanto de lo que ocurría en las grandes urbes del mundo y la comunidad universitaria de Cali no era la excepción.[6]

Entre las influencias exteriores del estudiantado universitario de la época se encontraban la Revolución china, y muy especialmente la Revolución cubana. El Mayo francés y en general la Revolución de 1968, las cuales tenías un fuerte componente universitario y juvenil. Movimientos contraculturales como el hippismo y el pacifismo también estaban ampliamente extendidos, los cuales se notaban especialmente en el rechazo a la Guerra de Vietnam impulsada desde los Estados Unidos.[6]

Las influencias y motivos locales también son muy diversos. El movimiento estudiantil colombiano llevaba décadas de lucha por los diferentes periodos de represión y persecución que había sufrido por parte de los distintos gobiernos colombianos que negaban o restringían una mayor autonomía universitaria, cosa que la comunidad universitaria llevaba pidiendo desde épocas tan tempranas como 1928, influenciados por el Manifiesto de Córdoba.

La autonomía o cogobierno universitario era uno de los puntos críticos en las peticiones del estudiantado, una de las reformas propuestas radicaba en la reconstrucción del Consejo Superior para garantizar una mayor participación de los estudiantes y profesores, y expulsar del mismo a los agentes externos a la universidad, como el clero y los comerciantes.[7]​ Los estudiantes de la universidad habían alcanzado alguna autonomía en el año 1935 durante el gobierno del Presidente Alfonso López Pumarejo mediante la Reforma de la Universidad Nacional, la cual se extendió a las universidades públicas del país. sin embargo dicha reforma fue deshecha cuándo los liberales perdieron su hegemonía en el año 1946. El Presidente Laureano Gómez le otorgó un lugar dentro del Consejo Superior a la Iglesia católica, lo cual fue ratificado en 1958 por medio de la Junta Militar, que mediante el Decreto 0136 le dio también representación a los sectores industrial, comercial y bancario.[6]

Para 1971 el Consejo Superior estaba conformado por: El Gobernador del Departamento o su representante, un profesor en representación del Ministerio de Educación nombrado directamente por el Ministro de educación, El Arzobispo de la Arquidiócesis o un representante permanente elegido por él, un representante de los profesores, un representante de los estudiantes, un representante de la seccional departamental de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), otro de la seccional departamental de la Federación Nacional de Comerciantes, otro de la Asociación Bancaria de Cali, y un representante de la Corporación autónoma regional del Valle del Cauca (CVC).[6]

El movimiento universitario fue fuertemente reprimido por sus denuncias y protestas durante la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla y el periodo llamado Frente Nacional, en el que liberales y conservadores se pusieron de acuerdo para alternarse el poder entre 1958 y 1974, excluyendo a todos los demás partidos. Para la fecha de las protestas el presidente era Misael Pastrana, quien había ganado las elecciones presidenciales de 1970 de forma polémica, lo cual fue denunciado por múltiples sectores, entre ellos el universitario, y lo cual haría surgir movimientos armados como el Movimiento 19 de abril (M-19).[6]

En aquellas época las universidades públicas recibían inversiones de empresas privadas estadounidenses como Ford, Fundación Rockefeller, Kellogg's, el Banco Interamericano de Desarrollo, entre otras. Lo cual era denunciado por los estudiantes pues mermaba la autonomía universitaria, ya que dichas empresas solo invertían en facultades como Economía e Ingeniería, dejando de lado otras áreas de estudio como las Humanidades. La presencia de los llamados Cuerpos de Paz estadounidenses también fue motivo de conflicto, pues a los voluntarios miembros de los Cuerpos de paz se les acusaba de ser espiás estadounidenses.[6]

Históricamente el movimiento estudiantil universitario ha sido influenciado por tendencias políticas de izquierda. Luego de lo que muchos consideraban fraude en las elecciones presidenciales de 1970, los movimientos de izquierda se dividieron entre aquellos que creían que políticamente no se podría cambiar el país y decidieron emprender la lucha armada, como el M-19 y el ELN (Entre otros grupos armados que surgieron o se fortalecieron por estos hechos), y aquellos que rechazaron por completo esta vía. El sacerdote Camilo Torres Restrepo influenció fuertemente a esta generación con la Teología de la Liberación, y fue en gran medida un eje reconciliador entre los grupos cristianos y los de izquierda, lo cual se materializaría en los llamados Equipos Universitarios, muy influenciados por la palabra de Camilo Torres.[6]

Las protestas de los estudiantes empezaron cuando el entonces Rector de la universidad, el señor Alfonso Ocampo Londoño vetó la candidatura a Decano de la División de Ciencias Sociales y Económicas del candidato Bernardo García, el cual era bien recibido por el estudiantado, pero no contaba con el visto bueno del Rector,[notas 2]​ resultando electo el ingeniero Julio Mendoza Durán.[8]​ El veto fue realizado mediante formas irregulares que fueron rechazadas por la Asamblea del consejo de estudiantes, el cual convocó a un paro de actividades académicas hasta que se solucionara el altercado.[6]​ Las protestas se expandieron a otras universidades del país y durante el Encuentro Nacional de Estudiantes se decidió apoyar el paro y realizar una jornada de solidaridad en todo el país.[6]

El día 25 de febrero, los estudiantes de la universidad realizaron una toma pacífica de la Plaza de Cayzedo, la cual llamaron "toma sin bolillo". A la toma se unieron el Colegio Santa Librada y la Universidad Santiago de Cali,[9]​ además esta última se sumaba al paro en solidaridad con los estudiantes de Univalle.[9]​ Luego de las protestas en la Plaza de Cayzedo los estudiantes se dirigieron a la Plazoleta de San Francisco, donde los miembros del comité de huelga intentaron entrevistarse con el Gobernador del Valle Marino Rengifo Salcedo, el cual no se entrevistó con los estudiantes alegando estar atendiendo "otros compromisos urgentes".[9]

Debido a las movilizaciones del estudiantado como las del día 25 y al gran apoyo que el movimiento estaba ganando entre la sociedad[6][10]​ el Gobierno local decidió allanar la universidad y desalojar a los estudiantes. Entre la noche del 25 de febrero y la madrugada del 26 la policía en conjunto con el ejército nacional, rodeó la universidad en la que se encontraban varios estudiantes que desde el 15 de febrero se iban tomado las instalaciones y se encontraban haciendo guardia frente a la Oficina de la Rectoría como forma de presión. El ingreso de la fuerza pública fue autorizado por Alfonso Ocampo Londoño, entonces Rector de la universidad. Los estudiantes se vieron aislados por el cerco militar y luego fueron desalojados.[6]​ Cerca de las 9 AM del 26 de febrero los líderes estudiantiles denuncian la toma de la universidad y organizan reuniones estudiantiles en el Parque del Perro, cercano a la universidad.

Mientras tanto en distintos puntos aledaños al campus universitario se presentan refriegas entre estudiantes, algunos de ellos de secundaria, y la policía. Las riñas se recrudecen hasta que aproximadamente a las 11 AM llega la noticia de que el estudiante Edgar Mejía Vargas, conocido como Jalisco, había sido asesinado de un tiro en la cabeza por los agentes del Estado.[6]​ La noticia del asesinato de Jalisco indignó y enfureció a los estudiantes y a la población en general, la cual apoyaba la movilización estudiantil y rechazaba la severidad con que estos estaban siendo reprimidos.

Los estudiantes concentrados en el Parque del Perro deciden marchar hacía el centro de la ciudad. Simultáneamente los enfrentamientos entre estudiantes y la fuerza civil se incrementan, a lo que se suma la participación de la población civil en las protestas, en especial provenientes de barrios populares, que protestan por el exceso de fuerza por parte de las fuerzas armadas.[6]​ Las manifestaciones se recrudecen desde zonas como el Parque Panamericano y el Estadio Pascual Guerrero hasta la Plaza de Cayzedo. Durante las mismas ocurren desmanes y saqueos a negocios, almacenes y bancos y se incendian vehículos.[6]

La situación se sigue deteriorando con el paso del tiempo, debido a la confusión que reina en la ciudad los medios no son capaces de establecer el número de muertos pero lo cierto es que el número de heridos se incrementa. A mediodía el Gobernador del Valle declara el toque de queda en la ciudad desde las 2 PM pero los enfrentamientos con las fuerzas del orden público y el ejército continúan hasta la noche.[6]​ El saldo fatal de aquella jornada se estimó inicialmente en 8 muertos, decenas de personas heridas y hasta 6 000 detenidos. El número de muertos se incrementaría hasta 15, e incluso algunas fuentes[11][6]​ afirman en un número superior a este la cantidad de víctimas fatales, que podría rondar los 30. Esa misma noche el Rector se ve obligado a dimitir, aduciendo que lo hace para demostrar que él no es un obstáculo para resolver el conflicto en la universidad y que la presencia del ejército en el campus suplantaba su autoridad.[6]

Los días posteriores pasaron en relativa calma, pero con una fuerte custodia militar. Los días 27 y 28 de ese mes estudiantes y protestantes que habían quedado retenidos en la sede de la Universidad Santiago de Cali debido al toque de queda y más de 200 personas retenidas por las fuerza armadas en el Estadio Pascual Guerrero pudieron regresar a sus hogares.

La masacre fue el inicio de las protestas que se extendieron por todo el país encabezado por el llamado "Movimiento estudiantil de 1971". La misma noche de los hechos el presidente de la república obliga al Rector a dimitir. Luego de los hechos ocurridos en Cali, 35 universidades se declaran en paro, la totalidad de las universidades públicas del país y algunas privadas.[50]​ Se construye el programa mínimo de los estudiantes que constituyó las bases de la reconstrucción del sistema universitario en Colombia.[11]

El presidente declara el toque de queda en Cali[1]​ y el Estado de sitio en todo el país.[51]

Los eventos del 26 de febrero de 1971 están profundamente arraigados en la memoria histórica y colectiva de la ciudad y la Universidad del Valle. Tanto así que se ha popularizado la frase "26 de febrero, no lo olvide compañero". Son varios los autores que han escrito homenajes a los caídos de aquel día o que se han inspirado en el evento para sus propias obras:



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