La masculinidad tóxica es un concepto utilizado en psicología y feminismo para referirse a ciertos comportamientos de los hombres que pueden generar cierto daño a la sociedad, incluyendo a los propios hombres.
A los hombres tradicionalmente se les suele asociar el estereotipo de ser más dominantes o competitivos. Sin embargo, pueden considerarse conductas "tóxicas" cuando se muestran junto a actitudes misóginas, homófobas o que promuevan la violencia, incluyendo la agresión sexual y la violencia de género. A menudo, estas actitudes están presentes desde el comienzo de la socialización de los chicos, normalizando actitudes violentas como forma de relacionarse con otras personas.
La masculinidad tóxica puede estar relacionada con la confianza en uno mismo y la represión emocional y, éstas a su vez, con ciertos problemas psicológicos que son más frecuentes en los hombres, tales como depresión, estrés o abuso de sustancias.
Sin embargo, otros estereotipos que también suelen estar asociados a los hombres, como la entrega al trabajo, el orgullo de destacar en los deportes o ser el principal sostén de la familia no son considerados "tóxicos" per se. El concepto de masculinidad tóxica no pretende demonizar a los hombres o los atributos masculinos, sino simplemente enfatizar los efectos nocivos de ciertos comportamientos.
El término masculinidad tóxica se originó en el movimiento mitopoiético de hombres entre los años 1980 y 1990 como una forma de análisis psicológico y de autoayuda, alcanzando gran difusión académica y popular.
La Asociación Estadounidense de Psicología ha advertido que la "ideología tradicional de la masculinidad" está asociada con efectos negativos en la salud física y mental. Los hombres que se adhieren a las normas culturales tradicionalmente masculinas, como la asunción de riesgos, la violencia, el dominio, la primacía del trabajo, la necesidad de control emocional, el deseo de ganar y la búsqueda de un estatus social, tienden a tener más probabilidades de experimentar problemas psicológicos como la depresión, estrés, problemas de imagen corporal, abuso de sustancias y mal funcionamiento social.
La masculinidad tóxica ha recibido críticas como concepto. Algunos conservadores, así como muchos en la alt-right, ven la masculinidad tóxica como un concepto incoherente o creen que no existe tal cosa como masculinidad tóxica. En enero de 2019, comentaristas políticos conservadores criticaron la nueva Directrices de la Asociación Estadounidense de Psicología para advertir sobre los daños asociados con la "ideología tradicional de la masculinidad", argumentando que constituye un ataque a la masculinidad.
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