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Meditaciones metafísicas



Las Meditaciones metafísicas, cuyo título completo es Meditaciones metafísicas en las que se demuestran la existencia de Dios y la inmortalidad del alma, es una obra escrita por René Descartes y publicada por primera vez en 1641, en latín, con el título Meditationes de prima philosophia, in qua Dei existentia et animæ immortalitas demonstrantur (una versión francesa, preparada por Louis Charles d'Albert de Luynes bajo la supervisión de Descartes, aparecerá en 1647 con el título de Méditations metaphysiques). En ella se elabora el sistema filosófico que había introducido en 1637, en la 4ª parte del Discurso del método.

En la primera meditación, Descartes señala que debemos evitar acostumbrarnos a las ideas falsas, para lo cual debe de destruírselas atacándolas de raíz, en sus fundamentos y cueste lo que cueste. En ese propósito, Descartes no considera adecuado fiarse de los sentidos, los mismos son engañosos e importunan el objetivo de conocer la verdad. La cosa se complica si se trata de distinguir el sueño de la vigilia. Resulta que a veces en sueños pensamos que todo es fiable, pero al despertar caemos en la cuenta de que nada era verdadero.

De la naturaleza del espíritu humano;de conocer que el cuerpo.

La segunda meditación contiene el argumento de Descartes sobre la certeza de la propia existencia, incluso ante la duda de todo lo demás:

Me he convencido de que no hay nada en el mundo, ni cielo, ni tierra, ni mente, ni cuerpo. ¿Implica ello que yo tampoco exista? No: si hay algo de lo que esté realmente convencido es de mi propia existencia. Pero hay un engañador de poder y astucia supremos que me está confundiendo deliberada y constantemente. En ese caso, y aunque el engañador me confunda, sin duda, yo también debo existir... la proposición «yo soy», «yo existo», es necesariamente cierta para que yo la exprese o algo confunda mi mente. En otras palabras, la conciencia implica la existencia. En una de las réplicas a las objeciones del libro, Descartes resumió este pasaje en su ahora famosa sentencia: «Pienso, luego existo» (en latín: Cogito ergo sum). Sería absurdo pensar que cuando vemos y sentimos en realidad no sabemos ni sentimos que estamos viendo y sintiendo: puedo pensar y dudar de si el mundo existe o no, pero está claro que cuando pienso eso mi pensamiento efectivamente existe. Por tanto, «pienso (dudo), luego existo».

De Dios; que existe.

En la tercera meditación, Descartes da argumentos para la demostración de la existencia de Dios. Parte desde un punto de vista epistemológico, pues se pregunta si es que todas sus ideas las ha creado él. Luego introduce el concepto de solipsismo, del cual concluye que una idea es algo que está en el pensamiento de cada persona. Descartes menciona que las ideas necesitan una causa formal y una causa real que deben tener las características necesarias para producir un determinado efecto, en este caso la idea. En otras palabras, la idea nunca va a ser mayor que la causa y en este mismo sentido, la idea no puede ser más perfecta que lo que representa.

Como aún no sabe si existen otras personas en el mundo, presupone que casi todas las ideas han sido creadas por él, pues él tiene noción del espacio, la longitud, la profundidad, etcétera. Sin embargo existe una idea que él tiene que es imposible atribuírsela a sí mismo, es la idea de la perfección. La idea de lo infinito no pudo haber sido creada por él porque tendría que ser infinito él mismo (causa real), pero no puede ser infinito porque tendría que ser perfecto, y no es perfecto porque ha creído cosas como ciertas cuando no lo son. Entonces decide que la idea del infinito no puede ser simplemente una negación de lo finito, pues es mucho más fácil pensar en algo finito que en algo infinito.

Como conclusión final, la idea de Dios es perfecta y su origen tiene que ser más perfecto que esta. Si él no es perfecto entonces Dios existe.

De lo verdadero y de lo falso.

Habiendo demostrado la existencia de Dios, hemos apreciado también que nosotros somos imperfectos, una imperfección que se demuestra a la hora de realizar juicios. No podemos saber si algo es cierto o no; pero, si Dios es perfecto, el engaño y el fraude son imperfectos; lo que nos lleva a pensar que no pueden proceder de Dios. Aunque nosotros, a través de la razón, podemos distinguir entre lo verdadero y lo falso, también muchas veces hemos sido inducidos al error. Pues, siendo producto de Dios como somos, ¿Cómo es posible que seamos imperfectos? Cuando queremos distinguir entre lo verdadero y lo falso usamos el entendimiento y la voluntad. El entendimiento nos permite captar nuestro entorno pero no afirma ni niega nada; por lo tanto el error tiene que proceder de la voluntad; al ser más amplia, realiza juicios sobre cosas que no conoce, llevándonos al error.

Para no caer en el error, debemos usar la razón antes que la voluntad. Dios nos proporcionó la «herramienta» de la voluntad y nosotros le hemos dado un mal uso. Para realizar buenos juicios, debemos ver si la idea viene de Dios y es clara y distinta —pues será verdadera—, y debemos evitar ideas confusas, probablemente creadas por un genio maligno.

De la esencia de las cosas materiales; y otra vez de la existencia de Dios.

La quinta meditación contiene otra prueba de la existencia de Dios, esta vez un argumento ontológico. El argumento parte de una definición de Dios como un ser con todas las perfecciones, y de considerar a la existencia como una perfección (lo que existe es más perfecto que lo que no existe). A partir de esto, Descartes observa que así como no se puede pensar una montaña sin una ladera, pues la ladera forma parte del concepto de montaña, del mismo modo no se puede pensar a Dios sin atribuirle la existencia, pues la existencia forma parte del concepto de Dios. Y dado que podemos pensar en Dios, se sigue que Dios existe.

De la existencia de las cosas materiales, y de la distinción real entre el alma y el cuerpo

Una vez demostrada la esencia de las cosas materiales hay que determinarse a probar su existencia pues, probado lo primero, es posible que existan. Esto es debido a que todo lo que se concibe clara y distintamente es posible de ser producido por la potencia divina, puesto que lo único que no realiza es lo falso.

Prueba por la imaginación:

Descartes dijo que es posible producirla por una de las capacidades que tiene el pensamiento. Esta va a ser la imaginación.

Prueba por el sentir:

En primer lugar, Descartes hace una revisión de todos aquellos conocimientos que tenía por ciertos antes de empezar las Meditaciones. En segundo lugar, analiza los motivos por los que puso en duda aquellos “conocimientos” que poseía.

De estas recapitulaciones se sigue una posición superadora en la que se van a aceptar ciertas posiciones que se tenían antes de las Meditaciones y se van a desechar motivos por los que se pusieron en duda los sentidos.

Separación cuerpo y alma:

Descartes establece que de que se pueda concebir clara y distintamente una cosa sin la otra se sigue que son esencialmente diferentes. Esto es porque todo lo que es claro y distinto lo produce Dios de esta manera, por lo que se pueden separar en la omnipotencia divina.

En cuanto que tengo la certeza de mi existencia, tengo la certeza de mi pensamiento. Más allá de ese pensamiento no veo que otra cosa me sea propia, soy solo una cosa que piensa que no tiene extensión. Sin embargo, también concibo clara y distintamente una idea de esta extensión. De esto se sigue que yo que soy una cosa que piensa puedo existir sin cuerpo. De esta forma, se da la distinción esencial.

Prueba de la existencia de las cosas corporales:

Que enseña mi naturaleza:

Naturaleza entendida aquí como las disposiciones que se presentan en mí que, como están dadas por Dios, deben contener alguna verdad:

Esto que me enseña mi naturaleza es siempre en cuanto soy un compuesto de espíritu y cuerpo puesto que de otra manera podría pensar que estar cosas son de igual manera que como se presentan cuando la realidad es que solo las puedo considerar verdaderamente conocidas cuando las concibo a través del entendimiento y no del sentimiento. Por lo tanto, hay que evitar hacer juicios precipitados de aquellas cosas que se me presentan en tanto compuesto.

Objeciones:

Eliminación del supuesto del sueño: Esta se da a través de la memoria. En el sueño no puedo conectar estos unos con otros de tal manera de crear una continuidad entre ellos mientras que esto si puedo hacer cuando estoy despierto logrando así que pueda trenzar una serie de hechos de manera consecuente en lo que respecta a mi vida. Hay una unidad de la experiencia que es posible concebir cuando estoy despierto y que consiste en la concepción clara y distinta de las cosas que están conectadas por el sentimiento a mi secuencia de vida particular. Siendo Dios, en fin, el garante de que no puedo ser engañado...



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