El metate (del náhuatl metlatl; en maya, lu-ka; en mixteco, yooso) es un utensilio de cocina utilizado en diversas culturas de Mesoamérica desde tiempos prehispánicos. Se compone de dos elementos: el metate, es decir, una plancha rectangular con tres o cuatro patas, y el metlapile (metlapilli), el rodillo cilíndrico que se agarra con ambas manos. La versión más primitiva, la cual carece de patas, se denomina huilanche (huilantli).
Su uso se extiende por el sur de México, Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras y Nicaragua, cada vez más reducido a los ámbitos rurales o tradicionales.
Se estima que el uso de metates comenzó en el período Cenolítico superior (5000- 3000 aec.) de la de la historia mesoamericana, así como en el Arcaico medio en el suroeste de Estados Unidos (3500 aec.). Los metates más antiguos encontrados eran planos o con forma de cuenca; Los metates en forma de artesa se empezaron a utilizar en el suroeste alrededor del año 450 aec.
El metate es actualmente relegado a ser un instrumento para moler granos y especias, sobre todo se le identifica en la preparación de comidas tradicionales como moles y masa para tortillas, cuando en sí su utilidad abarca desde las modernas licuadoras eléctricas, los extractores de jugo, los molinos de granos y carnes, etc.
Puede encontrarse en diferentes tamaños, algunos miden pocos centímetros y otros llegan a medir más de un metro de largo.
El metate como instrumento ha tenido un papel muy importante en la economía, ya que hasta la invención de los molinos eléctricos y las licuadoras eléctricas, era el medio principal para obtener harinas, salsas y moliendas de una gran infinidad de elementos, como los colorantes a base de tierras, en el mundo entero se encuentran variaciones infinitas por lo que debe ser uno de los instrumentos más antiguos del hombre.
En cuanto a elemento de molienda, el metate se hace de elementos muy duros y con muy pocas porosidades, ya que esto permite limpiarlo adecuadamente para evitar la mezcla de sabores, por esto tradicionalmente se le fabrica con piedra volcánica de baja porosidad, también se le encuentra hecho con barro cocido o piedra sedimentaria como granito, siendo este último de un costo mucho mayor, en la antigüedad era una de las piezas más caras de la casa por lo que no era raro que estuviera adornado con grabados y frases que hicieran fácil su identificación, en algunas culturas formaba parte de las dotes matrimoniales y romper el de alguna casa se consideraba una gran afrenta.
El metate tiene una connotación cultural en México. Hasta mediados del siglo XX su uso estaba muy extendido en todo el país, ya que las mujeres pasaban gran parte del tiempo en la preparación de la masa y en la fabricación de tortillas.
El rol de las mujeres indígenas mexicanas estaban muy centralizado en esas tareas y tenían un carácter histórico bien fundamentado debido al papel de la mujer como ama de casa y del hombre como obrero agrícola. El trabajo en el metate es muy cansado y lleva mucho tiempo triturar un producto. El metlapil es muy pesado al igual que el metate, por lo que comúnmente este instrumento se encontraba en el piso de la cocina, con lo que las mujeres tenían que estar en cuclillas para así poder hacer la molienda. Se acostumbraba reunirse en grupos para realizar esta actividad. El carácter central de la molienda de maíz en la cultura mexicana tiene miles de años y era parte de un rito que representaba el carácter grupal de la comunidad indígena.
A finales del siglo XX debido principalmente a la modernización (incorporación de electricidad) de varias comunidades indígenas y a la invención de la licuadora y el molino eléctrico industrial, el uso del metate fue visto como algo anticuado y al mismo tiempo como un símbolo de pobreza y marginación por lo que comenzó a entrar en desuso.
Entre los grupos feministas se vio al metate un símbolo de dominación y también por estas razones fue que su uso se redujo dramáticamente al punto de que en casi todas las ciudades dejó de existir esta técnica indígena de molienda.
Recientemente el uso del metate y el molcajete ha tenido un resurgimiento, debido a que el sabor cambia al utilizar uno de estos instrumentos con respecto al producido por una licuadora o molino, ya que se puede controlar la calidad de la molienda además se piensa que la piedra agrega un sabor característico. En estos momentos el metate puede encontrarse en museos, algunas comunidades indígenas y para su uso artesanal en familias mexicanas. No es el caso del molcajete que afortunadamente ha resistido mejor el embate de la modernidad.
Este instrumento se sigue fabricando, aunque en las ciudades se suele encontrar con la variante de concreto con agregados finos para obtener una superficie lisa, también se usa concreto con arena de piedra volcánica negra para simular piedra volcánica, en ambos casos con colorantes negros para cemento, lo que puede hacer tóxico lo que se muele en el metate, esto se realiza básicamente porque el metate y el molcajete se han convertido en elementos decorativos y cuando son recién hechos son fáciles de tallar y baratos para vender, lo que mejora su venta. En algunos pueblos como es el caso de San Salvador el Seco, Puebla, se continúan haciendo en piedra volcánica para los exigentes compradores de los pueblos.
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