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Metelo Pío



Quinto Cecilio Metelo Pío (en latín, Quintus Caecilius Metellus Pius; Roma, 130 a. C.-ibidem, 64 a. C.) fue un destacado político y militar romano de la era tardorrepublicana, perteneciente a la facción de los optimates. Fue cónsul en 80 a. C. Combatió en la guerra civil contra los partidarios de Cayo Mario y a favor de Sila, y triunfalmente en Hispania contra Quinto Sertorio y Perpenna (Guerras Sertorianas, 79-72 a. C.).

Hijo de Quinto Cecilio Metelo Numídico, recibió su sobrenombre por su piedad filial y sus gestiones para procurar el regreso de su padre, exiliado en el año 99 a. C. por oponerse a la ley agraria de Saturnino. Pertenecía a la rama Metela de la gens Cecilia. Nació hacia 130 a. C. En su juventud acompañó a su padre a Numidia de 109 a. C. a 107 a. C.. Siendo pretor en el año 89 a. C., fue uno de los comandantes que dirigieron los ejércitos romanos durante la guerra social, destacando por su acción de derrotar y matar en batalla al caudillo de los marsos Quinto Popedio Silón en 88 a. C.

En 87 a. C. todavía combatía contra los samnitas cuando el Senado le llamó a Roma para defender la ciudad del ataque de Cayo Mario y Lucio Cornelio Cinna. Los soldados tenían más confianza en Metelo que en el cónsul Octavio, por lo que Metelo pidió que le fuera confiado el mando supremo en la ciudad. Cuando le fue rehusado, muchos soldados desertaron al bando rival. Metelo, ante la imposibilidad de resistir a los ejércitos de los populares, abandonó Roma, huyendo primero a Liguria y después a África, donde permanecería tres años.

En África reunió una considerable fuerza, pero en el año 84 a. C. lo derrotó el popular Gayo Fabio que aseguró la provincia para los populares. Sin embargo, Metelo pudo volver a Italia y permaneció en Liguria hasta el año 83 a. C. en que se unió a Sila cuando este desembarcó en Italia. Fue uno de sus más destacados jefes militares en la guerra contra el joven Mario; obtuvo en ella importantes triunfos tanto en Umbría, donde derrotó al legado de Cneo Papirio Carbón, Gayo Carrinas, en la batalla del río Asio, como a las fuerzas coligadas del propio Carbón y de Gayo Norbano Balbo en la Galia Cisalpina, cerca de lo que hoy es Faenza en 82 a. C. Como reconocimiento por sus servicios, Metelo compartió el consulado con el propio Sila en el año 80 a. C. En este año premió los servicios de Quinto Calidio por obtener el retiro de la condena de destierro a su padre utilizando su influencia para nombrarlo pretor.

Además, Metelo Pío fue nombrado pontífice máximo. A tal respecto, se menciona que Metelo Pio era tartamudo; en toda ceremonia romana se debía actuar sin error alguno, pues de lo contrario había que empezar de nuevo para conjurar malos augurios. Debido a ello, algunos historiadores piensan que el nombramiento de Metelo Pio como pontífice fue una broma de Sila, cuyo sentido del humor era de lo más peculiar.[cita requerida] En cualquier caso, Metelo Pío tuvo pocas oportunidades de ejercer el cargo, pues fue casi inmediatamente destinado fuera de Roma.

En 79 a. C. llegó a Hispania como procónsul de la Ulterior para reprimir el movimiento de Sertorio, seguidor de Mario. Permaneció en la Península más de ocho años. Tenía a su mando dos legiones, comandadas por Servilio y Licinio, que estacionó en la Lusitania. Aproximadamente durante los años 79-78 a. C. se construyeron los campamentos de Metellinum (Medellín) y Castra Cecilia prolongando la Vía Lata, la calzada romana desde el río Tajo hasta la sierra de Gredos, donde fundaría Caecilius Vicus, (Puerto de Béjar). Siglos más tarde el gobernador eibarrés Miguel de Aguinaga y Mendigoitia fundaría, en su honor, la ciudad colombiana de Medellín.[1]

Mejor conocedor de esas agrestes tierras, Sertorio había aprendido de los pueblos celtíberos la táctica de la guerrilla. Sus esfuerzos se centraron en impedir que el ejército de Metelo se encontrase con el del gobernador de la Citerior, Marco Domicio Calvino, o con el de la Narbonense, Lucio Manlio. El lugarteniente de Sertorio, Hirtuleyo, consiguió derrotar a los ejércitos de estas dos provincias. Metelo, privado de apoyos, se retiró a su zona de seguridad e ideó una guerra de desgaste cuyos éxitos a corto plazo fueron muy discretos.

Tras dos años de guerra los resultados eran muy favorables a Sertorio. Había ocupado Lusitania y neutralizado las armas consulares. Los éxitos de Hirtuleyo abrían el camino hacia la Hispania Citerior. Sertorio le hizo regresar a Lusitania con la orden de limitarse a la defensa y él partió hacia el valle del Ebro. Sertorio logró hacerse con la totalidad de la Citerior a excepción de unas pocas plazas en la costa. Ahora sus esfuerzos se dirigían principalmente a organizar el territorio y darle instituciones que le confirieran la impresión de un Estado de derecho y estable a la vez que formaba un ejército romano con su táctica y armamento. Estableció la capital de la nueva Roma en Osca, la íbera Bolscan (actual Huesca).

Después de tanto batallar contra Sertorio, la falta de progresos tras tres años de campaña supuso el envío en su ayuda de Cneo Pompeyo Magno, al que el Senado concedió sin mucho entusiasmo el cargo proconsular con imperium extraordinarium y un nuevo ejército. Pompeyo utilizaría la guerra sertoriana para fortalecer y ampliar sus clientelas en la península ibérica. Se asentó en la costa mediterránea, donde supo ganarse a los indígenas locales y en cuyo territorio se preparó para la campaña. Sertorio, por su parte, se preparó para una guerra de desgaste evitando un choque con la conjunción de los ejércitos de Pompeyo y Metelo. El plan de Pompeyo, que consistía en liberar la costa oriental, fracasó. En cambio Metelo obtuvo una brillantísima victoria sobre Hirtuleyo a orillas del río Sucro. Acudió en auxilio del joven y casi derrotado Pompeyo, ayudándolo a triunfar sobre el primo de Cayo Mario. Metelo estaba tan orgulloso de su éxito, que permitió que sus tropas lo aclamaran imperator.

Con la conjunción entre los ejércitos de Metelo y Pompeyo, Sertorio no tenía más remedio que replegarse hacia el norte y atrincherarse en Sagunto. Habiendo perdido la iniciativa, trató de ganar tiempo recurriendo a la guerra de guerrillas y alianzas desesperadas, mientras Pompeyo se hacía cargo en el mando. Seguirían unos años de intenso conflicto en que las tropas consulares adquirieron cada vez mayor ventaja sobre las de Sertorio, el cual acabó siendo asesinado en Osca en el año 72 a. C. En 71 a. C. Metelo volvió a Roma y celebró el triunfo el 30 de diciembre. Fue entonces nombrado pontífice máximo, siendo Julio César quien lo sustituyó a su muerte.

En el año 77 a. C. Metelo realizó una emisión de denarios a su nombre con la inscripción Q(uintus) C(æcilius) M(etellus) P(ius) I(mperator) o simplemente IMPER y una cabeza de Pietas en el anverso aludiendo a su cognomen «Pío».

En 65 a. C. apoyó a la acusación contra Gayo Cornelio. Adoptó a Publio Cornelio Escipión Nasica, hijo de Publio Cornelio Escipión Nasica, que cambió su nombre por el de Quinto Cecilio Metelo Escipión.

Murió alrededor del año 63 a. C. y se ganó el respeto de los historiadores militares, en especial de Sexto Julio Frontino, gracias a sus campañas en las guerras sertorianas. Las fuentes aluden a su afición a las letras y a su amistad con Arquias.[2]




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