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Metodología de la historia



El método histórico o la metodología de la historia (o de las ciencias históricas) comprende el conjunto de técnicas, métodos y procedimientos usados por los historiadores para investigar sucesos pasados, y escribir o reescribir la historia. Estos procedimientos pueden implicar recurrir a fuentes secundarias, fuentes primarias, evidencia material como la derivada de la arqueología y otras disciplinas auxiliares de la historia como la archivística. La habilidad del historiador radica en identificar estas fuentes, evaluar su autoridad en relación a las otras y combinar la información de manera apropiada para construir una visión precisa y fiable de eventos, situaciones pasadas o conceptos antiguos. Como resultado los historiadores obtienen un conjunto de escritos (o producción historiográfica) acerca de un tema o período histórico a través de la historiografía.

La cuestión de la naturaleza del método histórico e, incluso, su propia reflexión como método científico, se discute por la epistemología (filosofía de la ciencia, metodología de las ciencias sociales) y la filosofía de la historia y, en cierto sentido, por la historiología (o teoría de la historia).

Las principales directrices de uso común por los historiadores en su labor son:

Terminado ese proceso, queda la publicación, paso ineludible para que la comunidad historiográfica comparta y someta a debate científico y falsación su labor y se divulgue entre el público para que su conocimiento pueda servir a los fines de la historia.

La investigación histórica ha experimentado cambios en las herramientas que se usan, con la llegada de las tecnologías de información y comunicación, en especial la web 2.0, estableciéndose lo que se conoce como Historia Digital, una nueva forma de usar herramientas tecnológicas sin cambiar la esencia metodológica de la investigación (problema->búsqueda->crítica->síntesis->diseminación)

Hay seis formas principales de preguntar a una fuente documental para juzgarla, es decir, hacer su crítica, la crítica de fuentes:

Las cuatro primeras son conocidas como crítica mayor (crítica histórico o método crítico histórico); la quinta, crítica menor (crítica textual o ecdótica); ambas, la mayor y la menor (las cinco primeras preguntas) se denominan crítica externa. La sexta y última se llama crítica interna.[1]

La función de la crítica externa es esencialmente negativa, en el sentido de que simplemente evita el uso de fuentes falsas; mientras que la función esencialmente positiva corresponde a la crítica interna, cuya misión es proponer cómo utilizar las fuentes autentificadas[2]

La Crítica mayor (en:higher criticism) es también llamada Alta crítica (pt:Alta crítica), Crítica histórica, Crítica radical (fr:Critique radicale), o Método crítico-histórico o histórico-crítico (de:Historisch-kritische Methode).

La determinación de la autoría y la fecha de una fuente suele implicar uno o varios de los siguientes procesos:

El análisis de contenido incluye el examen de anacronismos en el lenguaje, las referencias datables, y la coherencia con un entorno cultural. La comparación con otros escritos puede incluir estudios de paleografía, el estudio de estilo de escritura a mano (grafología), el estudio de la estilometría (determinación de la autoría por comparación del estilo literario conocido de uno o varios autores -estilística-), o algo tan simple como la existencia de citas (a veces textuales -intertextualidad-, a veces referencias indirectas) de esa fuente en otra fuente, bien del mismo autor en otra de sus obras, bien de otro autor, sea contemporáneo o de otra época. Las propiedades físicas del documento pueden ser las propiedades del papel, de la tinta (como la consistencia), en su caso del sello, así como los resultados de análisis más complejos (químicos o radiactivos, como la datación por carbono 14).

La crítica menor o baja crítica es más frecuentemente conocida como crítica textual, y se refiere a la determinación precisa un texto en los casos en que los documentos de los que se dispone son copias en lugar del original. Aproximaciones a la crítica textual pueden incluir el eclecticismo, la stemmática, y la cladística. La esencia del ‘’eclecticismo’’ es adoptar como original el documento que explique más fácilmente la derivación de los documentos alternativas. La ‘’stemmática’’ es el intento de construir un ‘’árbol genealógico’’ de los manuscritos existentes para ayudar a determinar su correcta lectura. La cladística hace uso de los análisis estadísticos con un fin similar.

Considerando la evidencia de que pocos documentos se aceptan como totalmente fiables, Louis Gottschalk establece como regla general: "para cada documento particular el proceso de establecer la credibilidad debe ser realizado por separado, independientemente de la credibilidad general del autor". Un autor que generalmente se considera confiable podrá establecer un fondo de probabilidad para el examen de cada uno de sus textos, pero cada pieza de prueba debe someterse individualmente a crítica.

El testimonio de testigos presenciales, como puede ser el propio autor de la fuente en cuestión, debe evaluarse mediante comprobaciones como las siguientes (es obvia la similitud con las expresiones relacionadas con los concepto de testigo y de testimonio en un contexto jurídico):

Louis Gottschalk añade una consideración adicional: "Incluso cuando el hecho en cuestión puede no ser muy conocido por el investigador que está criticando una fuente, cierto tipo de declaraciones son tan incidentales y probablemente contienen tal grado de error o falsedad, que pueden determinarse como poco probables. Si una antigua inscripción en una vía nos dice que tal procónsul la construyó bajo el principado de Augusto, puede ponerse en duda hasta posterior corroboración si realmente fue tal procónsul quien construyera el camino, pero sería más difícil poner en duda que el camino fuera construido durante el Principado de Augusto. Si un anuncio publicitario en un periódico informa a los lectores que "el café A y B se puede comprar en todas las tiendas de confianza al inusual precio de cincuenta centavos por libra," todo lo que la publicidad diga puede ser puesto en duda hasta posterior corroboración, todo excepto que haya una marca de café en el mercado denominada "A y B".[5]

Garraghan indica que la mayoría de la información proviene de "testigos indirectos", personas que no estuvieron presentes en la escena, pero que han oído hablar de los acontecimientos de otra persona.[6]​ A veces pueden usarse testimonios de oídas, pero en esos casos, en que los testigos son una fuente secundaria, no debe confiarse en ellos plenamente, sino que ha de comprobarse:

La comprobación de estas cuestiones pueden proporcionar al historiador la totalidad o la esencia de la fuente principal, en casos en los que las fuentes secundarias sean el único medio de conocimiento de un hecho. En tales casos, la fuente secundaria es la fuente original para el historiador, en el sentido de ser el «origen» de su conocimiento, habiendo siempre de aplicarle las mismos prevenciones que a una fuente primaria en cuanto a su fiabilidad.[7]

Gilbert Garraghan sostiene que la tradición oral puede ser aceptada si cumple estas dos "condiciones generales" o seis "condiciones particulares":[8]

Otros métodos de verificación de la tradición oral pueden existir, como la comparación con la prueba de restos arqueológicos.

El trabajo de campo en África occidental y Europa oriental han contribuido a discutir la fiabilidad o la potencial falta de fiabilidad de la tradición oral.[9]

Una vez que las piezas individuales de información se han evaluado en su contexto, se pueden formar y establecer hipótesis mediante el razonamiento histórico.

C. Behan McCullagh establece siete condiciones para el éxito de un argumento de la mejor explicación:[10]

McCullagh resume, "si el alcance y la fuerza de una explicación es muy grande, por cuanto explica una gran cantidad y variedad de hechos, muchos más que cualquier explicación con la que compite, es probable que sea cierta".[11]

McCullagh establece este tipo de argumento de la siguiente manera:[12]

McCullagh da este ejemplo:[13]

Se trata de un silogismo en forma probabilística, haciendo uso de una generalización formado por inducción a partir de numerosos ejemplos (como la primera premisa).

La estructura del argumento es la siguiente:[14]

McCullagh propone que un argumento de analogía es un "silogismo estadístico encubierto" o, mejor expresado, un argumento de la mejor explicación. Es un silogismo estadístico cuando está "establecido por un número suficiente de casos y varias instancias de generalización", de lo contrario, el argumento puede ser inválido si las propiedades 1 a n no están relacionados con la propiedad n + 1, a menos que la propiedad n + 1 sea la mejor explicación de las propiedades 1 a n. La analogía, por lo tanto, es indiscutible sólo cuando se utiliza para sugerir hipótesis, no como un argumento concluyente.

En inglés:




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