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Misántropo



La misantropía (del griego μίσω miso 'yo odio' y άνθρωπος anthropos 'hombre, ser humano') es una actitud social y psicológica caracterizada por la aversión general al género humano.[1]​ Su antónimo es la filantropía: amor a los seres humanos.

No implica necesariamente desagrado por personas concretas, sino animadversión por los rasgos compartidos por toda la humanidad. Un misántropo es, por tanto, una persona que muestra antipatía por los seres humanos y la humanidad en su conjunto. Puede ser ligera o marcada, así como de características muy diferentes: desde lo inofensivo, la crítica social, hasta la destrucción o la autodestrucción.

El nacimiento de la misantropía en la literatura se atribuye a numerosos escritores satíricos, como William S. Gilbert (Odio a mis congéneres). Se deben examinar estrechamente tales identificaciones, pues una visión crítica o parodia de la humanidad se puede confundir con misantropía, dado que contiene rasgos de desagrado no considerados como tal repulsión.[2]

La representación teatral clásica de la misantropía se encuentra en la comedia, principalmente con la obra de Molière 'El misántropo'.

Entre el pesimismo filosófico y la misantropía existe una distinción importante. Immanuel Kant aseveró:

Aunque esta no era una expresión acerca de la inutilidad de la propia humanidad. Asimismo, Samuel Beckett en una ocasión comentó:

alegato quizás perceptible como desolador y desesperado, pero no como antihumano o expresivo de algún repudio por la humanidad.[2]

Quizás sea en la filosofía donde se observa el odio más primitivo hacia el ente humano. Desde siempre, los filósofos han considerado al «hombre» como el mayor de los peligros.

decía Séneca en sus cartas. Pero no es solo cuestión de preservarse del hombre, sino que hay un placer filosófico por la ruina de las existencias entregadas a lo sensible y a lo pasional. Se habla de placer, no propiamente de apatía hacia el hombre, pues hay una dicha que surge de la desgracia ajena que, según Kant, significa la aparición de la misantropía en todo su horror.[3]

No se trata solo de estar a salvo de la impunidad, sino que, con regocijo, el filósofo observa el espectáculo de ver al resto de los hombres cubiertos por ella.

Por otra parte, el filósofo alemán Arthur Schopenhauer era casi tan ciertamente misántropo como indica su reputación. Escribió:

Sin embargo, la misantropía no equivale necesariamente a actitud inhumana hacia la humanidad. De hecho, Schopenhauer concluyó que:

También analizó el suicidio desde una actitud comprensiva que resultaba extraña para su tiempo, cuando era un tema tabú.[2]

Por otro lado, sin poderse considerar adopción de una postura propiamente misantrópica, resulta interesante observar la posición adoptada por el filósofo español José Ortega y Gasset con respecto a la materia tratada. En el prólogo para franceses de su célebre obra intitulada La rebelión de las masas, abiertamente declara:

El alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche, con su filosofía del Übermensch, muestra desprecio hacia el humano. Lo incita a superarse a sí mismo y a ser «superhombre». Como ejemplo se puede citar lo siguiente.

Se ha reflexionado acerca de la idea que origina el sentimiento misantrópico: ¿Se trata de rechazo hacia «la Humanidad» como ente abstracto o hacia los hombres concretos de carne y hueso? El término humanidad excede enormemente a «las personas»: abarca la idea de algo que se extiende en el tiempo, de un legado y de un proyecto. Entonces, en el ámbito político, la misantropía no se expresa en rechazo genérico hacia la humanidad, sino en desprecio hacia lo que hace el ser humano cuando detenta el poder o cuando carece de él.

Desde Platón hasta Séneca tenían esta visión del ente humano, condición de la cual solo era posible sustraerse por medio de la Filosofía.

Tito Livio sostenía:

Ya en la Modernidad, según la tradición escéptica, al mundo se le considera «hospital de locos», poblado de existencias insensatas e incurables.

En casos extremos, la misantropía ha conducido a asesinatos masivos. Carl Panzram, asesino de más de 20 personas en 1922. Desde la cárcel de Washington DC expresó:

Otro ejemplo: los asesinos que en 1999 realizaron tiroteos en el Instituto Columbine, mataron a 13 personas y se suicidaron. En sus diarios mencionaban su odio a la especie humana [cita requerida].

Algunos han considerado elevar la misantropía a una protociencia de la misantropología[cita requerida].

En 1992 la ensayista estadounidense Florence King, autoproclamada misántropa, escribió un libro de humor, titulado With Charity Towards None: A Fond Look at Misanthropy («Por caridad hacia nadie: una entrañable mirada hacia la misantropía»), acerca de la historia de un misántropo.



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