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Mostaza



La mostaza hace referencia generalmente al condimento envasado con apariencia externa pastosa y de sabor picante que se elabora de las semillas de varias plantas del género Sinapis, familia de las crucíferas, que también incluye las coles y los nabos.
Asimismo, hace referencia también a la pequeña semilla de mostaza, usada como especia y que se emplea frecuentemente en algunas gastronomías, como por ejemplo: la alemana, la india o la francesa, entre otras.

En el castellano clásico, la mostaza se denominaba jenabe, que a su vez proviene del latín sinapis, y este del griego con el mismo nombre, de aquí proviene la palabra sinapismos que son las cataplasmas de mostaza aplicadas al pecho como remedio natural de catarros y otras afecciones pulmonares.

La denominación, tal y como se conoce hoy en día, aparece por primera vez en Francia posiblemente hacia 1220 de una derivación de la palabra latina mustum y la primera constancia registrada del nombre asociado al condimento es ‘moutarde’ y se sospecha que provenga del latín vulgar mustum ardens (‘mosto ardiente’) por tener los romanos la costumbre de añadir, o diluir, granos de mostaza en el zumo de la uva (mosto). Casi en la misma época aparece registrado en castellano con el nombre de mostaza y en Italia con el de mostarda.

Las semillas de mostaza están relacionadas desde varios enfoques religiosos como las semillas de fe y de abundancia. Esta semilla se nombra como algo muy pequeño que se multiplica y simboliza la abundancia y el fenómeno de la multiplicidad.

Se cree que fueron los romanos quienes desarrollaron el preparado de mostaza que conocemos hoy. Mezclaban jugo de uva sin fermentar -conocido como "mosto"- con semillas de mostaza -llamadas sinapis- para formar el mustum ardens o "mosto ardiente". La empleaban como condimento gastronómico; Plinio la menciona como aditamento de los vinos especiados, y -como también confitaban en vinagre sus hojas- se utilizaba en la elaboración del moretum (queso especiado). También se empleaba como planta medicinal aplicada como remedio contra los dolores de cabeza o simplemente como digestivo. Los griegos la usaban como condimento y Pitágoras recomendaba su consumo, pues creía que mejoraba la memoria y levantaba el ánimo; se sabe también que el botánico Teofrasto la cultivaba en los jardines.

Se puede considerar este periodo como el primero en que tuvo auge esta especia. De hecho, se empieza a emplear como condimento de carnes (sobre todo vacunas) y tal vez para ocultar el sabor de la carne en mal estado. Es en el siglo XIII cuando aparece en casi todos los platos de la gastronomía europea, y su cultivo se intensificó; así se puede comprobar en las ciudades de Cremona en Italia y Dijon en Francia; en esta última la producción continúa hoy en día, y se considera una de las primeras del mundo (una gran parte de la producción mundial proviene de esta región de la Borgoña y, la otra, de Canadá).

Ya en la época moderna nos encontramos numerosas recetas de elaboración diversas por país, en España en el siglo XVII, por ejemplo, el cocinero de los reyes de la Casa de Austria, Francisco Martínez Motiño, menciona una receta española[1]​ de elaboración de la mostaza. Posteriormente en el siglo XX se hace famosa por una simple semejanza de olor con la iperita que tiene el gas mostaza (no tiene ninguna otra cosa en común).

Hoy en día se emplea como salsa acompañante de salchichas (especialmente los perritos calientes) y es un ingrediente importante de las hamburguesas. También se emplea en algunos sándwiches (principalmente la del tipo americano que viene coloreada con cúrcuma, llamada mostaza preparada). En varios países también acompaña a las comidas rápidas autóctonas tales como la arepa cabimera, tumbarranchos o patacón (en Venezuela) o las sopaipillas (en Chile).

La variedad francesa o tipo Dijon suele emplearse en platos de estilo gourmet.

La mostaza es una salsa baja en calorías y carece de colesterol al no tener como ingrediente ningún tipo de grasa animal. Su semilla tiene un alto contenido proteico y de minerales. Además posee propiedades antisépticas y digestivas.

La mostaza blanca dulce (Brassica alba) crece de forma silvestre en el norte de África, el Oriente Medio y la Europa mediterránea, extendiéndose ampliamente por su prolongado cultivo. La mostaza morena (Brassica juncea), originaria de las laderas del Himalaya, se cultiva comercialmente en el Reino Unido, Canadá y Estados Unidos. La mostaza negra (Brassica nigra), se cultiva en Argentina, Brasil, Estados Unidos y algunos países europeos. Canadá cultiva el 90 % de toda la semilla de mostaza para el comercio internacional.

Semillas para elaborar mostaza

Polvo de mostaza blanca

Mostaza dulce al estilo de Baviera

Mostaza tipo Dijon

Mostaza al estilo francés, mezclada con mostaza oscura

Se sabe que existen unas cuarenta especies distintas de mostaza, de las cuales sólo tienen interés culinario y médico la denominada mostaza blanca (Sinapis alba), la mostaza negra (Sinapis nigra) y la mostaza salvaje (Sinapis arvensis). Se emplea fundamentalmente en gastronomía como condimento de algunos platos y en la elaboración de algunas salsas, como la Cumberland (elaborada con oporto) en la cocina portuguesa y la salsa Robert, inventada por Robert Vinot, en la gastronomía francesa. En algunos países de Europa Oriental se utiliza una mostaza agridulce, hecha a base de dos partes de mostaza por una de mayonesa, sazonada con especias y endulzada con azúcar.

La mostaza es un ingrediente que está presente en numerosos alimentos. Debido a su capacidad de inducir procesos de alergia, de acuerdo con las directivas de la Comunidad Económica Europea, es obligatoria su identificación en los alimentos que la contengan.[2]



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