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Mus (animal)



Mus es un género de roedores miomorfos de la familia Muridae que incluye la mayoría de los roedores llamados comúnmente ratones, si bien el nombre de ratón se usa para varias especies más pertenecientes a otros géneros.

Los fósiles más antiguos atribuidos a este género datan del Mioceno superior de Asia y África.[1]

El cuerpo de los ratones está cubierto de pelos, y separado en tres partes:

La cabeza se encuentra separada del tronco por un cuello señalado. Las ventanas nasales externas se abren a la cara ventral del morro; un poco más arriba, se encuentran los bigotes, que sirven como órganos táctiles. Los ojos del ratón están provistos de párpados; la boca, limitada por dos labios.

El tronco lleva lateralmente los dos pares de miembros; en su base están ubicadas las ubres y los orificios urinario, genital y anal. La pata superior posee cuatro dedos bien desarrollados, terminados por garras, y cinco callosidades palmares. La pata inferior posee cinco dedos bien desarrollados.

El más común y conocido es el ratón de casa (Mus musculus), que es el segundo mamífero más extendido del planeta tras el ser humano. Aunque varias especies de ratones habitan en el ámbito doméstico, tanto como comensales de los humanos, como mascotas y animales de laboratorio, otras son de hábitat rural. Puesto que son capaces de consumir las cosechas o las reservas de alimento humanas, se han desarrollado desde antiguo numerosos medios para combatir su presencia, incluyendo la domesticación de depredadores como el gato, el hurón, la jineta y varias mangostas. En la naturaleza son presa de varios mamíferos carnívoros, aves de presa diurnas y nocturnas, lagartos, serpientes, sapos, grandes invertebrados depredadores y otros roedores.

Todo esto ocasiona que la vida de un ratón rara vez exceda los tres meses de duración, aunque en cautividad pueden llegar a los dos años. El ratón casero o doméstico puede ser una buena mascota, aunque su principal interés para los humanos radica en sus virtudes como animal de laboratorio: es fácil de alimentar, ocupa poco sitio, se reproduce con rapidez y es un mamífero, por lo que muchos de los resultados que tienen los experimentos sobre ellos coinciden muchas veces con los que tendrán luego sobre los humanos. El ratón doméstico es, además una de las primeras especies en las que se ha secuenciado su genoma de forma completa, así como una de las pocas que ha viajado al espacio exterior. En 2006 un grupo de ratones orbitó alrededor de la Tierra sometidos a una fuerza de gravedad como la de Marte.[2]

Los ratones diferencian los tonos claros y oscuros, pero no pueden distinguir colores. Para ellos, el mundo está pintado en diversas tonalidades de gris.[cita requerida]

En la naturaleza, la mayoría de las especies de Mus son herbívoras, consumen todo tipo de frutas o granos de las plantas. Debido a esto, los ratones se adaptan bien a las zonas urbanas y son conocidos por comer todo tipo de restos de comida. En cautividad, los ratones son alimentados con dieta comercial pildorada para ratones, pero son capaces de consumir toda clase de alimentos tanto en naturaleza como cautividad. La ingesta de alimentos es de aproximadamente 15 g por 100 gramos de peso corporal por día, la de agua es de aproximadamente 15 ml por cada 100 g de peso corporal por día. La carne que devoran procede fundamentalmente de la carroña, en ocasiones perteneciente a otros individuos de su misma especie. Este canibalismo es frecuente en épocas de hambruna (ocasionadas muchas veces por las propias plagas de ratones cuando devoran todos los recursos del medio) y a veces se ha llegado a observar a algunos individuos en situación límite que se comían su propia cola.

Existen 39 especies del género Mus en cuatro subgéneros:

Una proliferación excesiva en la población de ratones puede significar una plaga. Esta situación, por ejemplo en los campos, lleva a la devastación de cultivos. Los ratones que habitan estas zonas pueden roer la corteza de árboles y arbustos, acabar con frutos almacenados, y devorar tallos o arbustos jóvenes.

Al igual que las ratas, las plagas de ratones pueden ser especialmente dañinas tanto para las cosechas humanas como para el medio ambiente, si se liberan en algún lugar donde carecen de depredadores. Esto ha ocurrido a lo largo de la historia en varias islas oceánicas, donde se convirtieron en una plaga que arrasó con varias plantas y las nidadas de aves endémicas, y llevaron a algunas especies hasta la extinción. Las malas condiciones de higiene en que se desarrollan en las ciudades convierte a los ratones, también, en importantes transmisores de diversos parásitos y enfermedades que pueden afectar al ser humano.

Por esta razón, se ha extendido el uso de trampas y venenos para combatirlos, a veces con dramáticos daños colaterales en las poblaciones de otras especies animales.

A la fecha, existen medidas de control químicas y comportamentales; las trampas pegajosas son más eficaces que las ratoneras clásicas, dada la capacidad del ratón de esquivar estas últimas; los sistemas de ultrasonido suelen ser otra alternativa, aunque se corre el riesgo de que el ratón se adapte a ellos; por último, los cebos anticoagulantes que matan por ingestión, pero que actúan después de varios días, para así evitar que el resto de ratones del grupo asocien su ingesta con la muerte.[cita requerida]

Los ratones son parte de la experimentación humana. Muchas de las pruebas tienen relación con nuevos productos que se lanzan al mercado, pero también son requeridos para probar nuevos medicamentos destinados a la cura de enfermedades humanas crónicas y mortales.

Después del brote de influenza H5N1 en China en 2006, científicos estadounidenses descubrieron que bajo entrenamiento, los ratones podían detectar a aves portadoras con este virus, de manera que evitarían un contagio masivo o amenaza de epidemia.[3]



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