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Museo de la Vida Rural



El museo de la Vida Rural (en catalán, Museu de la Vida Rural), está el municipio de Espluga de Francolí (Tarragona) España. Es una iniciativa cultural que pretende mostrar la importancia de los valores tradicionales como el esfuerzo, el tiempo y la paciencia para revivir un mundo más sostenible. El Museo forma parte de la Fundación Lluís Carulla y ocupa la hacienda familia Carulla tenía en la población de la provincia de Tarragona, donde muchas generaciones hicieron de boticarios desde principios del siglo XVII.[2]

El museo se creó en 1988 por la Fundación Lluís Carulla, y se exponen herramientas, utensilios, muebles, vestidos, utensilios, etc., propios del pasado, antes de que el progreso modificase todo. Su propósito, más que conservar unos vasijas o unos muebles, es salvar del olvido unas tradiciones para entender el presente fruto de una civilización configurada a lo largo de los siglos. Consta de cuatro secciones: la agricultura, el hogar rural, los oficios tradicionales, y el paisaje de La Espluga y la comarca de la Cuenca de Barberá.

A pesar de ser un Museo eminentemente etnográfico su función cultural sobrepasa esta temática a partir de una extensa programación de exposiciones temporales en diferentes niveles. En los últimos años se han podido ver muestras artísticas de Joan Ponç, Joan Brossa, Guillem Viladot o Philippe Lavaill entre otros.

A inicios del 2008 el Museo de la Vida Rural se sometió a una ampliación que lo dotó con un nuevo edificio anexo, duplicando el espacio para la exposición permanente y dotándolo de nuevas infraestructuras museísticas así como de una moderna museografía. Esta ampliación, diseñada por el arquitecto Dani Freixes fue inaugurada hace poco, llevarán el año 2009.[3]

En marzo del 2009, el Museo de la Vida Rural de Espluga de Francolí entró a formar parte de la Red de Museos Etnológicos de la Generalidad de Cataluña.[4]

Los valores que exponen el MVR quieren demostrar la importancia que tienen la Materia, el Tiempo y el Esfuerzo como factores fundamentales para un mundo más sostenible, en contraste con la vida actual. Así pues, desde esta concepción se reflexiona sobre estos valores para facilitar el análisis, preservación y transmisión de todos estos valores, y para poderlos integrar en la vida cotidiana y social.

El plan de renovación del Museo de la Vida Rural ha comportado cambios importantes, del que cabe destacar la construcción de un nuevo edificio, obra del arquitecto Dani Freixes, que dobla el espacio expositivo del Museo. El Museo cuenta ahora con dos edificios de concepción y diseño muy diferentes, pero que se complementan.[5]​ Esta ampliación hace que el Nuevo Museo pase a ocupar 2900 metros cuadrados, que representan más del doble del que ocupaba antes.

La renovación supone la adecuación y modernización del discurso para posibilitar una comprensión eficaz y completa del mundo rural. Por este motivo, se está trabajando para ampliar el discurso funcional, y que los oficios estén explicados en su contexto y se aprecie su importancia en el sistema económico y de convivencia dentro de la vida rural.

Las transformaciones del MVR conlleva una preponderancia de los audiovisuales, complementada por paneles explicativos en cada vitrina. Más allá de un conjunto de piezas ordenadas, el Museo pretende que las piezas expliquen una historia, la historia rural de Cataluña. Hay una nueva iluminación que ordena los recorridos, hay entre 20-25 puntos de imágenes audiovisuales para explicaciones más didácticas, se incorpora el sonido para disponer de testimonios orales, y además los olores permiten revivir el ambiente de cuero, el hierro o grano.

Es un edificio singular en su contexto, de diseño moderno, pensado para aprovechar el mayor número posible de horas la luz natural. Su estructura externa, en forma de escalera, tiene en cada escalón claraboyas que permiten la entrada de luz directa. Gracias a ello el edificio ha renunciado a muchas ventanas que permiten más espacio en las paredes dedicadas en su totalidad a la exposición de las piezas deseadas sin interrupciones físicas.

El Edificio Nuevo aparenta un contenedor anexo del Edificio Antiguo que alberga los contenidos sobre la transformación que el campo ha vivido desde la introducción de la industrialización hasta nuestros días. En la fachada se hace un homenaje al vocabulario del mundo rural. Palabras que se van perdiendo, palabras que hacen referencia a oficios y herramientas que ya no conocemos, que hemos olvidado o que no sabemos para qué sirven.

Aprovechando el mayor número de recursos medioambientales, el Nuevo Edificio se climatitzará gracias a la energía geotérmica.

El edificio histórico es la casa solariega de la familia Carulla de 1690, y sigue explicando, ahora con la ayuda de audiovisuales, la vida rural anterior a la industrialización del campo. La Casa solariega desde el siglo XVII, es el Edificio Antiguo y fue restaurado y remodelado interiormente durante los años 80 para albergar las piezas del Museo de la Vida Rural, que se inauguró el año 1988. De cara a la reinauguración del Museo el edificio ha sufrido importantes modificaciones para hacer una puesta al día en la museografía, en la disposición de algunas vitrinas y ha sido adaptado para la instalación de las tecnologías más modernas.

El MVR ofrece un recorrido por una vida pasada que se estructura por ámbitos de trabajos: la agricultura, los oficios del pueblo (padre, maestro, cafetero, pastelero, hiladora, boticario, barbero ....) y las labores domésticas.

Se empieza analizando la huella del hombre que ha transformado el territorio y las relaciones entre sus habitantes a lo largo del tiempo. Después se pone hincapié en la trascendencia de la gente que trabaja en el mundo rural: trabajos que permiten preservar la salud de la Tierra, manteniendo el respeto y cuidado al entorno, proporcionando los alimentos de una forma sana y sostenible.

Para entender nuestro presente se visita un espacio donde se habla de las prácticas que hoy en día se conocen y que determinaran la producción del futuro. Después de una mirada general a los datos globales del Mundo Rural, nos despedimos del recorrido pasando por un espacio de reflexión y animación en torno a la metáfora de la siembra, los abonos, el riego y sus consecuencias.[6]

La exposición del MVR explica a través de la ayuda de audiovisuales, la vida rural anterior a la industrialización del campo. Para recuperar esta visión del mundo, el Museo cuenta con cuatro secciones: la agricultura tradicional, la casa solariega, los oficios tradicionales, y L'Espluga y la Cuenca de Barberá.

La visita comienza por el jardín, que había tenido los huertos de la casa. En el exterior del Museo hay una colección de retratos, entre los que destacan el del Monasterio de Santa María de Poblet, el de la Bodega Cooperativa de la Espluga (Celler Cooperatiu de l'Espluga es un edificio modernista, obra del arquitecto Lluís Domènech y Montaner), y los de fiestas y tradiciones populares como el Corpus, el baile de bastones, la Pascua, etc.

En el jardín hay una reproducción de la Cruz histórica del Huerto, que fue destruida a principios del siglo XX. Los restos de la cruz gótica original se conservan en el interior del Museo. Entre las colecciones del Museo hay un notable conjunto de dioramas elaborados por agrupaciones de pesebristas de toda Cataluña, sobre todo dedicados a la Navidad, pero también a otras tradiciones y costumbres. A la vuelta de los carros, se pueden encontrar diversos medios de transporte usados antiguamente: una tartana, un carro de trabuco, uno de escaleras y un carro de turno, destinado al transporte de grandes cubas de vino. Bajo la bóveda hay un friso dedicado a trabajos y oficios tradicionales, obra de Llucià Navarro.

El Museo de la Vida Rural se abre haciendo atención al campesinado, la actividad tradicionalmente más importante de la Cuenca de Barberá. La viña, los cereales y el olivo son los cultivos más extendidos. Estas actividades están representadas en la primera planta del Museo con las herramientas, las máquinas y los sistemas de producción más importantes. Destacan los lagares originales de la casa, destinados a la fermentación del mosto, junto con las dos grandes prensas de uva, y el molino y una prensa de aceite del siglo XVI. En esta planta también se puede observar La Sala Traité de etnografía rural: Esta sala expone la obra del artista olotense Josep Traité. Se trata de figuras individuales o de conjuntos de temática etnográfica elaborados en terracota, una forma de arte de gran tradición en Cataluña.

La casa, a la que se dedica la exposición de la segunda planta, contenía todo lo necesario para la vida cotidiana: el mobiliario, el vestido, la cocina, los utensilios caseros, etc., Aspectos que hay que relacionar con las costumbres familiares , festivos y religiosos, y los trabajos domésticos. En esta planta hay asimismo una sección dedicada a la farmacia del linaje Carulla (ss. XVIII-XIX).

Dar a conocer los oficios, las técnicas y las herramientas de los antiguos artesanos es uno de los objetivos del Museo de la Vida Rural. La exposición de la tercera planta incluye herramientas y objetos de los principales oficios tradicionales, desde el baster, el carretero, el cordero, el carpintero o el botero, hasta el zapatero y el alpargatero, pasando por las diversas especialidades generadas a partir del oficio de herrero, como la de cerrajero o forjador, la de herrador de caballos o la de Clavetaire. También se dedica un espacio al oficio de pastelero, de tradición muy arraigada en la Espluga.

El Museo ofrece secciones monográficas con una perspectiva local, sobre el pueblo de La Espluga de Francolí y la comarca de la Cuenca de Barberá. Van dedicadas sobre todo al medio natural (la tierra y el paisaje, la estructura geológica, la flora, la fauna, la cueva de la Font Major), a la historia de la población desde su fundación hasta la actualidad, etc.

El Museo de la Vida Rural cuenta con muchos metros cuadrados de pinturas murales realizadas por el artista barcelonés Llucià Navarro, que ejemplifican diferentes aspectos de la vida rural como trabajos, tradiciones y costumbres, relacionadas con las piezas conservadas en el Museo, y que también hacen referencia a edificios y instituciones del lugar.

El ilustre pintor se encargó igualmente de la decoración del nuevo presbiterio del templo parroquial del pueblo, y pintó varios murales, entre los que cabe destacar el mosaico romano de la fachada principal, y de la Residencia Jaume I.

El MVR también cuenta con un conjunto de espacios que sirven para ubicar exposiciones temporales de interés para sus visitantes. Existe un listado numeroso de exposiciones temporales, presentaciones, conferencias y otros actos que se han llevado a cabo. En los últimos años se han podido ver muestras artísticas de Joan Ponç, Joan Brossa, Guillem Viladot o Philippe Lavaill entre otros. Actualmente se ubica una exposición llamada Vestigios, de pintura y escultura inspirada en el descubrimiento de una nave que naufragó en el siglo XIV en la desembocadura del río Llobregat. Contiene cuadros inspirados en el Museo, pintados sobre tapas de antiguas barricas de vino, y muchos grabados de la ermita de la Santísima Trinidad de la Espluga de Francolí.

El MVR ofrece diferentes servicios a sus visitantes para dar la mejor de las estancias en el Museo, desde los aspectos didácticos como de facilidades para poder llegar en diferentes medios de transporte. El Museo cuenta con aparcamiento de autocares, también una tienda donde adquirir recuerdos del Museo, además de accesos preparados para personas de movilidad reducida.

Para favorecer una visita más activa y reflexiva en el museo, el MVR da diferentes propuestas pedagógicas y visitas guiadas dirigidas tanto a alumnos como para adultos, entidades culturales, centros para gente mayor, e interesados en la etnografía rural.



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