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Númenóreanos negros



Los númenóreanos negros (en el original inglés, black númenóreans) son una raza ficticia del legendarium del escritor J. R. R. Tolkien. Son aquellos dúnedain de Númenor que durante la Segunda Edad emigraron hacia la Tierra Media, especialmente a Umbar. En general estos hombres pertenecían a la facción númenóreana conocida como los «Hombres del Rey», enfrentada con la facción de los Elendili o «Fieles», en las luchas civiles que asolaron la isla.

En el año 3255 S. E., Ar-Pharazôn, el monarca número 25 de Númenor, navegó a la Tierra Media para desafiar a Sauron, a quien los númenóreanos conocían como Zigûr,[1]​ había afirmado ser el Rey de los Hombres y el señor de la Tierra Media. Ar-Pharazôn atracó en Umbar, pero Sauron al ver el poder de Númenor, se rindió sin luchar.

Sauron fue llevado a Númenor como prisionero, pero pronto sedujo al rey y muchos otros númenóreanos prometiéndoles la vida eterna si adoraban a Melkor. Con Sauron como su asesor, Ar-Pharazôn tenía un templo de 500 pies (150 m) de altura erigido en Armenelos, la capital. En este templo se hacía adoración a los Valar en la antigüedad, pero bajo la persuasión de Sauron, se ofrecieron sacrificios humanos a Melkor (los seleccionados para ser sacrificados eran parte de los Fieles).

Durante este tiempo, el Árbol Blanco de Númenor, Nimloth, que estaba frente a la Casa del Rey en Armenelos y cuyo destino se decía que estaba atado a la línea de los reyes, fue cortado y quemado como un sacrificio a Melkor bajo el mandato de Sauron. Isildur, heroicamente y con gran riesgo personal, rescató un fruto del árbol que se convirtió en el Árbol Blanco de Gondor en el futuro, preservando la antigua línea de árboles.

Ar-Pharazôn, bajo el consejo de Sauron, construyó una gran armada y zarpó hacia el Oeste para hacer la guerra a los Valar, con la intención de apoderarse de Valinor, y así lograr la inmortalidad. Sauron se quedó en Númenor. Esta fuerza fue citada por Tolkien como la "mayor fuerza jamás reunida en Arda".

En el año 3319 S. E., Ar-Pharazôn atracó en las orillas de Aman. Como los Valar tenían prohibido actuar directamente contra los Hombres, Manwë, rey de los Valar, invocó a Eru Ilúvatar para que interviniera. La intervención directa de Eru dio como resultado un cataclismo de grandes magnitudes donde la tierra se abrió en dos, tragándose a todos los hombres y la flota que habían desembarcado en Aman. En cambio Númenor, se hundió bajo el océano. Toda la población de la isla, con una notable excepción, se ahogó. Muchos númenóreanos estaban en la isla, pero la mayoría de ellos estaban con Ar-Pharazôn y su armada, y también se encontraron con su destino en el Cambio del Mundo: la Tierra hasta entonces plana se transformó en un globo terráqueo, [2][3]​ y las Tierras Inmmortales se ocultaron de la Arda para siempre.

Muchos de los Hombres del Rey lograron huir del hundimiento de Númenor en 3320 S. E., desembarcando en Umbar. Los númenóreanos cayeron bajo la sombra de Sauron por lo que la característica de «negro» en el nombre de númenóreano destaca la maldad producto del orgullo que tenían estos hombres y que más tarde terminó arrastrándolos a la servidumbre y esclavitud en la que los sumergió Sauron para sus oscuros fines.

Tras la derrota de Sauron en la Guerra de la Última Alianza entre Elfos y Hombres, los númenóreanos negros construyeron un estado soberano que dominó todo el territorio conocido como el Cercano Harad y se enfrentó a Gondor durante muchos siglos de la Tercera Edad, hasta que finalmente fueron derrotados por el rey Hyarmendacil I en el 1050 T. E. A partir de ese momento los númenóreanos negros desaparecen de los anales de la historia del Reino del Sur

Uno de los númenóreanos negros, según lo que nos relata Tolkien, es el heraldo de Sauron que aparece en El retorno del Rey, llamado la «Boca de Sauron».

Para los númenóreanos negros el árbol oiolairë (‘verano eterno’ en quenya), una de las especies de Nísimaldar, era sagrado. Una de sus costumbres era la de bendecir los barcos para que tuvieran un buen viaje, y para ello cortaban una rama de oiolairë y la ponían en el barco como ofrenda a Ossë, el maia que controla los mares.





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