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Naturalismo metodológico



El término naturalismo (del latín naturalis) se usa para denominar las corrientes filosóficas que consideran a la naturaleza como el principio único de todo aquello que es real. Es un sistema filosófico y de creencias que sostiene que no hay nada más que naturaleza, fuerzas y causas del tipo de las estudiadas por las ciencias naturales; estas existen para poder comprender nuestro entorno físico.

El naturalismo mantiene que todos los conceptos relacionados con la consciencia y la mente hacen referencia a entidades que pueden ser reducidas a relaciones de interdependencia (superveniencia) con fuerzas y causas naturales.

Más específicamente, rechaza la existencia objetiva de algo sobrenatural, como ocurre en las religiones humanas. También rechaza la idea de la teleología (atribuir a un proceso una finalidad), viendo todas aquellas cosas "sobrenaturales" como explicables en términos naturales.

No se trata sobre una mera visión sobre los estudios científicos actuales, sino también de lo que la ciencia descubrirá en el futuro. El naturalismo ontológico tiene una visión monista de la realidad.

Algunas formas de naturalismo excluyen decididamente todo tipo de mecanicismo, como es el caso del materialismo dialéctico marxista —que puede englobarse también dentro del naturalismo—, para el que la realidad no está regulada por leyes mecánicas sino por la tríada hegeliana de la tesis, antítesis y síntesis.

Las tesis soteriológicas revisten excepcional importancia —como se pone de relieve en todo pensamiento religioso o de corte platónico. En el naturalismo, el ser humano es un ser plenamente radicado en sí mismo y que en sí mismo adquiere todo su sentido. De ahí que el naturalismo suela desembocar en un humanismo radical, tal como aconteció con el naturalismo renacentista y con el del siglo XVIII. La perfección del ser humano —según esta posición— se encuentra en el mejoramiento de su propia naturaleza, no en la mutación de ella.

Cabe también destacar la íntima ligazón entre el naturalismo y el progreso de la ciencia físico-natural. Aunque este factor es meramente fáctico —y aun a ese nivel discutible: Dewey, por ejemplo, no reconoce esta ligazón—, parece que ha ido ligado al desarrollo de las ciencias positivas, en especial de la física y la biología. Así ha sucedido con el naturalismo de los presocráticos, en los que la preocupación por la physis, la naturaleza, les llevó a una concepción naturalista de la realidad; con los pensadores renacentistas, influidos por el auge de la nueva ciencia; con el naturalismo decimonónico, que toma ocasión en gran parte de la grandiosa comprensión del cosmos que ofrecía la física newtoniana y los nuevos descubrimientos de la biología evolucionista, y, por último, con el actual naturalismo, basado en la nueva visión que del Universo presenta el progreso científico.

Finalmente, dentro de un naturalismo consecuente, los problemas epistemológicos no alcanzan la virulencia a que llegan en el seno de otras concepciones; por ejemplo, en el idealismo. Suele darse en los pensadores naturalistas una cierta confianza en el poder espontáneo de los órganos cognoscitivos humanos para captar la realidad. La correlación establecida por el naturalismo entre el hombre como microcosmos y el universo como macrocosmos conduce a la creencia, más o menos explícita, de que entre ambos se da una simpatía óntica fundamentadora de una fácil captación del ser del segundo por la facultad cognoscitiva del primero. Y, de hecho, la gnoseología del naturalismo ha sido siempre un tanto deficiente. A este aspecto del naturalismo, aunque se habla de la absolutización de la naturaleza, de la negación de la dualidad naturaleza-espíritu o de la dualidad natural-sobrenatural. También se caracteriza el naturalismo por el llamado “optimismo antropológico” y por el hecho de mostrar una confianza en el naturalismo. Es destacable, también, el que se refiera la figura de John Dewey como un psicólogo naturalista que puso énfasis decidido en el tema de la educación; este apoya las diferencias entre los conjuntos opuestos de cada uno.

Históricamente el naturalismo ha tenido cuatro momentos principales, por lo que puede distinguirse entre un naturalismo griego, un naturalismo renacentista, un naturalismo moderno y un naturalismo actual. Los filósofos naturalistas hacen que se elaboren muchas nociones importantes que pasarán al patrimonio filosófico de la verdad.

El naturalismo metafísico o naturalismo ontológico es una doctrina y un sistema de creencias que sostiene que no hay nada más que naturaleza, fuerzas y causas del tipo de las estudiadas por las ciencias naturales, aquellas que se requieren para comprender nuestro entorno físico.

El naturalismo metafísico mantiene que todos los conceptos relacionados con la consciencia y la mente hacen referencia a entidades que pueden ser reducidas a relaciones de interdependencia (superveniencia) con fuerzas y causas naturales.

Más específicamente, rechaza la existencia objetiva de algo sobrenatural, como ocurre en las religiones humanas. También rechaza la idea de la teleología (atribuir finalidad a un proceso), viendo todas aquellas cosas "sobrenaturales" explicables en términos naturales.

El naturalismo metodológico se ocupa de los métodos para aprender qué es la naturaleza. Estos métodos son útiles en la evaluación de afirmaciones sobre la existencia y el conocimiento y en la identificación de mecanismos causales responsables de la aparición de fenómenos físicos. Intenta explicar y probar los esfuerzos, hipótesis y eventos científicos con referencia a causas y eventos naturales.

Este segundo sentido del término "naturalismo" busca proporcionar un marco dentro del cual realizar el estudio científico de las leyes de la naturaleza. El naturalismo metodológico es una forma de adquirir conocimiento. Es un sistema de pensamiento distinto relacionado con un enfoque cognitivo de la realidad y, por lo tanto, es una filosofía del conocimiento. Estudios de la socióloga Elaine Ecklund. Sugiere que los científicos religiosos en la práctica apliquen el naturalismo metodológico. Informan que sus creencias religiosas afectan la forma en que piensan sobre las implicaciones, a menudo morales, de su trabajo, pero no la forma en que practican la ciencia.[1]

El naturalismo ético (también llamado naturalismo moral) [2]​ es la visión metaética que afirma:



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