El neoclasicismo es una corriente de la música contemporánea de los siglos XX y XXI que se manifestó especialmente en el periodo de entreguerras, en las décadas 1920 y 1940. Sus características son un retorno a los grupos instrumentales pequeños (de cámara) en lugar de la gran orquesta; uso de la técnica del concerto grosso; énfasis sobre las cualidades contrapuntísticas; y la elusión de la expresión "emocional" típica del romanticismo que surgió durante muchos años.
Después de la Primera Guerra Mundial varios compositores (como Ígor Stravinski y Paul Hindemith) realizaron composiciones donde se notaba un retorno a los cánones del clasicismo de la Primera Escuela de Viena (de Haydn y Mozart) y del barroco, especialmente Johann Sebastian Bach, aunque con una armonía mucho más disonante y rítmicas irregulares. Ese movimiento o tipo de música se denominó "neoclasicismo".
Se considera generalmente que el neoclasicismo se inicia con una obra de Stravinsky, Pulcinella (con referencias a Pergolesi, 1920), y obras sucesivas, como en el Concierto para piano e instrumentos de viento (con referencias a Bach, Händel y Scarlatti, 1924), la Sonata para piano (con referencias a Bach, 1924), la Serenata en La para piano (con referencias que van desde Scarlatti a Debussy, 1925), el Capriccio para piano y orchestra (con referencias a Weber, 1929), el Concierto Dumbarton Oaks (con referencias a Bach, 1938), The Rake's Progress (con referencias a Mozart, 1951), Perséphone (con referencias a Gluck, 1934), El beso del hada (con referencias a Chaikovski, 1928), Oedipus Rex (con referencias que van desde Händel a Verdi, 1927), Apollon (con referencias a Lully, 1928), Jeu de cartes (con referencias a Rossini, 1937) y que se cerrará con los Requiem Canticles, obra en que las referencias son al propio dodecafonismo, y que muchos consideran como una obra puramente tal.
Muchos músicos en esos años escribieron obras que podrían considerarse adscritas a esta tendencia. Prokofiev, por ejemplo, en 1918 ya había compuesto un antecedente claro, la Sinfónica clásica. Ravel firma obras de difícil adscripción estilística, siempre entre el impresionismo y el neoclasicismo, su vinculación no obstante con esta última estética es especialmente expresa en "Le tombeau de Couperin", "Valses nobles y sentimentales", "La Valse" y sus 2 conciertos para piano.
En Francia, por esos años, el Grupo de los Seis está en actividad y tres de sus integrantes, Francis Poulenc, Arthur Honegger y Darius Milhaud puede considerarse que componen obras neoclásicas. También lo hacen Henri Sauguet y Charles Koechlin. El neoclasicismo gozaría de una amplia presencia en Italia, donde encontramos a Alfredo Casella, Gian Francesco Malipiero, Ildebrando Pizzetti o Giorgio Federico Ghedini.
En España, las obra más características de esta tendencia serán de Manuel de Falla: El retablo de maese Pedro y el Concierto para clave y cinco instrumentos. Luego, la generación del 27 le seguirá. Ernesto Halffter con la Sinfonietta (1927), su hermano Rodolfo, con el ballet Don Lindo de Almeria y las Sonatas del Escorial, y Gustavo Pittaluga y Salvador Bacarisse.
Otro de los compositores tradicionalmente considerado neoclásico es Hindemith, que se fija al inicio sobre todo en el barroco. Obras suyas como das marienleben o la serie de los Kammermusik irán evolucionando hasta su obra maestra Matías el pintor.
Según la musicología actual, el término "música clásica" se refiere únicamente a la música del clasicismo (1750-1803 aprox.), inspirada en los cánones estéticos grecorromanos de equilibrio en la forma y moderación en la dinámica y la armonía...
Comúnmente se llama "música clásica" al tipo de música que se contrapone a la música popular y a la folclórica. Esto puede comprobarse en los medios de comunicación, en las revistas de divulgación musical y los folletos que acompañan a los CD de música académica. Para definir ese tipo de música que se relaciona con los estudios en conservatorios y universidades, los musicólogos prefieren el término "música académica".
Como los antiguos griegos y romanos no pudieron inventar maneras de conservar la música (mediante soportes gráficos como partituras o soportes sonoros como grabadores), el neoclasicismo de los siglos XVIII y XIX como resurgimiento de las artes clásicas grecorromanas (arquitectura, escultura, pintura) no alcanzó a la música. De todos modos los músicos de fines del siglo XVIII, influenciados sin duda por el arte y la ideología de la época, trataron de generar un estilo de música inspirado en los cánones estéticos grecorromanos:
Algunos compositores a continuación pueden tener solo música escrita en un estilo neoclásico durante una parte de sus carreras.
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