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Noche oscura del alma



Noche oscura del alma es una metáfora utilizada para describir una fase en la vida espiritual de una persona, marcada por un sentido de soledad y desolación. Se hace referencia en tradiciones espirituales de todo el mundo, pero en particular en el cristianismo.

La noche oscura del alma es el título de un poema escrito por el poeta español del siglo XVI Juan de la Cruz, místico católico, así como de un tratado que escribiría más tarde, haciendo comentarios sobre el poema. San Juan de la Cruz era un sacerdote de la Orden de los Carmelitas Descalzos. Su poema narra el viaje del alma desde su casa corporal hasta su unión con Dios. El viaje ocurre durante la noche, que representa las dificultades que el alma afronta en viajar desde el mundo y llegar a la luz de la unión con el Creador. Hay unos cuantos pasos en esta noche, que se relacionan en sucesivas estrofas. La idea principal del poema se puede ver como la experiencia dolorosa que la gente soporta cuando procura crecer en madurez espiritual y unión con Dios. El poema se divide en dos libros que reflejan las dos fases de la noche oscura. La primera es una purificación de los sentidos. La segunda y más intensa de las etapas es la de la purificación del espíritu, que es la menos común de las dos. Noche oscura del alma además describe los diez pasos en la escala de amor místico, previamente descrito por Santo Tomás de Aquino y en parte por Aristóteles. El texto se escribía mientras Juan de la Cruz era aprisionado por sus hermanos Carmelitas, que se oponían a sus reformas en la Orden.

El tratado, escrito más tarde, es un comentario teológico del poema, explicando su significado estrofa por estrofa.

El término "noche oscura (del alma)" se utiliza en el cristianismo para una crisis espiritual en un viaje hacia la unión con Dios, similar a lo descrito por San Juan de la Cruz.

Santa Teresa de Lisieux, una Carmelita francesa del siglo XIX, sufría una experiencia similar. Centrándose en dudas sobre la vida después de la muerte, según se dice, explicaba a sus amigas monjas "de si sabían en qué oscuridad estaba sumergida,."[1]

Aunque esta crisis es normalmente provisional por naturaleza, también puede durar períodos largos. La "noche oscura" de San Pablo de la Cruz en el siglo XVIII duró 45 años, de la cual se recuperó. Teresa de Calcuta, según cartas escritas en 2007, "puede ser el caso más conocido oficialmente", de este tipo de crisis, desde 1948 casi hasta su muerte en 1997, la sufrió, con solamente breves períodos de alivio.[2]​El fraile franciscano Benedict Groeschel, un amigo de la Madre Teresa durante una gran parte de su vida, declaró que la oscuridad le marchaba hacia el final de su vida.[3]

Jesucristo también pudo haber experimentado tal crisis, cuando pronuncia Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? en la cruz, antes de morir.

Típicamente para un creyente en la noche oscura del alma, las disciplinas espirituales (como oración y dedicación coherente en Dios) de repente parecen que pierden todo su valor; la oración tradicional es extremadamente difícil e ingrata por un período extendido de tiempo durante esta "noche oscura." El individuo puede sentir que como si Dios lo hubiera abandonado de repente. Y su vida de oración se hubiera colapsado. Es importante fijarse sin embargo que la presencia de duda no es equivalente a abandono, de hecho hay una tradición Bíblica fuerte de confusión auténtica delante de Dios. En los Salmos 13, 22, y 44 el rey David, sufre confusión seria y angustia ante Dios, sin embargo esto no es condenado o no se le menciona como infiel.

Más que ocasionando la devastación permanente, la noche oscura se ve por los místicos y otros como una bendición disfrazada, por lo que el individuo está desnudo (a oscuras) del éxtasis espiritual asociado con actos de virtud. Aunque el individuo puede por un tiempo parecer que decline aparentemente sus prácticas de virtud, en realidad se vuelve más virtuoso, en la medida que está siendo virtuoso menos para las recompensas espirituales (éxtasis) obtenidas y más por un amor verdadero por Dios. Es este purgatorio, un purgatorio del alma, que lleva pureza y unión con Dios.

Ciertos estudiosos[4]​ sugieren que este concepto de la noche oscura del alma proviene de una influencia del sufí andalusí Ibn Abbad al-Rundi y, más generalmente, de la Shadhiliyya, y dibujan conexiones detalladas entre estas enseñanzas y los de san Juan de la Cruz. Otros estudiosos empero, como José Nieto, sostienen que esta doctrina mística es bastante universal y que las similitudes que existen entre los trabajos de San Juan y de Ibn Abbad son el fruto de un desarrollo independiente y no de una influencia.[5]

Según la meditación del budismo vipassana el practicante pasa por "dieciséis etapas del pensamiento" (nanas)[6][7]​ en su búsqueda del 'despertar'. De estos, los pasos cinco a diez son "el conocimiento del sufrimiento" (dukkha nanas), y los budistas occidentales y los profesores de budismo regularmente comparan esta experiencia en la Noche oscura, por ejemplo Jack Engler.[8]

Los cinco pasos son: conocimiento de disolución (bhanga nana); conocimiento del temor (bhaya nana); conocimiento de sufrimiento (adinava nana); conocimiento del asco (nibbida nana); conocimiento del deseo de liberarse (muncitukamayata nana) y conocimiento de recontemplación (patisankha nana). Todo eso sería necesario ya que una vez superados estos pasos se llega al decimocuarto que es el del "Conocimiento del camino" (maga nana).

Estas experiencias han conducido a la especulación que la Noche oscura es un estado espiritual o místico reconocido independientemente de un sistema de valores específico. El autor budista Daniel Ingram, que también invoca a San Juan, utiliza el término "mapas" para la secuencia de estados mentales:[9]​ "Los mapas cristianos, los mapas sufíes, los mapas budistas de los tibetanos y del theravada, así como los mapas de cabalistas e hindúes son extraordinariamente coherentes en sus fundamentos. (…) Estos mapas, de los budistas u otros, hablan de algo inherente sobre la manera en que la mente avanza en el camino de la sabiduría fundamental de la mente y del cuerpo."

No todas las variantes del budismo reconocen estas etapas.




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