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Odobenus



La morsa (Odobenus rosmarus) es una especie de mamífero pinnípedo de la familia Odobenidae. Es de gran tamaño y habita en los mares árticos. Existen dos subespecies, la morsa del Atlántico (Odobenus rosmarus rosmarus) y la del Pacífico (Odobenus rosmarus divergens) .[2]​ La población mundial de morsas se calcula en unos doscientos cincuenta mil ejemplares.

La morsa pertenece al orden Carnivora y al suborden (o, según otros, superfamilia) Pinnipedia.

El nombre latín Odobenus viene del griego odous ("diente") y baino (andar), ya que se observó que las morsas utilizaban sus colmillos para impulsarse al salir del agua. Rosmarus procede de la palabra sueca que significa morsa. Divergens ("divergente") hace referencia a los colmillos.

La palabra española "morsa" procede del lapón o del finés y llegó al español a través del francés o del inglés. En esta última lengua, sin embargo, la palabra más antigua, "morse", cayó en desuso y fue sustituida por la actual, "walrus", que procede del danés "hvalros", que significa "ballena-caballo" o "vaca de mar" y es común a otras lenguas germánicas. Los esquimales la llaman "aivik" en inuit y, en yupik, "aivuk".

Se reconocen dos[2]​ subespecies de morsa,[3]

La morsa atlántica (Odobenus rosmarus rosmarus) habita en una región que va desde el Ártico canadiense hasta el mar de Kara. Se cree que existen actualmente unos 22 500 ejemplares (6000 en Rusia y Noruega, 12 000 en Canadá y 4500 en Groenlandia).

La morsa del Pacífico (Odobenus rosmarus divergens) se encuentra al norte del océano Pacífico, desde el mar oriental de Siberia hasta el mar de Beaufort, así como en el mar de Láptev. Existen como mínimo 200 000 ejemplares de morsa del Pacífico, en las costas de Rusia y los Estados Unidos.[4]

La morsa del Pacífico es algo mayor: el macho puede llegar a pesar hasta 1800 kg y tiene los colmillos más largos y el cráneo más ancho. El ejemplar de mayor tamaño que se conoce llegó a pesar 2265 kg y a medir 4,91 m de longitud. Se conserva en el Museo de Horniman de Londres.

En cuanto al tamaño, es diferente según las subespecies. Las morsas del Pacífico son ligeramente mayores: los machos pesan entre 800 y 1700 kg y tienen una longitud de entre 2,7 y 3,6 m, en tanto que las hembras pesan entre 400 y 1250 kg y miden entre 2,3 y 3,1 m. Entre los pinnípedos, solo algunos elefantes marinos alcanzan un tamaño mayor.

Tienen una piel muy gruesa, de entre 2 y 4 cm de espesor. La piel de los machos presenta a menudo grandes nódulos, que no aparecen en las hembras. Dado que aparecen en la época de la pubertad, parece ser que se trata de una característica sexual secundaria. El pelo recubre todo el cuerpo, a excepción de las aletas. Los machos mudan el pelo anualmente, entre junio y agosto, en tanto que las hembras pueden tardar aún más tiempo en mudarlo. El pelaje de la morsa cambia de color con la temperatura: en el agua tienen un color gris pálido, casi blanco, en agua fría, pero adquieren una tonalidad rosada en aguas templadas, debido a la dilatación de los vasos sanguíneos de la piel y el incremento de la circulación.

Tanto los machos como las hembras poseen dos grandes colmillos que pueden alcanzar un metro de longitud y que constituyen su rasgo más distintivo. Sus extremidades son aletas, que carecen de pelo y están provistas de una piel gruesa y rugosa, que les facilita la movilidad en tierra.

Se han encontrado fósiles de odobénidos, similares a las morsas actuales, que datan del Mioceno medio, hace unos catorce millones de años.

Las morsas pueden llegar a vivir hasta cuarenta años. Se alimentan en el agua, buceando hasta profundidades de 90 m, ya que son capaces de permanecer media hora bajo el agua. Se alimentan fundamentalmente de almejas y otros moluscos, aunque pueden comer también otros invertebrados, como: gusanos, gasterópodos, cefalópodos e incluso algunas especies de peces.

Aunque los machos alcanzan la madurez sexual entre los seis y los nueve años, no suelen tener la oportunidad de aparearse hasta que alcanzan su pleno desarrollo físico (hacia los quince años) y son capaces de competir con otros machos por las hembras. Los machos compiten por el territorio y a menudo se enzarzan en combates; los vencedores se aparean con gran número de hembras.

Las hembras, por su parte, también alcanzan la madurez sexual entre los seis y los nueve años. Se aparean en el agua. Tras la fertilización, el óvulo se mantiene durmiente durante meses. El período de gestación propiamente dicho es de once meses, pero transcurren quince o dieciséis meses desde el momento del apareamiento hasta el parto. Dan a luz una sola cría en tierra o sobre bloques de hielo. Las crías recién nacidas pesan entre 45 y 75 kg y son amamantadas durante un período máximo de dos años, generalmente en el agua y pasan junto a sus madres entre tres y cinco años. Las madres son extremadamente protectoras con sus crías.

Los principales predadores de la morsa son el oso polar y la orca. El hombre ha dado caza a la morsa al menos desde el siglo IX.

Las morsas habitan varias áreas de la zona circumpolar que apenas se relacionan entre sí. Las morsas del Pacífico se encuentran en los mares de: Bering, Chukotka y Láptev y las del Atlántico en zonas costeras del nordeste de Canadá, Groenlandia y Rusia.

Las morsas del Pacífico emigran estacionalmente a causa de la extensión del casquete polar. Algunas morsas llegan a recorrer 3000 km en estos desplazamientos. Pasan el invierno en el mar de Bering y el verano en el mar de Chukchi.

Para los inuit, la morsa ha tenido desde antiguo un importante significado religioso. Además, ha tenido un papel decisivo en todos los ámbitos de la vida de este pueblo, ya que de ella obtenían carne y aceite y sus colmillos, tanto como el resto de sus huesos, les proporcionaron un inapreciable material de construcción en un clima en el que los árboles son muy escasos; los estómagos de morsa con moluscos Cardium son todavía hoy considerados una exquisitez. La caza de la morsa llevada a cabo por los inuit, sin embargo, era de mera subsistencia y no supuso ningún peligro para la especie. Todavía hoy se permite a los inuit cuotas regulares de caza de subsistencia en Canadá, Rusia y Groenlandia.

Cuando los europeos llegaron al sur de los mares árticos en el siglo XVI, la morsa se vio por primera vez en trance de desaparecer como especie pues empezó a ser objeto de caza intensiva, sobre todo a causa del marfil de sus defensas, cuya calidad solo es inferior a la del que se obtiene de los elefantes. Las morsas habitaban por la costa este de Norteamérica, hasta Cabo Cod y en el golfo de San Lorenzo. En esta zona, en los siglos XVI y XVII se mataron anualmente varios miles de morsas. En el siglo XIX ya no quedaba ni un solo ejemplar al sur de Labrador. En busca de colonias de morsas todavía no descubiertas, los cazadores fueron entonces internándose en regiones más y más remotas. Puede dar una idea de las proporciones de las matanzas el hecho de que solo entre 1925 y 1931 fueran cazadas en la isla de Baffin, en el Ártico canadiense, alrededor de 175 000 morsas. La morsa del Atlántico estuvo por este motivo al borde de la extinción y, por causas que se desconocen, sus poblaciones siguen sin recuperarse: solo subsisten hoy 15 000 morsas del Atlántico, una fracción mínima de la población original.

La morsa del Pacífico fue sometida a masacres parecidas, aunque su caza se inició en fecha posterior. Sin embargo, sus poblaciones se han recuperado significativamente gracias a las medidas proteccionistas introducidas por Estados Unidos y Rusia y hoy cuenta de nuevo con unos 200 000 ejemplares. Por ese motivo, la especie en su conjunto no se encuentra en peligro de extinción.

También la contaminación afecta a las morsas, que son especialmente sensibles a los vertidos de petróleo, ya que los hidrocarburos se depositan en los fondos marinos, lugar en que las morsas encuentran su alimento, reduciendo así el número de sus presas.



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