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Onicomicosis



La tinea unguium, onicomicosis (del griego ὄνυξ, uña, y μυκος, hongo) o tiña de las uñas es una infección crónica y progresiva de las uñas causada por hongos. En la mayoría de los casos es producida por dermatofitos, y menos frecuentemente por levaduras y mohos. Es la enfermedad más frecuente de las uñas.[1][2]

La onicomicosis puede afectar la apariencia, el grosor y el color de manera anormal, tanto en las uñas de las manos como en las de los pies, aunque la uña del dedo gordo de los pies es la más frecuentemente afectada.[3]

Es causada principalmente por el dermatofito Trichophyton rubrum (del género Trichophyton), aunque también por Trichophyton mentagrophytes y Epidermophyton floccossum.[3]

También la pueden producir Microsporum, levaduras (Candida albicans en personas inmunosuprimidas) y mohos no dermatofitos. Otras áreas del cuerpo como la piel, la ingle o manos y pies pueden verse afectados por estos organismos, y la transmisión de un área a otra o de una persona a otra es muy frecuente.

La onicomicosis se clasifica en:

El riesgo de tener una infección por un dermatofito en la vida de una persona oscila entre 10 y 20%, y es una de las formas más frecuentes de onicomicosis. Las uñas de los pies se ven más afectadas que las de las manos, afectando a los adultos con más frecuencia que los niños.

La pedicura inadecuada, con tijeras e instrumentos contaminados también puede desarrollar los hongos, por lo que es aconsejable que una tijera de uñas sea de uso exclusivo de una sola persona. Otros factores de riesgo incluyen la práctica de deportes, la diabetes, circulación pobre en las extremidades y el uso incorrecto de zapatos (como utilizar los que no tienen ventilación).[4]

Varias especies de los hongos dermatofitos de los géneros Microsporum y Trichophyton son los agentes causales de la tinea unguium.[5]

... y, con menor frecuencia:

Usualmente no cursa con síntomas, siendo un problema mayormente cosmético al mostrar uñas de coloración blanquecina o amarillenta, quebradas, frágiles y deformes. Al progresar la infección se ve la separación de la lámina ungueal del lecho de la uña. Ocasionalmente se puede acompañar de dolor, o incomodidad y raramente se observa celulitis de la piel vecina. El extremo distal de la uña es la que se afecta con muchísima más frecuencia, en menor frecuencia puede iniciar en el extremo proximal o lateral.

La combinación de la historia clínica, el examen físico y el diagnóstico de laboratorio son críticos para el correcto diagnóstico. La onicomicosis causada por otros organismos son muy similares en su presentación clínica. El examen directo con KOH al 30 % y el cultivo micológico (agar de Sabouraud) confirmará la dermatofitosis correcta, de existir una. La toma de la muestra es sencilla, examinando raspados de la uña o debridamiento del tejido lesionado debajo o alrededor de la uña. La limpieza del área de toma de muestra con alcohol al 70 por ciento minimiza la contaminación de agentes ambientales y flora normal. Los dermatofitos en la Tinea unguium son difíciles de cultivar y alrededor de un 50% de las muestras no crecen en los medios de cultivo, además es importante tomar en cuenta que estos hongos crecen lentamente y pueden tardar de 14 a 28 días en que el cultivo sea positivo.[6]

El tratamiento de la onicomicosis es un reto porque la infección se inserta dentro de la uña y es difícil de alcanzar, la eliminación completa de los síntomas es lenta y puede tardar un año o más. El tratamiento se divide en dos vías: vía tópica y vía sistemica. La vía tópica incluye soluciones en las uñas, cremas, talcos y láser. La vía sistemica, con antifúngicos como ketaconazol, itraconazol, terbinafina.

La mayoría de los tratamientos sistémicos son o con medicamentos antifúngicos, tales como la terbinafina y el itraconazol, o tópicos, tales como las pinturas de uñas que contienen ciclopirox (ciclopiroxolamina) o amorolfina.[7]​ Hay evidencias de que la combinación de tratamientos sistémicos y tópicos es beneficiosa.[8]

Para la onicomicosis blanca superficial, se recomienda la terapia sistémica en lugar de la tópica.[9]

En el año 2007, un meta-estudio informó sobre los ensayos clínicos para el tratamiento de las infecciones por hongos en las uñas. El estudio incluyó seis estudios clínicos aleatorizados y controlados que databan de hasta marzo de 2005.[10]​ Los principales resultados son los siguientes:

Un estudio del año 2002 comparó la eficacia y seguridad de los medicamentos con terbinafina en contraste con placebo, itraconazol y griseofulvina en el tratamiento de las infecciones micóticas de las uñas.[11]​ Los principales resultados fueron que para hongos reducidos, la terbinafina era significativamente mejor que itraconazol y griseofulvina y la terbinafina fue mejor tolerada que el itraconazol.

Un tipo de láser Noveon,[15]​ ya en uso por los médicos para algunos tipos de cataratas en la cirugía del ojo, se utiliza por algunos podólogos, aunque el único estudio científico sobre su eficacia en 2010, mientras muestra resultados positivos, incluye muy pocos sujetos de prueba para que el láser pueda demostrar una efectividad general.[16]

En 2011, varios láseres buscaban la aprobación, y dos fueron aprobados por la Food and Drug Administration.[17]

Varias compañías tienen la aprobación para comercializar un láser Nd: YAG para el tratamiento de la onicomicosis.[18]

La compañía alemana A.R.C. LASER desarrolló un equipo portátil denominado LASER FOX,[19]​ cuyo láser diodo de 1.064 n.m. provoca una reacción térmica que provoca que los hongos en las uñas pierdan su capacidad de reproducirse. Este método, aparte de ser muy confiable, no tiene efectos secundarios y no produce dolor.[20]

Como sucede con muchas enfermedades, también hay remedios de medicina alternativa. Entre la gran cantidad de soluciones propuestas se encuentran las siguientes:



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