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Candida albicans



Candida stellatoidea[1]

Candida albicans es un hongo diploide en forma levadura[2][3]​ de la familia de los sacaromicetos. Es un patógeno oportunista, ya que se comporta como un organismo comensal al formar parte la microbiota normal de los tractos respiratorio, gastrointestinal y genitourinario. Se le atribuye un papel en la maduración del sistema inmune, pues se ha descrito que su presencia mejora la respuesta frente a ciertas infecciones. Por otro lado, está descrita la capacidad de C. albicans de absorber y acumular metales pesados, por lo que podrían tener una función “quelante” en nuestro cuerpo.[4]​ Una disrupción en el estado inmunológico del hospedador o en el entorno local lo convierten en patógeno[5]​. Una de sus características más notables en relación con su patogenicidad es su versatilidad morfológica para cambiar entre su forma de levadura a hifas filamentosas[6]​.

Tiene una función relevante en la digestión de los azúcares, mediante un proceso de fermentación.

Candida albicans puede asumir patogenicidad, provocando la candidiasis; en ese caso, se presenta como una afección vaginal (vaginitis), de la cavidad oral (afta), del intestino o de la piel. También puede provocar hongos vaginales.

Se ha investigado una posible relación entre la candidiasis y el cáncer, bien mediante la producción de micotoxinas o compuestos cancerígenos o mediante el desarrollo de inflamación crónica y procesos que interfieren con el ciclo vital de las células.[10]

Es frecuente encontrar C. albicans a nivel oral como microorganismo comensal. Como comentábamos antes, el uso de antibióticos o tratamientos inmunosupresores o antineoplásicos pueden favorecer la aparición de candidiasis oral o muguet. Puede mostrarse como una placa blanca (candidiasis pseudomembranosa), pero también como irritación e inflamación (candidiasis eritematosa) en la lengua, el paladar, los carrillos e incluso en la comisura de los labios.

En la boca se ha descrito la conformación de biofilms de C. albicans, incluso en asociación con otros microorganismos. Esta estructura de biofilm confiere a la Candida mayor patogenicidad, pues dificulta la penetración y susceptibilidad a agentes antimicrobianos.

Hay otros factores que pueden propiciar el crecimiento de C. albicans a nivel oral, uno de ellos es el tabaquismo, que provoca disbiosis. Pero también llevar prótesis dentales u ortodoncias se asocia con un mayor riesgo de tener este tipo de infección.

Aunque los hongos forman parte de la microbiota normal de la piel, pueden llegar a causar infecciones, como es el caso de varias especies del género Candida. Estas infecciones provocan picor, hiperqueratosis y engrosamiento de la piel. En la mayor parte de las infecciones micoticas sintomáticas, el agente causal es C. albicans. Suele afectar con más frecuencia a zonas de la piel con mayor humedad y concentración de CO2. Y son más frecuentes en pacientes con problemas previos de piel, como la dermatitis o la psoriasis.

El uso de pañales crea este ambiente adecuado para la proliferación de Candida, causando la conocida como dermatitis del pañal.

También son frecuentes las infecciones por C. albicans en los pliegues cutáneos, recibiendo el nombre de intertrigo. Se observa una inflamación y enrojecimiento en zonas como axilas, glúteos, bajo las mamas, en las ingles, o en los pliegues abdominales. Este tipo de infecciones son más frecuentes en personas con diabetes y obesidad, así como en pacientes inmunodeprimidos o con ciertos tratamientos con corticoides, antibióticos de amplio espectro e inmunodepresores.

Cuando la infección fúngica afecta a las uñas, se habla de onicomicosis. Sin embargo, tan solo el 2% de las onicomicosis estarían causadas por C. albicans, afectando mayoritariamente a las uñas de las manos.

Uno de los más interesantes hechos del genoma de C. albicans es la ocurrencia de rearreglos numéricos y estructurales cromosómicos, como medio de generar diversidad genética, dando longitudes de cromosomas con polimorfismo (contracción / expansión de repeticiones), translocaciones recíprocas, borrados cromosómicos y trisomía de cromosomas individuales. Estas alteraciones del cariotipo generan cambios en el fenotipo, que es una estrategia de adaptación de esta levadura. Estos mecanismos genéticos serán mejor interpretados con el análisis completo del genoma de C. albicans.

Su genoma en la "raza SC5314" fue secuenciado en el Centro de Tecnología y Secuenciación del ADN de Stanford.[11][12]​ El genoma de la cepa WO1 fue secuenciado por el Instituto Broad de MIT y de la Universidad Harvard.[13]

El secuenciado del genoma de C. albicans y subsecuentemente de los genomas de varias otras especies de Candida médicamente relevantes ha cambiado profundamente e irreversiblemente los modos de estudiar las especies de Candida.[3]​ El secuenciado genómico de C. albicans se lanzó en octubre de 1996. Y así, durante 10 años, culminando con el lanzamiento del agrupamiento del diploide 19, que provee una versión haploide del genoma, acompañado de datos de regiones alélicas en el genoma.[3]​ Otra refinada conjunción 20 con ocho ensambles de cromosomas de C. albicans se lanzó en el 2006. Se están desarrollando otras secuencias genómicas de Candida para: C. glabrata, C. dubliniensis, C. parapsilosis, C. guilliermondii, C. lusitaniae, y C. tropicalis.[3]

El genoma de C. albicans es altamente dinámico, y esta variabilidad ha sido usada ventajosamente en estudios epidemiológicos moleculares de C. albicans y estudios de población en esta especie. Un descubrimiento remarcable que ha sido llevado en la secuenciación del genoma es la presencia de un ciclo parasexual en C. albicans. Este ciclo parasexual está bajo el control de loci de masculinidad, y permuta entre fenotipos blanco y opaco. Investigando el rol que el proceso de apareamiento juega en la dinámica de las poblaciones de C. albicans o en otros aspectos de la biología y la patogenicidad de C. albicans representa un importante foco para futuros estudios.[3]

Según la extensión de la infección y el estado general del paciente, se decide un tratamiento tópico o sistémico. Así, tópicamente se puede emplear clotrimazol al 1 por ciento, miconazol, ketoconazol, sertoconazol, terbinafina o naftilina. Los tratamientos sistémicos más frecuentemente empleados son itraconazol o fluconazol. El pronóstico es bueno, y son curativos tanto los tratamientos tópicos como sistémicos. Sin embargo, si los factores predisponentes de estas micosis no se corrigen es posible otra nueva infección. Es, pues, necesario aplicar el tratamiento lo más pronto posible.

La dieta tiene un gran impacto en nuestra microbiota intestinal y también sobre la fracción micótica. Se ha descrito la asociación entre un consumo elevado de harinas refinadas y el incremento de Candida. Por el contrario, el consumo de grasas saturadas parecer tener una correlación negativa con los niveles de este hongo.



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