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Operación Bolívar



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Operación Bolívar[1]​ fue el nombre en clave que recibieron las operaciones de espionaje de la Alemania nazi en Latinoamérica, especialmente en el Cono Sur, durante la Segunda Guerra Mundial. [2]

Entre los objetivos de expansión nazi, estaba ocupar gran parte de Latinoamérica debido a la importante población alemana que ahí había –como resultado de la colonización germana del siglo XIX– y que podía facilitar su ocupación.[3]​ Así, en 1941 Brasil contaba con una población de 360.000 alemanes y descendientes directos, Argentina con 194.000, Chile con 129.000, México con 16.500, Uruguay con 16.000 y Bolivia 12.000. Dentro de estas poblaciones había afiliados al partido nazi. A modo de ejemplo, en 1937 Chile contaba con 1.000 afiliados, Brasil con 2.900 y Argentina con 1.500.[cita requerida]

Aprovechando la importante población de origen alemán, se planificó la Operación Bolívar que estuvo bajo el control operacional del Departamento VID 4 del Sicherheitsdienst (Servicio de Seguridad alemán), y fue concebida inicialmente para la recolección y transmisión de información clandestina desde Latinoamérica a Europa. El principal responsable y encargado de la operación fue Johannes Siegfried Becker, cuyo nombre clave era «Sargo». En general, los nazis fueron exitosos en establecer una red secreta de comunicaciones de radio desde su estación de control en Argentina, así como un sistema de mensajería a través de los barcos mercantes de la España franquista, para el traslado de documentación de inteligencia. [4]

Para ampliar la operación, Becker viajó a Brasil, donde instaló y operó tres estaciones de radio dedicadas a la transmisión de información secreta desde San Pablo hacia Berlín. Posteriormente, instalaron bases de transmisión radial en Paraguay y Chile. En 1942, la estación de Chile transmitía información recogida por agentes ubicados en Perú, Colombia, Ecuador, Guatemala, México y los EStados Unidos. Para financiar estas operaciones el gobierno alemán enviaba a sus agentes piedras preciosas y medicamentos de alto valor que eran vendidos en dichos países.[5]

El 4 de noviembre de 1943 un agente nazi fue interceptado por los británicos cuando viajaba hacia Argentina, lo que expuso a la Operación Bolívar. El gobierno de los Estados Unidos tenía serias sospechas de la complicidad del gobierno argentino con el régimen nazi, vínculos que causaron un escándalo político.[6]​ A mediados de 1944, las autoridades argentinas lograron arrestar a gran parte de los agentes que operaban en su territorio, desbaratando todas las actividades de la operación. Es más, se cree que la información recolectada por la operación le fue más útil a los Aliados —que habían interceptado muchas de las transmisiones secretas— que a los alemanes.[1][7]

Son conocidos los vínculos que la Argentina mantuvo con el régimen de Adolf Hitler y que incluso continuaron después del fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando el país abrió sus puertas, durante el primer peronismo, a cientos de refugiados, muchos de los cuales fueron autores de horrendos crímenes durante la guerra. Algunos investigadores incluso aseguran que el propio Hitler estuvo en el sur de la Argentina, teoría alimentada por la falta de pruebas sobre la muerte del Führer.[cita requerida]

Muchas noticias que han persistido vincularon al país con el nazismo. Hace algún tiempo un misterioso millonario de estas tierras pagó casi 700.000 dólares para adquirir la última chaqueta militar de Adolf Hitler y algunas piezas de ropa interior de Hermann Goering, entre otros objetos nazis, durante una subasta realizada en Múnich. [cita requerida]

En 1997, durante el segundo gobierno de Carlos Menem fue creada la Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la República Argentina (CEANA). Dos años después, se anunció que los criminales del Tercer Reich refugiados en el país habían sido 150, aunque poco después dicha cifra fue revisada y aumentó a 180.

En cuanto a los nazis que buscaron refugio en la Argentina, la modalidad utilizada para la fuga fue muy parecida en todos los casos: el circuito de escape, llamado “ruta de las ratas”, tenía un puerto de salida generalmente en Génova, Italia, y el destino final era Suramérica.



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