x
1

Orden Militar de la Stella



Entre los siglos XV y XVI el imperio otomano tuvo una época de esplendor, potenciado por las constantes adhesiones de los pueblos árabes de la costa sur del Mediterráneo, unidos bajo la causa común del Islam.

De esta supremacía no se libró el Mediterráneo, y especialmente el estrecho de Mesina, vía natural de tránsito entre oriente y occidente. Piratas y corsarios turcos sembraron la inseguridad en todas las rutas marítimas de la época, particularmente las comerciales, generando graves perjuicios de toda índole a los pueblos afectados.

Con el avance de la situación las mismas ciudades costeras también pasaron a ser objetivo, periódicamente expoliadas por razias, propagando con cada nueva acción el pánico por todo el litoral cristiano del Mediterráneo.

Mesina, como tantas otras ciudades portuarias, no quedó indemne: pagó su pesado tributo a la causa en forma de cruentas incursiones, con saqueos, destrucciones e incluso secuestros, bien para rescate o trata de esclavos. Pero en alguna ocasión los mesineses, más por su tenacidad y arrojo que por la eficiencia de su infraestructura defensiva, lograron repeler los ataques turcos, como en el caso de la incursión Sinan Bassá de septiembre de 1595.[1]

Fue en tal ocasión[2]​ cuando Giovanni III de Ventimiglia, VIII marqués de Irache, desarrolló la idea de constituir un cuerpo permanente de guerreros, excepcionalmente adiestrados y armados, que tal y como escribe Giacomo Crescenti,[3]estuviesen siempre vigilantes para ser los primeros en llegar a la defensa de la patria en toda ocasión que fuese necesaria. Dado el especial carácter del cuerpo, posiblemente lo que sería hoy un grupo de fuerzas especiales de intervención rápida, estaría voluntariamente limitado a 70 efectivos, cifra que más tarde se aumentó hasta un total de 100.

Felipe II, siempre abierto a nuevas técnicas defensivas, no solo dio su beneplácito a la creación a este cuerpo de élite, sino que le concedió el privilegio de Orden Militar,[4]​ a la usanza de las maestranzas de caballería ya existentes en algunas ciudades de España.[5]

Así, en la ciudad de Mesina y con fecha 7 de diciembre de 1595, aunando sobre su persona las responsabilidades de stratigoto[6]​ de la ciudad, presidente del reino de Sicilia y lugarteniente y capitán general del reino, el marqués de Irache, constituyó la Orden de los caballeros de la estrella.

Existen distintas versiones respecto a la procedencia del nombre:

La Orden poseía sus propios estatutos,[12]​ que regulaban la vida del caballero, tanto en sus tareas de adiestramiento[13]​ como en su vida privada, especialmente en los momentos decisivos de la vida, tales como el matrimonio.[14]

Para ingresar en la Orden, los caballeros tenían que demostrar nobleza de sangre por los cuatro primeros apellidos por más de 200 años.[15][16]​ Cuando alguno de estos caballeros dejaba su puesto vacante, fuese la causa que fuese, su plaza quedaba disponible para algún familiar consanguíneo sin más requisito que haber cumplido 20 años y pagar la cuota de admisión, fijada en la nada despreciable cifra para la época de 30 onzas.[17]

Eran faltas graves, motivo de expulsión, asuntos como no presentarse inmediatamente bajo el estandarte de la orden cuando la campana o la tromba sonaban a rebato, más aún sin un motivo que pudiese justificar tal acción. Igualmente cuando en tiempos de guerra un caballero abandonaba dicho estandarte o combatía bajo otra bandera.

El 5 de octubre de 1596,[18]​ fue nombrado primer príncipe[19]​ de la orden don Vincenzo Bologna. Existían además otros cargos dentro de la orden, entre los que podemos citar: dos maestros de caballeros, el gonfaloniero, el canciller, el tesorero, el maestro armero,[20]​ etc. Cada primero de septiembre, reunidos en cónclave, se efectuaba la elección y renovación de cargos (todos eran cargos anuales), ocasión que se celebraba con una vistosa cabalgata y posterior torneo. Acabada la elección, se comunicaba el resultado al virrey, para su refrendo y al que ofrecían sus servicios en caso de guerra, y a continuación se presentaban ante el senado de la ciudad. Era un acto vistoso, con una colorida cabalgata, precedida por un grupo de heraldos de armas ricamente ataviados y portando trombas y timbales. Acto seguido desfilaban los caballeros, en formación de a dos, con sus uniformes de gala y mostrando en el pecho la estrella de oro y finalmente, flanqueado por el stratigotto y el senador hebdomadario de la ciudad, cabalgaba el príncipe de la Accademia. Seguía el cortejo con el más antiguo de los dos maestros de caballeros, flanqueado entre dos senadores, siguiendo a continuación y en idéntica formación el más joven de ellos. Finalizaba siempre la cabalgata ante el palacio de la Orden, frente a la iglesia parroquial de San Antonio, que perteneció anteriormente al marqués de la Scaletta y que fue una dotación del senado de la ciudad.

En 1614 Pedro Téllez-Girón y Velasco, duque de Osuna, efectuó la revista general a las tropas de la ciudad flanqueado por caballeros de la orden, concediéndoles a continuación la potestad de poder usar y llevar consigo toda clase de armas, incluidas las prohibidas por las ordenanzas locales, así como portar el estandarte real. Estas prerrogativas a la Accademia fueron confirmadas el 20 de octubre de 1622 por Emanuele Filiberto de Saboya, virrey de Sicilia, en un documento en el que se especifica que, en tiempos de guerra, pueden utilizar no “armas gentiles”, sino verdaderas armas ofensivas. A esto se añade otro documento con fecha 23 de octubre en el que se habilita a los caballeros de la orden a llevar consigo espada y puñal. Más tarde, en 1632 y siendo virrey de Sicilia Fernando Afán de Ribera y Téllez-Girón, duque de Alcalá y el príncipe de la Accademia su propio hijo, les fue concedido a título perpetuo la prerrogativa del tratamiento de ilustrísimo, hasta la fecha reservado para los títulos nobiliarios del reino.

Sus vestimentas eran suntuosas y riquísimas, confeccionadas con preciados terciopelos de diversos colores. Los caballeros llevaban goletta,[21]​ zagaglia,[22]​ guantes de malla, pistola, escopeta y puñal dorado. Vestían un gorro de fieltro con cintas y cordón de oro, adornado con plumas blancas y rojas. Calzas, jubón y cuello eran de encaje blanco. Sobre el pecho llevaban colgado un gran medallón de oro en forma de estrella, sujeto por una larga cinta. La orla del vestido, en rojo carmesí, estaba fornida de plata. En 1620, un cambio en las ordenanzas[23]​ de la Accademia intentó homogeneizar los uniformes de los caballeros, especificando que “los caballeros no podían gastar más de 12 onzas en su vestido y caballo”.

Eran varias las ocasiones a lo largo del año que tenía la Accademia para sus actos sociales: el 6 de enero de cada año, día de la Epifanía, se celebraba la festividad de la Orden de la Stella. Para la ocasión, se mostraba públicamente en procesión, sobre un riquísimo bastón de plata de un valor de 30.000 escudos y realizado a costa de la Accademia, una custodia de cristal, guardando como reliquia un cabello de la Virgen. Un día cualquiera, elegido entre los 17 primeros de cada mes de agosto, en honor de la festividad del Santo Sepulcro, los caballeros mostraban su habilidad ecuestre en una cabalgata. En octubre, se celebraban juegos militares, con justas y torneos. Siempre, en los desfiles públicos iban precedidos por heraldos y timbaleros, que anunciaban su llegada. En caso de guerra, el príncipe de la Accademia asumía el cargo de general de la caballería de la ciudad.

En 1674 la ciudad de Mesina se reveló contra la corona[24]​ y a favor de Francia, dejando a la Accademia en una imposible tesitura: defensa de su rey o de su ciudad. En lo que debió de ser la decisión más difícil de tomar, los caballeros de la Estrella tomaron parte activa a favor de la ciudad.[25]​ El conflicto duró prácticamente 4 años, hasta que en 1678 quedó restablecido el anterior orden.

Con fecha de 17 de agosto de 1678, sin haber cumplido siquiera un año en su cargo, fue depuesto del cargo de virrey Vincenzo Gonzaga Doria,[26]​ siendo sustituido por Francisco Benavides Dávila, conde de Santiesteban del Puerto[27][28]​ hasta ese momento virrey de Cerdeña. El 29 de noviembre de ese mismo año desembarcó en Palermo y el día 11 del mes siguiente prestó juramento en la catedral de la misma ciudad, embarcándose el 5 de enero rumbo a Mesina, donde llegó de incógnito una jornada más tarde. No tardó en propagarse la noticia entre la población, entre la que fue fraguándose el temor[29]​ de que tal celeridad en su llegada solo auguraba el ejemplar castigo que el anterior virrey no supo o no pudo dar.[30]

El 7 de enero de 1679, al día siguiente de su llegada, dispuso la supresión definitiva de la Accademia de la ciudad de Mesina.[31]

Tras un siglo de vida al servicio de la ciudad, la Orden de los caballeros de la Estrella, popularmente conocida como la Accademia della Stella, recibió del virrey el siguiente mensaje: Per ragioni che convengono al servizio di Sua Maestà, ho risoluto sopprimere l’Accademia della Stella esistita fino adesso in questa città onde per sua conoscenza lo partecipo alla S.V. perché trasmetta nello stesso tempo la notizia a cui spetta, avvertendola contemporaneamente che coloro che avranno meritato del real servizio avranno dalla regia benignità ogni gratitudine ed anche un segno di maggiore amore.[32]

Los caballeros de la Estrella, el marqués de la Floresta[33]​ al frente en su condición de príncipe, recorriendo la ciudad en silencioso cortejo, fueron a deponer las insignias a los pies del impasible virrey.

Más adelante, fueron confiscados todos los bienes y patrimonio de la ya extinta orden, entre los que se incluía la baronía de la Scaletta, sede de la Accademia,[34]​ y que fue vendida a vil precio a Diego Brunaccini, juez de la Corte Stratigoziale de Mesina, profesor de derecho feudal del Ateneo de 1659 a 1674, y personaje investido con los más relevantes cargos de gobierno merced a su fidelidad a Carlos II, e investido en 1687 príncipe de San Teodoro. (Salvino Greco)

En un torneo en 1642 el párroco don Carlo Musarra, secretario de la Orden en la que era conocido como L'Esterante, compuso:[35]

“Vostra mercede, o figlie,
Non temerà Mesina
L'insidioso assalto
Di lingua mentitrice.

Chè parleran per me l'invitte destre
De'Stellati Campioni, e tra le sfere,
De la gloria verace
Haverà la mia fama eterna pace.

Risponderan per me con mille bocche
Le dotte carte, e l'immortale inchiostro
De' Fucinanti Fabri,
Che rendiran coi lor famosi canti
All' immortalità sacri i miei vanti.

...............................................

Io vivrò ne le spade, e ne le penne.
Tu pugnerai co'l senno, ella col braccio.
L'armi adopri la Stella, e la Fucina
Ciò che segna col sangue il fiero Marte,
Co' caratteri d'or registri in carte.”

En primer lugar y posiblemente fuente primaria de otros textos referenciados, cabe citar Apparato agli Annali Della Citta Di Mesina, Capitale del Regno di Sicilia, dal giorno di sua fondazione fino a tempi presenti. Caio Domenico Gallo, Tomo I, Francesco Gaipa Regio Impressore, Mesina 1756, Pag 75 a 78, en las que se reproduce una completa y detallada exposición de la Ordine della Stella.

Extensa descripción de la orden de la Stella y sus caballeros en la obra Considerazioni sulla storia di Sicilia dal 1532 al 1789, da servir d’aggiunte e di chiose al Botta, di Pietro Lanza, principe de Scordia, Stamperia di Antonio Muratori, Palermo 1836, Libro I, Pag 59 y siguientes.

Annali Universali di statistica, economia pubblica, storia, viaggi e commercio, Volume Sessantesimonono, Luglio, Agosto e Settembre 1841, Presso nella galleria Decristoforis, Milano 1841, Pag 185 a 188.

Completa narración de la supresión de la orden en Storia del Regno di Sicilia, dall’epoca oscura e favolosa sino al 1774, di Giovanni Di-Blassi, Volume III, Dalla stamperia Oretea, Palermo 1847, Pag 103 (fundación) y 205 (supresión).

Existen extensos trabajos realizados recientemente por distintos historiadores, difundidos en diversos medios, entre los que citaré:




Escribe un comentario o lo que quieras sobre Orden Militar de la Stella (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!