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Organización Mundial de Comercio



Organización Mundial del Comercio (OMC) es la única organización internacional que se ocupa de las normas que rigen el comercio entre los países. Los pilares sobre los que descansa son los Acuerdos de la OMC, que han sido negociados y firmados por la gran mayoría de los países que participan en el comercio mundial y ratificados por sus respectivos parlamentos. El objetivo es ayudar a los productores de bienes y servicios, los exportadores y los importadores a llevar adelante sus actividades. [2]​La Organización Mundial del Comercio (OMC) fue establecida en 1995. Tiene su sede en Ginebra, Suiza, y sus idiomas oficiales son el inglés, el francés y el español. La OMC no forma parte del sistema de las Naciones Unidas, y tampoco de los organismos de Bretton Woods como el Banco Mundial o el FMI.[Nota 1]

El Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, más conocido por sus siglas en inglés, GATT, fue un tratado internacional firmado el 30 de octubre de 1947. A pesar de que su texto no disponía el establecimiento de ninguna organización ni estructura institucional, de hecho se recurrió a algunas ficciones jurídicas para establecer una organización instalada en Ginebra en la que las Partes en el GATT celebraban reuniones, instituyeron órganos permanentes y formaron una estructura administrativa encabezada por un director general.

En 1986, una reunión muy importante convocada por el GATT en Punta del Este (Uruguay) aprobó una declaración[3]​ en que se dispuso la iniciación de una ronda de negociaciones comerciales multilaterales, que habría de conocerse como "Ronda Uruguay",[Nota 2]​ destinada a sustituir y ampliar el conjunto de acuerdos, entonces en vigor, sobre diversos temas de comercio internacional. La Ronda se prolongó hasta 1993 y culminó en una reunión celebrada en abril de 1994 en Marrakech (Marruecos). Allí se firmó el "Acta Final".[4]​ de la Ronda y el conjunto de acuerdos sobre diversos temas, así como el "Acuerdo por el que se establece la Organización Mundial del Comercio".[5]​ A partir de entonces quedó convenido que las disposiciones originales del GATT se denominarían "GATT de 1947" mientras que las resultantes de sus modificaciones acordadas serían el "GATT de 1994". La Ronda de Uruguay incorporó por primera vez en el "sistema multilateral de comercio" varios temas que hasta entonces habían estado excluidos de él. Los principales fueron el comercio de servicios, la agricultura,[Nota 3]​ los textiles y la propiedad intelectual.

En 2001 se inició la Ronda de Doha, cuyo nombre oficial es «Agenda de Doha para el Desarrollo». Empieza en la cuarta reunión ministerial celebrada en Doha, capital de Catar, en noviembre de 2001, con el objetivo de lograr la plena incorporación de los países en vías de desarrollo a los beneficios de la liberación del comercio mundial, así como la ampliación de esta liberalización.[6]

En verdad, las diferencias en torno a los subsidios agrícolas, así como la falta de cumplimiento de los objetivos de la Ronda Uruguay y cuestiones de propiedad intelectual, seguían siendo un tema que dividía a los miembros de la OMC al iniciar la ronda; no obstante, se quería enviar un mensaje de tranquilidad a la comunidad internacional después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.[6]

En 2005, en Hong Kong se llegó a compromisos mínimos en materia de eliminación de apoyos a la exportación de productos agrícolas por parte de los países desarrollados. También hubo avances en cuanto al tema del dumping del cual se ha logrado un documento base, aunque todavía existen ciertas diferencias significativas.[6]

El Acuerdo sobre Facilitación del Comercio es el primer acuerdo significativo alcanzado en la Ronda de Doha. En este acuerdo se crea el Comité Preparatorio sobre Facilitación del Comercio que dependerá del Consejo General de la OMC, a fin de asegurar la rápida entrada en vigor y de su eficiente funcionamiento. Una disposición de este acuerdo hace manifiesto que los países en vías de desarrollo no estarán obligados a asumir sus compromisos antes de que hayan adquirido la capacidad necesaria para ello. Este avance en la facilitación de comercio es relevante dado que, actualmente, la facilitación del comercio es un elemento fundamental para fomentar el rol de las cadenas globales de valor, mayormente coordinadas y organizadas por redes de empresas transnacionales, a través de las cuales se lleva a cabo alrededor del 80% del comercio mundial. También es un aspecto clave de la competitividad exportadora de los países.[6]

Las negociaciones de la Ronda de Doha debían concluir el 1 de enero de 2005, con excepción de las relativas al entendimiento sobre solución de diferencias, que debía terminar en mayo del 2003; sin embargo, después de la fecha límite para el fin de las negociaciones, esto no ha ocurrido ni parece que sucederá pronto.[6]

La agricultura es probablemente la razón principal del estancamiento de la Ronda de Doha; por un lado, la Unión Europea y Estados Unidos defienden su política de apoyos a la producción agrícola local y de restricciones a la importación de dichos productos. Los dos se han posicionado en el sentido de que ya han concedido todo lo que les es factible. Por otro lado, los países negociadores, muchos de ellos en vías de desarrollo, al ser el sector agrícola un tema sensible, han formado una cantidad significativas de agrupaciones diferentes que tienen intereses encontrados, por lo que no solo no hay acuerdo en la cuestión agrícola entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo, sino que el conflicto existe entre los segundos también, por lo que no se puede ser optimista sobre el éxito de estas negociaciones, al menos en un futuro cercano.[6]

Después de la Ronda Uruguay los aranceles a los productos industriales aplicados por los países desarrollados pasaron del 6,3% en promedio al 3,8%. A pesar de los promedios anteriores, se debe tener en cuenta que la norma en temas arancelarios en los países sigue siendo la progresividad en los aranceles conforme a la elaboración del producto, lo cual dificulta significativamente la negociación en cuanto al acceso a mercados de productos no agrícolas para las economías en vías de desarrollo. Actualmente parecen existir claras divergencias políticas que hacen poco probable llegar un acuerdo con respecto a este tema al igual que el agrícola mencionado anteriormente y dada la relevancia de estos dos temas es evidente que la Ronda de Doha no podrá finalizarse sin que estos desacuerdos se solucionen.[6]

Otro resultado significativo que costó doce años conseguir, fueron los acuerdos de Bali de diciembre de 2013.[7]

Tras la adhesión de Afganistán el 29 de julio de 2016, la OMC agrupa actualmente a 164 miembros, así como a 20 naciones en calidad de observadores.[8]

La Unión Europea (UE) posee la condición de miembro y cuenta como uno solo.

La sede de la OMC está ubicada en el Centro William Rappard, Ginebra (Suiza).[Nota 4]​ El órgano superior es la Conferencia Ministerial, que se reúne periódicamente. El principal órgano permanente es el Consejo General, en que están representados todos los miembros; de él dependen numerosos Consejos y Comités. La Secretaría cuenta con unos 640 funcionarios, encabezados por el director General. El actual titular de este puesto es desde el 1 de marzo de 2021 Ngozi Okonjo-Iweala. La OMC tiene un presupuesto de 197 millones de francos suizos (en 2020).[9]

La OMC administra 60 acuerdos.[10]

Dentro de la OMC, el sistema impone a todos sus miembros la adhesión a la totalidad de sus Acuerdos, y los países no pueden optar por aceptar solamente algunos.[Nota 5]​ Esto explica la enorme complejidad de las negociaciones sobre su modificación, porque involucran forzosamente a todos los miembros. Las ventajas que cada país obtiene, o los perjuicios que sufre, pueden compensarse en temas diferentes, y la negociación tiene que buscar un consenso general con equilibrios de extrema complejidad.

En su origen el GATT fue un tratado promovido por los principales países desarrollados, y el régimen que estableció respondía a sus intereses. En las rondas de negociaciones comerciales multilaterales anteriores a la Ronda de Uruguay siempre fue notorio que las discrepancias y discusiones quedaban zanjadas una vez que se llegaba a un acuerdo entre los Estados Unidos y la Comunidad Europea.

Se llegó así a un sistema multilateral que imponía el objetivo de la liberalización general del comercio (ante todo por la reducción de aranceles de aduana, subvenciones y otras medidas de "distorsión del comercio") en todos los sectores que interesaban a los países desarrollados, pero exceptuaba del régimen a los sectores en que esos países querían mantener sus medidas proteccionistas (la agricultura y los textiles).

Las protestas de los países en desarrollo contra esta situación fueron desoídas sistemáticamente y solo comenzaron a obtener resultados concretos en la Ronda de Uruguay. Su principal reclamo, de que no se exceptuara la agricultura de la liberalización del comercio, dio lugar al "Acuerdo sobre la Agricultura". Pero las medidas de liberalización que este acuerdo estableció, tachadas por sus críticos de extremadamente tímidas e insuficientes, se obtuvieron con la contrapartida de que al mismo tiempo se incorporaran al sistema asuntos que interesaban a los países desarrollados y que nunca habían formado parte de él. Así se aprobaron también el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios y, por exigencia especial de los Estados Unidos, el referente a la propiedad intelectual (el "Acuerdo sobre los ADPIC").

La OMC, desde la Ronda de Uruguay, insiste en la utilidad de su régimen para los países en desarrollo y en la importancia de sus actividades especialmente dedicadas a ellos. Se consagró el principio del "trato especial y diferenciado para los países en desarrollo" como norma general de la Organización, y se concretó en numerosas disposiciones de los Acuerdos que dan a esos países facilidades especiales (por ejemplo, plazos más amplios para cumplir las obligaciones asumidas por todos). La OMC cuenta también con actividades de cooperación técnica y de "creación de capacidad" destinadas a los países en desarrollo; participa (con otras organizaciones) en el "Marco Integrado", que "ayuda a los países menos adelantados (PMA) a desempeñar un papel más activo en el sistema mundial de comercio",[11]​ y estableció un "Programa de Ayuda para el Comercio".[12]

No obstante, la desventaja en que el sistema coloca todavía a los países en desarrollo fue implícitamente reconocida al decidirse en 2001 la realización de una nueva ronda general de negociaciones (la "Ronda de Doha"), a la que se dio el objetivo específico de mejorar la situación de esos países. Se dio a la Ronda la denominación de "Ronda de Doha para el Desarrollo"[13]​ y se aprobó un "Programa de Doha para el Desarrollo".[14]​ Pero todos estos propósitos, declarados desde 2001, que no alcanzaron a plasmarse en una conclusión de la Ronda, pasaron prácticamente a la penumbra al desatarse la crisis de 2008, que llevó a los países desarrollados, afectados por ella, a distanciarse por completo del objetivo de hacer concesiones a los países en desarrollo.

Algunos países han denunciado irregularidades en los procesos de negociación en el seno de la OMC, como mantener posiciones extremas hasta el último momento para conseguir acuerdos intermedios, negociar en pequeños grupos de países marginando a los países menos importantes («Sala Verde»), etc.

También ha sido criticado que ningún país en desarrollo tiene la capacidad de hacer frente unilateralmente a un bloqueo de las negociaciones.

Según el economista Ha-Joon Chang "aparentemente “democrática”, la OMC está en realidad dirigida por una oligarquía de países ricos. No sólo porque estos últimos disponen del poder implícito de tratar bien o de amenazar a los más débiles, algo corriente en una democracia compuesta por actores de diferente peso: el problema es que los miembros de la citada oligarquía no se preocupan siquiera de las apariencias, como se puede ver en las reuniones llamadas del “salón verde”, donde los representantes de los países en desarrollo no son siquiera invitados, y a las que se les prohíbe el acceso. Esto permite la adopción de prioridades políticas abiertamente favorables a las economías más poderosas".[15]

Uno de los aspectos más criticados, en cuanto a la transparencia de la OMC, son las llamadas negociaciones de la «Sala Verde» (Green Room): un sistema de reuniones informales establecidas durante la Ronda de Uruguay, llamadas así por el color de la habitación donde se realizaban. En estas reuniones, un número reducido de países, con interés en el tema que va a ser negociado, se encuentran para llegar a un acuerdo que, más tarde, debe ser ratificado, por consenso, por todos los países miembros (entre los cuales hay muchos que no han sido invitados a las reuniones). Este mecanismo se repitió en Seattle, y fue uno de los motivos más importantes del fracaso de la conferencia, ya que los países africanos y otros de la periferia se plantaron ante esta situación y se negaron a ratificar la declaración final (en cuya negociación no habían participado, ya que habían sido marginados de las negociaciones de la «Sala Verde» durante toda la conferencia). Los procesos en la Green Room fueron objeto de críticas durante la década de los noventa, especialmente por parte de países en vías de desarrollo y ONG preocupadas por la falta de transparencia, por ser ambos excluidos de dichos procesos.

Ha habido distintas propuestas durante décadas para formalizar las negociaciones en la «Sala Verde» mediante la creación de un comité ejecutivo que administre la agenda de la OMC, con un núcleo permanente de miembros basado en criterios acordados; como por ejemplo, la proporción del comercio mundial manejado por cada país, junto a un grupo rotativo de países más pequeños. A día de hoy, no se ha conseguido progreso en esta dirección. Determinados autores consideran que el abuso de negociaciones en la «Sala Verde», por parte de los miembros de la OMC, es innecesario. En cualquier caso, y a pesar de que una mayor transparencia es sin duda necesaria y siempre aconsejable para la organización, otros autores consideran que un mecanismo similar a las negociaciones en la «Sala Verde» (dónde determinados miembros se reúnan para discutir sobre políticas comerciales que afecten única o principalmente a estos sin la participación de otros miembros) parece inevitable en una organización con un número tan elevado de miembros.

Otra crítica frecuente dirigida a la OMC es que no existe acceso libre a todos los datos generados por la OMC. Por ejemplo, no existe el acceso libre a la base de datos integrada de la OMC, que comprende los datos sobre los límites arancelarios a los que los miembros se han comprometido. A pesar de que los límites de los aranceles de aduana son el núcleo de la OMC, es muy complicado su análisis por parte de cualquier investigador externo puesto que requeriría el análisis de una cantidad extraordinaria de datos. Sin embargo, la Secretaría de la OMC organiza y recoge de manera más comprensible todos estos datos pero únicamente tienen acceso a ellos los gobiernos de los Estados miembros.

La OMC tiene 164 miembros y 20 solicitudes de adhesión en trámite a pesar de la especial complejidad del proceso de adhesión.[Nota 6]​ Ante una solicitud de adhesión se crea un "Grupo de Trabajo" encargado de examinarla. Allí se analiza el régimen de comercio del país interesado y se negocian con él las condiciones particulares de su adhesión. Además, sigue un proceso de negociaciones bilaterales del país aspirante con cada uno de los miembros de la OMC que lo solicitan, y que le plantean sus propias exigencias. El resultado es que la adhesión queda condicionada a un consenso que satisfaga a todos los miembros ya integrantes de la Organización, y es habitual que los países se adhieran en condiciones más gravosas que las que se aplican a los demás. El "Protocolo de Adhesión de China", que estipula las obligaciones que asumió para adherirse a la OMC,[16]​ es un documento de 112 páginas. Esto representa la enorme mayoría de los países del mundo, cualquiera que sea su situación económica, e incluye a la gran mayoría de los países más pobres (los "países menos adelantados").

Se plantea un contraste singular entre las críticas, muy agudas y muy generalizadas, de que la Organización es objeto y la virtual unanimidad en la participación en ella o el deseo de incorporarse.

Esto se debe a que, con independencia de la validez de esas objeciones al "sistema multilateral de comercio", el hecho de estar fuera provoca perjuicios mayores que sus desventajas. El país que no forme parte de la OMC no tiene en sus relaciones de comercio exterior ninguna otra defensa que las que le den los acuerdos que haya concertado. No goza, como cualquier miembro de la OMC, de la cláusula de la nación más favorecida, estipulada en el GATT.[Nota 7]

El peso de la OMC como institución rectora de los intercambios comerciales ha ido sufriendo un desgaste permanente por la proliferación cada vez mayor de los acuerdos de libre comercio bilaterales y regionales. El "régimen de la nación más favorecida" ha ido perdiendo importancia, porque una exportación amparada solamente por ese régimen está en inferioridad de condiciones frente a las que se efectúen con las ventajas de acuerdos de libre comercio.

Esta circunstancia, junto con las perspectivas muy remotas de que llegue a concertarse un nuevo acuerdo general multilateral (el previsto en la "Ronda de Doha"), ha llevado a que la institución misma perdiera mucho del prestigio que llegó a tener.[17]



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