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Pérdida de biodiversidad



La pérdida de biodiversidad se refiere a la disminución o desaparición de la diversidad biológica, entendida esta última como la variedad de seres vivos que habitan en el planeta, los distintos niveles de organización biológica -plantas, animales, hongos, microorganismos y su respectiva variabilidad genética- así como los patrones naturales presentados en los ecosistemas . La pérdida de biodiversidad es tan grave que se considera como la “Sexta extinción masiva” con tasas de extinción de 100 a 1000 veces mayores que las consideradas naturales , uno de los aspectos que caracterizan al Antropoceno.

Se estima que para el año 2100, el cambio de uso de suelo, el cambio climático, modificación al ciclo de nitrógeno y las especies invasoras serán los principales motores de la pérdida de biodiversidad mundial ; los tres primeros factores son también límites planetarios.[1]​ Los elementos anteriormente mencionados, así como la explotación legal e ilegal de las especies silvestres, pueden considerarse las causas directas de la pérdida de biodiversidad (las acciones o procesos físicos inmediatos que la originan), pero es importante señalar que también existen causas indirectas o subyacentes, es decir las fuerzas fundamentales que operan difusamente sobre las causas directas y que están conformadas por un complejo de variables sociales, políticas, económicas, demográficas, tecnológicas y culturales .

El “uso de suelo” se refiere al conjunto de acciones humanas llevadas a cabo en un determinado tipo de cobertura terrestre, es decir, los efectos sociales y económicos para los cuales la tierra se gestiona. En ese sentido, cambios dramáticos en el uso de suelo se han venido generando, repercutiendo así en diversos ecosistemas. Dos estudios encontraron que en el periodo de 1700 a 1990 las áreas de cultivo aumentaron aproximadamente cinco veces, mientras que el área de pasturas creció un 600%. Todo ello a costa de las áreas boscosas, las cuales en un estudio pasaron de 5,000 millones a 4,300 millones de hectáreas y en otro pasaron de 6,200 millones a 5,300 millones de hectáreas ; mientras que las estepas, sabanas y pastizales pasaron de 3,200 millones a 1,800 o 2,700 millones de hectáreas en el mismo periodo.[2][3]​ Es importante mencionar que tanto la pérdida como la fragmentación de hábitat pueden obstaculizar gravemente la circulación de especies y su capacidad para hacer frente al cambio climático.

El fenómeno de cambio climático alude a una alteración en el promedio y/o en la variabilidad de las propiedades del clima, la cual persiste por un periodo extendido de tiempo. Dicho fenómeno puede afectar a la biodiversidad (tanto a nivel de especie como de ecosistema) marina y terrestre, de múltiples formas y a diferentes escalas. Lo anterior se debe a que el clima es el factor principal que controla los patrones globales de la estructura de la vegetación y, por tanto, la productividad y la composición de especies vegetales y animales. Las alteraciones en el clima podrían afectar numerosas condiciones ambientales particulares que las especies de flora y fauna requieren para reproducirse, crecer y sobrevivir. De acuerdo con el Panel Intergubernamental de Cambio Climático,[4]​ las principales afectaciones que el cambio climático ha generado en la biodiversidad de los sistemas terrestres son las siguientes:

Mientras que las afectaciones observadas en los sistemas marinos son:

Este fenómeno ocurre debido a que el incremento de CO2 en el océano disminuye los niveles de pH de la superficie marina, aumentando su acidez. Desde los tiempos pre-industriales, el pH en la superficie del océano ha disminuido alrededor de 0.1 unidades de pH (lo cual corresponde a un aumento del 30% en la concentración de iones de hidrógeno y una disminución del 16% en las concentraciones de carbonato).[1]​ La acidificación afecta a múltiples organismos con estructuras de carbonato de calcio, cuyas conchas o esqueletos corren el riesgo de disolverse -como es el caso de los pterópodos, los arrecifes de coral y el plancton-, lo que a su vez afectaría las cadenas tróficas marinas. Con la disminución del pH, los arrecifes de coral están en peligro de ser expuestos a condiciones marginales, lo que podría ocasionar cambios sustanciales en la composición de especies, así como en la dinámica de los corales y otras comunidades de arrecifes.[1]​ Por otra parte, al combinarse e interactuar la acidificación del océano y el calentamiento global, disminuyen la productividad en los arrecifes de coral.[1]

El nitrógeno reactivo sintetizado por los humanos -acumulado en los sistemas terrestres, o en forma de gases de efecto invernadero (GEI)  (en su forma de Óxido nitroso N2O)- contamina las zonas costeras, provoca lluvia ácida[5]​ y modifica la composición vegetal de los biomas donde es el elemento más limitante. Mientras que los altos niveles de fósforo en el océano se relacionan con los grandes eventos anóxicos que han generando extinciones masivas de la vida marina.[1]

Las Especies Exóticas Invasoras (EEI) representan una de las principales amenazas a la biodiversidad mundial, siendo consideradas por algunos autores la segunda mayor amenaza después de la pérdida de hábitat. Las EEI desplazan a las especies nativas por competencia directa, depredación, transmisión de enfermedades o modificación de hábitat, lo que a su vez puede causar extinciones, la degradación de los ecosistemas acuáticos y terrestres, y la alteración de los procesos y funciones ecológicas así como de los ciclos biogeoquímicos.

Los ecosistemas insulares son los más afectados, pues su alta proporción de especies endémicas -que carecen de mecanismos de defensa frente a especies con las que no coevolucionaron- los hace especialmente vulnerables[6]​ generando periodos de extinción muy breves. En las islas, las EEI son la primera causa de pérdida de biodiversidad, lo cual es aún más alarmante si se considera que en ellas la tasa de extinción es 500 a 700% mayor que en territorio continental.

En el caso de las extinciones de fauna marina, el motor dominante de sus extinciones no es el cambio climático ni la acidificación subsecuente, sino la pesca realizada por los humanos. Por lo anterior, las especies de mayor tamaño son las más afectadas (con una probabilidad 13 veces mayor de estar bajo la amenaza de extinción), pues con ellas los pescadores obtienen mayores ganancias.

Por su parte, la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (UNODC por sus siglas en inglés) reportó que de 1999 a 2015 se realizaron 164,000 decomisos provenientes de 120 países, de 7,000 especies protegidas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES por sus siglas en inglés). Principalmente de palo de rosa (35%), seguido de elefantes (18%), reptiles (9%), madera de agar (6%), pangolín (5%), rinocerontes y tortuga marina (3% cada uno), loros, grandes felinos, rapaces, tortuga de tierra y de agua dulce (2% cada uno); coral y esturión (1%).[7]​ Lo anterior demuestra que el tráfico de especies es un problema mundial, que está masacrando poblaciones, tal es caso de los 100,000 elefantes asesinados de 2010 a 2012, y de la caza de rinocerontes en Sudáfrica que aumentó 8,000% entre 2007 y 2014.

Las afectaciones a la biodiversidad pueden enmarcarse en el Antropoceno, actual era geológica en la cual la especie humana es quien determina los procesos fundamentales de la biósfera, conduciendo así al cambio ambiental global. Prácticamente todos los aspectos del cambio global son causados primordialmente por el rápido crecimiento de la población humana y el incremento en el consumo de recursos per cápita.[8]​ Este último es impulsado en gran medida por la lógica del sistema capitalista que constantemente busca crear mercancías para acumular riqueza, ya sea resolviendo necesidades básicas e histórico-sociales existentes o creando nuevas, sin importar los costos ambientales y la injusticia que represente hacia otros animales y especies. Es posible realizar un análisis de las causas indirectas a una mayor escala e identificar sectores clave en la causas directas de la pérdida de biodiversidad, como son:

Vale la pena señalar que el consumo de alimentos de origen animal (y por tanto la ganadería y la pesca) es el principal causante de las extinciones de especies modernas, por ser el mayor conductor de pérdida de hábitat, la principal causa de cambio climático, pérdida de suelo, sobrepesca, sedimentación de áreas costeras, facilitación de invasiones de especies exóticas, contaminación de agua y disminución de los grandes depredadores y de los herbívoros silvestres. Así pues, las causas subyacentes de la pérdida de biodiversidad son el modelo de producción y consumo hegemónico capitalista y antropocentrista, apoyado por gobiernos y por la sociedad en general. Para una clasificación más detallada de los factores económicos, tecnológicos, institucionales y culturales de las causas indirectas de la pérdida de biodiversidad véase Anexo.

El cambio global hace referencia al conjunto de cambios ambientales que afectan los procesos determinantes del funcionamiento de la Tierra; dichos cambios se caracterizan por ser muy rápidos, comparados con los tiempos de evolución del planeta y por su origen antropogénico.[8]​ En este contexto de cambio global se han propuesto 9 límites planetarios que describen un espacio operativo seguro para la humanidad en relación con el sistema de la Tierra, sus subsistemas y procesos biofísicos.[1]​ De ellos, el límite de pérdida de biodiversidad es el que ha sido mayormente rebasado, seguido de la alteración al ciclo del nitrógeno y el fósforo, y el cambio climático .[1]

El límite planetario que más se ha rebasado es la pérdida de biodiversidad. De acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica se estima que hay 13 millones de especies en el planeta Tierra, pero solo han sido descritas 1.75 millones. De acuerdo con la UNEP, las especies que más se han descrito son los animales invertebrados, mientras que las bacterias son las menos estudiadas. Por otro lado, la abundancia de la biodiversidad está altamente relacionada con el hemisferio sur. Dentro de este último se encuentra el 70% de las especies a nivel mundial (Figura 2).

A pesar de la gran diversidad de especies con la que contamos, hoy en día muchas de éstas se encuentran en peligro de extinción, entendiéndose como especie extinta aquella que ya no tiene un solo individuo.[9]​ Existe un estimado sobre el número de especies que se han extinto o que están extintas en estado silvestre, donde la cifra es de 869 especies. Este número aumenta si se le suman las 290 especies que se encuentran en peligro crítico de extinción .[10]​ En la Figura 3, es posible analizar las especies que están extintas y las que ya no pueden ser encontradas en vida silvestres. Se observa que las especies de aves han sido las más afectadas, seguidas por los peces.

Dado lo anterior, existe una urgente necesidad por tomar medidas para frenar la crisis medioambiental que se vive en la actualidad. Para ello, el conocimiento sólido y fundamentado sobre la sexta extinción masiva de especies, así como sus causas y consecuencias debe ser utilizado para concientizar a la población de tan grave problema, tornando a éste como la base para la toma de decisiones referente a la mitigación y adaptación a nivel global.[11]​ Además, se necesita información acerca de las variaciones que el cambio climático pudiera tener sobre las interacciones entre individuos, así como de la respuesta del ecosistema hacia dichas transformaciones. Tanto los cambios en la diversidad y en el funcionamiento del ecosistema, como los factores abióticos, constituyen interacciones dentro de un sistema que difícilmente son estudiados en conjunto. En ese sentido, el desarrollo de conocimiento sustentado es un aspecto fundamental para la toma de decisiones e implementación de políticas públicas que busquen contrarrestar las consecuencias de la pérdida de biodiversidad y mitigar las causas de la misma.[12]​ Así, un reto a afrontar es el fomento de la conformación de comunidades de científicos y autoridades gubernamentales que trabajen de forma coordinada e interdisciplinaria en temas de biodiversidad. Ello con el objetivo de generar un impacto positivo tanto a pequeña como a gran escala, identificando zonas vulnerables a la pérdida de biodiversidad, y así, realizar proyecciones fiables y útiles para los gobiernos. Las prácticas de conservación resultan ser una estrategia aplicable para hacer frente a la pérdida de biodiversidad. Por consiguiente, es necesaria la implementación de planes de manejo integrales adecuados que favorezcan la conservación de especies, así como la adaptación y mitigación de la pérdida de biodiversidad a nivel internacional, y que a su vez, estén acompañados de cambios estructurales en las políticas públicas, así como de los patrones de producción y consumo.[13][11]

Compra/venta de "mascotas" silvestres y domésticas que son abandonadas. Por ejemplo los gatos ferales se encuentran en 29 Áreas Naturales Protegidas de México y han extinto 10 especies de roedores.[29]



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