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Pablo I de Rusia



Pablo I de Rusia (en ruso: Па́вел I Петро́вич, Pável Petróvich)? (San Petersburgo, 20 de septiembrejul./ 1 de octubre de 1754greg. - ibidem, 11 de marzojul./ 23 de marzo de 1801greg.) fue zar de Rusia desde 1796 hasta su asesinato en 1801.

El gran duque Pablo nació durante el reinado de la emperatriz Isabel, en el palacio de verano, en San Petersburgo, el 1 de octubre de 1754, siendo el único hijo de la gran duquesa Catalina, la cual da a entender en sus memorias que el padre no era su marido, el gran duque Pedro, el futuro emperador, sino su amante Serguéi Saltykov.[cita requerida] Los partidarios de Catalina afirmaban que Pedro III era estéril, y fue incapaz de mantener relaciones sexuales hasta que se realizó una leve operación quirúrgica, y aun así él no podía engendrar un hijo.[cita requerida] Aunque la historia fue aireada por los enemigos de Pablo, ya que ello pondría en peligro sus derechos al trono, nunca fue tomado en serio debido al reconocimiento del poder de Catalina. Además, los detractores de esta hipótesis argumentaban el parecido físico del gran duque con su padre.[cita requerida]

Durante su infancia, Pablo fue apartado del lado de su madre por la emperatriz Isabel, quien se encargó personalmente de su educación. De niño fue considerado inteligente y hermoso, algo que cambiará cuando sufre un ataque de tifus en 1771, y que le afeará las facciones de por vida. Se ha dicho que su madre lo odiaba, y que pretendía envenenarlo, deteniéndose por temor a las consecuencias de un nuevo crimen en el seno de la familia imperial.[cita requerida] Lord Buckinghamshire, embajador británico en la corte rusa, expresó esta opinión ya en 1764.[cita requerida] Aunque otros dicen que la emperatriz lo trataba con cariño. Fue puesto a cargo de un hombre de confianza, Nikita Ivánovich Panin, y de competentes tutores.

A partir de entonces le permitió asistir al consejo para instruirlo en sus labores como emperador. Su tutor, Poroshin decía de él que «siempre tenía prisa», y que actuaba sin hacer uso de la palabra y sin reflexión.[cita requerida]

Después de que su primera esposa muriese de parto, su madre lo casó el 7 de octubre de 1776, con la bella Sofía Dorotea de Württemberg, que recibió el nuevo nombre de María Fiódorovna. Entonces comenzó a participar en intrigas, creyéndose el blanco de un asesinato, que estaría organizado por su propia madre, llegando a acusarla abiertamente de mezclar fragmentos de vidrio en su comida.[cita requerida]

Sin embargo, a pesar de que su madre lo eliminó de su consejo y comenzó a distanciarlo del poder, no tomó represalias contra él. El uso de su nombre por el rebelde Pugachov, que decía ser su padre, Pedro, hace que la posición de Pablo sea más difícil. Al nacer su primer hijo en 1777, la emperatriz le dio una finca, Pávlovsk.[cita requerida] En 1781, Pablo y su esposa consiguieron permiso de la emperatriz para dar un viaje por Europa occidental, que se alargó hasta el año siguiente. En 1783, la emperatriz le concedió otra finca, el palacio de Gátchina, en la que se le permitió mantener una brigada de soldados inspirados en el modelo prusiano.

Pablo y María tuvieron diez hijos:[cita requerida]

Su madre, con la intención de buscar una alianza con Federico II de Prusia, lo casó en 1773 con Guillermina de Hesse-Darmstadt, hija de Luis IX, Landgrave de Hesse-Darmstadt.

Ascendió al trono al morir su madre el 17 de noviembre de 1796. Su primer mandato fue para solicitar información sobre el testamento de la fallecida, y destruirlo, ya que se rumorea que había expresado deseos de excluir de la sucesión a Pablo y dejar el trono a Alejandro, su nieto mayor.[cita requerida] Estos temores contribuyeron probablemente a la promulgación de las famosas Leyes Paulinas, que establecían el estricto principio de la primogenitura en la dinastía Románov y que no podían ser modificadas por sus sucesores.

En el primer año de su reinado, Pablo cambió muchas de las reformas políticas de su madre. Acusó a muchos de Jacobinismo y exilió a personas simplemente por llevar ropa de estilo parisino o leer libros franceses, también permitió volver del exilio siberiano al más conocido crítico de Catalina, Radíschev. El ejército, cuando suspendió el ataque a Persia organizado por Catalina, fue llamado a la capital en el plazo de un mes de la ascensión de Pablo. Su padre fue enterrado con gran pompa en el sepulcro real de la Catedral de Pedro y Pablo. Para acabar con el rumor de su ilegitimidad Pablo respondió alardeando de su ascendencia de Pedro I el Grande. La inscripción en el monumento a Pedro el Grande (en:Monument to Peter I (St. Michael's Castle)), frente al Castillo Mijáilovski, dice en ruso «Al bisabuelo del bisnieto» («Прадеду — правнук»), una sutil pero evidente burla del motto latino «Petro Primo Catherina Secunda», la pomposa dedicación de Catalina en el «Jinete de Bronce», la más famosa estatua de Pedro en San Petersburgo.[cita requerida]

El emperador Pablo era idealista y capaz de una gran generosidad, pero también era irascible y vengativo. Aparte de Radíschev, Nikolái Novikov también fue liberado de la fortaleza de Shlisselburg, y también Tadeusz Kościuszko, sin embargo permanecieron en sus propias fincas bajo supervisión de la policía. Consideraba a la nobleza rusa como decadente y corrupta, y pretendía transformarla en una disciplinada casta de leales, algo semejante al espíritu caballeresco medieval. A aquellos pocos que se ajustaban a este modelo (por ejemplo, sus favoritos Kutaísov, Arakchéyev, Rostopchín), les concedió más siervos en cinco años de su reinado que los que había dado su madre a sus amantes durante treinta y cuatro años de su mandato. Los que no compartían sus puntos de vista fueron despedidos o perdieron sus puestos en la corte: así siete mariscales de campo y 333 generales cayeron en desgracia.

De acuerdo con sus ideales caballerescos, Pablo fue elegido Gran Maestre de la Orden de los Caballeros Hospitalarios, a quienes dio refugio tras de su expulsión de Malta por Napoleón. Su liderazgo estableció la tradición imperial rusa de llevar las insignias de los Caballeros Hospitalarios (Orden de San Juan / Orden de Malta) junto con las otras órdenes rusas. Con gran gasto para el Estado, construyó tres palacios en los alrededores o en la propia capital rusa. Mucho se habló en la corte de su historia de amor con María Lopujiná, que más bien parece haber sido platónica y constituye otro detalle de su ideal caballeresco.

En 1798, hizo entrar a Rusia en la Segunda Coalición contra Francia, enviando a Suvórov a luchar contra Napoleón en Suiza y a Ushakov para ayudar a Nelson en sus operaciones en el Mediterráneo. Después de padecer grandes penurias y no ganar en ninguna campaña, el emperador da un giro en su política exterior en 1801 y cambia a una neutralidad armada contra Gran Bretaña.

En ambos casos se guio por motivos personales, primero luchó contra Francia porque tomó un interés «sentimental» por los Hospitalarios; y luego contra Gran Bretaña, cuando los ingleses conquistaron Malta, el hogar tradicional de la orden. Además de los anteriores, abandonó un plan ruso-francés de asalto navales de las islas Británicas, otra de sus famosas locuras fue el envío de una fuerza expedicionaria de cosacos para luchar contra los británicos en la India.

Las premoniciones de Pablo sobre su asesinato estaban bien fundadas. Su intención de obligar a la nobleza a adoptar un código de caballería hizo que perdiera la confianza de muchos de sus asesores. El emperador había descubierto también una serie de maquinaciones y corroboró la corrupción en la tesorería rusa. A pesar de que Catalina había derogado la ley que permite el castigo corporal de las clases libres y dirigió reformas destinadas a un mayor número de derechos de los campesinos, y un mejor tratamiento para los siervos, la mayoría de sus políticas se consideraban como una molestia para los nobles, así que sus enemigos elaboraron un plan de acción.

Se organizó una conspiración —algunos meses antes de su muerte— por los condes Piotr Alekséyevich Pahlen (en:Peter Ludwig von der Pahlen), Nikita Petróvich Panin, y el almirante de origen español José de Ribas. La muerte de Ribas retrasó la ejecución. En la noche del 11 de marzo de 1801, Pablo fue asesinado en su dormitorio del Castillo de San Miguel por una banda de funcionarios despedidos encabezada por el general Levin August von Bennigsen, un hanoveriano al servicio de Rusia. Entraron en su dormitorio, y se encontraron a Pablo escondido tras unas cortinas. Los conspiradores trataron de obligarlo a firmar su abdicación. Pablo ofreció cierta resistencia, y uno de los asesinos lo golpeó con una espada, siendo después estrangulado y pisoteado hasta la muerte. El estrangulamiento fue llevado a cabo con la cinta de su cordón de mando, el cual fue posteriormente conservado por la viuda y finalmente cedido a su hija, la Gran Duquesa Ana Pávlovna. Fue sucedido por su hijo, el emperador Alejandro I, que se encontraba en el palacio, y a quien el general Nikolái Zúbov, uno de los asesinos, anunció su ascensión. Todos los acontecimientos acerca de la muerte del zar Pablo I, se sucedieron ante la contemplación y conocimiento indiferente de su hijo y sucesor, Alejandro I.

La imagen popular de Pablo I ha sido durante mucho tiempo que estaba loco. Sus excentricidades y su imprevisibilidad condujo, según esta opinión, a su asesinato. Este retrato de Pablo fue promovido por los asesinos y sus partidarios, y se ha convertido en algo comúnmente aceptado.

Investigaciones recientes han reconsiderado y rehabilitado el carácter de Pablo I. En la década de 1970, dos grupos de académicos realizaron nuevas investigaciones sobre Pablo I: una en Montreal en 1973 y la otra en San Luis en 1976. Algunos de los resultados fueron presentados en 1979: Pablo I: una nueva evaluación de su vida y reinado de la Universidad Central de Estudios Internacionales de Pittsburgh, 1979. La revaluación de Pablo I ha demostrado su carácter como alguien de buena moral, que siguió su conciencia.

Todas las fechas indicadas están basadas en el calendario gregoriano. En el siglo XVIII, el calendario ruso estaba atrasado respecto al occidental por unos once días, doce días en el siglo XIX, y trece días a principios del siglo XX. No sería hasta 1918, después de la Revolución, cuando el calendario ruso se ajustó al occidental.




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