El Pacto de las Cuatro Potencias o Acuerdo Cuatripartito fue un tratado internacional alcanzado el 7 de junio de 1933 y rubricado formalmente el 15 de julio del mismo año en el Palazzo Venezia de Roma. Las Cortes francesas no llegaron a ratificarlo.
La política internacional europea se encontraba en crisis por la parálisis de las negociaciones de desarme de Ginebra. La Sociedad de Naciones parecía incapaz de conjugar el deseo francés de garantizar su seguridad militar con el alemán de obtener el reconocimiento de su derecho a rearmarse como las demás potencias. Durante la visita a Roma del primer ministro británico Ramsay MacDonald en marzo de 1933, su colega italiano, Benito Mussolini, propuso la formación de un bloque de cuatro grandes potencias para desatascar las conversaciones. La idea italiana incluía la aceptación de la revisión de los tratados de paz firmados después de la Primera Guerra Mundial y del derecho de Alemania para alcanzar el mismo nivel de armamento que el resto de grandes potencias.
Italia había comunicado privadamente la idea a Alemania antes de presentársela a los británicos, que la había aprobado como aceptables. Aunque Italia estaba dispuesta a permitir el rearme alemán, deseaba que este se produjese lentamente y por etapas, mientras que Berlín deseaba un rearme rápido. Pronto surgieron desavenencias entre Roma y Berlín: aquella esperaba un apoyo mayor de esta para convencer a las otras dos potencias, y veía con malos ojos los intentos alemanes de lograr mayores concesiones a costa de retrasar la firma del acuerdo; Berlín, por su parte, se sentía ofendida por la superioridad italiana.
El 19 de marzo de 1933, Benito Mussolini propuso la firma de un acuerdo entre cuatro grandes potencias (el Reino Unido, Francia, Italia y Alemania) para mejorar la seguridad internacional. Este pacto hubiese reducido la influencia de otras naciones menos poderosas en los asuntos internacionales.
Los representantes de las cuatro naciones firmaron en efecto un acuerdo, versión limitada de la propuesta original italiana. El objetivo de la sugerencia italiana era estrechar las relaciones con Francia, pero fracasó como método de calmar la situación política en Europa. El tratado confirmó la adhesión de los cuatro países a la Sociedad de Naciones, al Tratado de Locarno y al Pacto Briand-Kellogg. Debía servir como instrumento para facilitar la cooperación entre las naciones, creando un bloque de cuatro grandes potencias en la Sociedad de Naciones que privase de parte de su poder a los países menos poderosos. Como la sugerencia de Mussolini suponía un cambio claro de la situación política surgida de la guerra mundial, alarmó a Francia y a sus aliados; estos, a excepción de Polonia, limitaron su oposición al pacto gracias a la intervención francesa y a la modificación de la propuesta inicial italiana. Francia logró que lo que debía haber sido un sistema alternativo a la Sociedad se convirtiese en una proclama en favor de su reforzamiento con escasas consecuencias prácticas. Para el Reino Unido, por el contrario, la sustitución de la Sociedad por un sistema similar a la antigua diplomacia de las grandes potencias era aceptable.
Finalmente, el acuerdo tuvo escasa trascendencia en la historia del momento. La sugerencia mussoliniana fue, no obstante, un intento de resolver los problemas entre las principales potencias europeas; a Italia le convenía aprovechar el equilibrio entre las grandes potencias para influir en la política internacional, situación en la que también se hallaban los británicos. La cooperación entre Londres y Roma permitió la firma del pacto. El Reino Unido trató en vano de emplearlo como método para resolver los sucesivos problemas políticos europeos hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
El documento que acabaron firmando los representantes de las cuatro grandes potencias difería notablemente de la idea inicial italiana. De escasas consecuencias en la política internacional, una de las principales fue la firma del Pacto de no agresión germano-polaco en 1934.
Los estudiosos del pacto difieren sobre si podría haber constituido un sistema alternativo a la Sociedad de Naciones que hubiese permitido mantener el equilibrio político y la seguridad y la paz en Europa. Mientras algunos afirmar que podría haberlo sido, otros descartan tal posibilidad dada la crisis del momento, marcada por la Gran Depresión, la llegada al poder en Alemania de Hitler y la negativa de los países del este europeo a realizar cesiones territoriales. El rechazo tanto de Polonia como de las naciones de la Pequeña Entente llevaron a que Francia se aviniese a firmar únicamente una versión muy limitada de la propuesta italiana. El pacto perjudicó las alianzas francesas con los países de Europa oriental. [48]
El ascenso de Adolf Hitler al poder fue una razón adecuada para proponer arreglos de poder alternativos. Sin embargo, lo que había comenzado como una alternativa a la Liga de las Naciones terminó como una reafirmación de la devoción a esa institución en quiebra y una ceremonia placentera. Hitler se mostró dispuesto a aceptar el sistema alternativo a la Sociedad de Naciones. El pacto pronto fracasó, pero Gran Bretaña, en particular, no eliminó fácilmente la idea de las Cuatro Potencias. El abandono alemán tanto de la Sociedad de Naciones como las negociaciones sobre el desarrollo, realizado por sorpresa el 14 de octubre de 1933, desbarataron la ratificación del pacto, consecuencia que enfureció temporalmente a Mussolini.10 El pacto ha tenido un gran impacto en el derecho moderno . Durante los seis años siguientes, Gran Bretaña hizo vanos intentos para que funcionara a cualquier costo, pero el fracaso del Pacto de las Cuatro Potencias sirvió como advertencia del continuo retiro de Alemania de las relaciones diplomáticas con Francia y Gran Bretaña en la preparación de la Segunda Guerra Mundial.
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