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Palacio de Olite



El Palacio de los Reyes de Navarra de Olite, Palacio Real de Olite o Castillo de Olite es una construcción de carácter cortesano y militar erigida durante los siglos XIII y XIV en la localidad de Olite (Navarra, España). Fue una de las sedes de la Corte del Reino de Navarra a partir del reinado de Carlos III "el Noble". Cada verano es sede principal del Festival de Teatro Clásico de Olite.[1]

Fue declarado Monumento Nacional (conjuntamente con la iglesia de Santa María) el 17 de enero de 1925. También está declarado como Bien de Interés Cultural y pertenece al Gobierno Foral de Navarra. En su interior existe una morera blanca declarada monumento natural.[2]

Fue Carlos III "el Noble" quien, en el siglo XV, comenzó la ampliación del anterior castillo, dando lugar al Palacio de los Reyes de Navarra. Aunque casi todos lo llaman "castillo", lo correcto es referirse a él como "palacio", ya que se trata de una construcción con carácter cortesano, donde los aspectos residenciales prevalecieron sobre los militares (defensa).

Uno de sus principales encantos es el aparente desorden de su diseño. Esto se debe a que su construcción nunca se afrontó como un proyecto "de conjunto", debiéndose el resultado final a las continuas obras de ampliación y reforma que se sucedieron durante siglos, aunque la mayor parte de las obras se realizaron entre finales del siglo XIV y principios del XV. El entonces rey de Navarra, Carlos III, decidió convertir el palacio existente en sede real permanente y dotarla de todo el ornamento propio de estas.

El conjunto formado por sus estancias, jardines y fosos, rodeados por las altas murallas y rematados por las numerosas torres, le confieren una espectacular y mágica silueta. En su época, llegó a ser considerado como uno de los más bellos de Europa. En él podremos diferenciar claramente dos conjuntos: el Palacio Viejo, convertido en Parador Nacional de Turismo, y el Palacio Nuevo. Ambos están separados por "tierra de nadie", un solar donde se levantaba anteriormente el Palacio de la Reina.[3]

Tras la invasión de Navarra en 1512 por parte de la Corona de Castilla y la de Aragón unificadas, comenzó el deterioro del palacio, ya que solo fue utilizado por los virreyes como residencia esporádica. El estado de abandono en el que quedó inmerso el palacio hizo que éste fuera deteriorándose progresivamente. Este proceso culminó con el incendio ordenado por el guerrillero Espoz y Mina durante la Guerra de la Independencia Española (1813), ante el temor de que en él se fortificaran las tropas francesas de Napoleón.

El estado actual del edificio es fruto de una restauración tras convocatoria de un concurso en 1923 por parte de la Diputación Foral de Navarra que ganaron los arquitectos José y Javier Yárnoz y que se iniciaron en 1937. Todavía ésta no ha concluido ya que esta compleja labor trata de recuperar la estructura original del palacio, distinguiendo entre lo que se corresponde con el edificio original, y lo que se debe a su restauración. Sin embargo, la riquísima decoración interior que revestía sus muros se ha perdido para siempre, al igual que los jardines exteriores que lo rodeaban.

Fue declarado Monumento Nacional (conjuntamente con la iglesia de Santa María) el 17 de enero de 1925.[4]

El castillo está inspirado en el estilo gótico francés. Actualmente perviven restos de yeserías y estucados de inspiración mudéjar, obra, al parecer, de artesanos moriscos de la ribera de Navarra.

En el siglo XV, el palacio del castillo se consideraba la altura de las cortes europeas más lujosas. La decoración interior de la que no queda nada, excepto pequeños restos, estaba compuesta por yeserías, azulejos, vidrieras y artesonados dorados. Los suelos y las paredes estaban cubiertos de tapices.

En las obras de este palacio intervinieron muchos artistas de diversas nacionalidades, ejemplo del eclecticismo imperante en las construcciones cortesanas de la época. La influencia francesa es evidente en torres, ventanas y balcones, mientras que los hispanos transpiran en adarves volados, arquerías y patios, así como techos artesonados, azulejos y yeserías.

Además tenía jardines colgantes, algunos de casi 20 metros de altura, zonas ajardinadas, huertos y un parque zoológico que incluía un león (regalo del rey de Aragón Pedro IV el Ceremonioso), un camello, loros, perros de caza, halcones, búfalos africanos, una jirafa, ardillas, etc.

La entrada al palacio se hacía través de la Plaza de Carlos III el Noble. La cubierta consiste en un arco de medio punto que conduce a una plaza interior conocida como Patio de los Naranjos, porque en este lugar el rey mandó plantar naranjos y otros árboles frutales. Hoy el piso está pavimentado pero originalmente era un jardín con árboles y flores de varias especies.

Para el cuidado de los jardines se precisaban multitud de jardineros, aunque en su cuidado también participaban los propios reyes, más que nada como entretenimiento. Para el riego de los jardines, se realizó un complicado sistema de riego con tuberías de plomo que fue realizado en 1409 por Juan D'Espernou y más tarde en 1414 por John Nelbort de Bristol. Durante el invierno, los árboles estaban protegidos por toldos que estaban adheridos a las paredes, de manera similar a un invernadero y el palacio contaba con una nevera para disponer de hielo y guardar alimentos para su preservación, la cual sigue existiendo a día de hoy, pero ya no se usa.

Fue el antiguo cuerpo de guardia del palacio. En esta sala se ha encontrado una sala abovedada cuya función se desconoce, y estaba llena de materiales del Palacio Viejo.

También conocido como la cueva de los murciélagos. Este nombre popular vino por su ausencia casi total de luz y es una gran sala cuya única función es soportar el peso del jardín de la Reina ubicado en la parte superior. Está cubierto con grandes arcos apuntados.

Es el cuerpo principal del palacio, en el primer piso se encuentran los aposentos del Rey y la Reina, en el segundo piso se encuentra la Sala de Exposiciones, con la exposición "Olite, trono de un Reino". Continuando por la escalera de caracol se llega a la Torre del Homenaje. Un total de 133 escalones.

Conocida como la Torre de la Vit (Vit en francés es caracol, y lleva el nombre de la escalera de caracol que corre a lo largo de su interior). Con 40 metros de altura, es la torre más alta del palacio, siendo la única concesión de carácter militar que se puede encontrar en el palacio. Base rectangular, en las esquinas de su terraza hay cuatro pequeñas torretas circulares que dan cierta ligereza a las resistentes paredes de sillar. En el piso principal, además de las habitaciones principales del Rey y la Reina, se pueden encontrar algunas habitaciones menores que fueron utilizadas por las damas y el servicio de los reyes.

Estas son las habitaciones privadas de la Reina, con chimeneas de piedra ubicadas junto a las ventanas. Estaba decorado con zócalos de madera, tapices, pinturas y yeserías de la tradición morisca. El piso estaba pavimentado con ladrillos vidriados, mientras que los techos lucían paneles de madera con detalles dorados. Las ventanas estaban cerradas con vidrieras. A su lado, existe una pequeña habitación conocida como baño de la reina. Los pisos estaban cubiertos con alfombras y tapices.

Es una gran sala que servía principalmente como sala de banquetes, también tiene otra pequeña sala que fue utilizada como lugar de descanso del monarca. Tiene chimenea de piedra y grandes ventanales góticos con bancos.

Este es el único espacio que conserva la decoración original de yeserías. Hay diez paneles hechos en yeso por maestros moriscos, que representan escudos heráldicos, estrellas, lazos, patrones geométricos islámicos y decoración vegetal. Un motivo que aparece son las hojas de castaño de la insignia de Carlos III. La sala generalmente está cerrada al público, solo se abre con reserva, para evitar dañar los trabajos de yeso que están en muy malas condiciones. Los paneles, de izquierda a derecha se muestran a continuación:

Panel 1

Panel 2

Panel 3

Panel 4

Panel 5

Panel 6

Panel 7

Panel 8

Panel 9

Panel 10

Controlaba el paso a través de la puerta de la ciudad, llamada así porque a través de esta puerta abierta en los muros llegaban carros de heno. Es un vano simple formado por un arco apuntado sin ninguna decoración.

Llamado así por servir de torre de vigilancia de cualquier incidente que pudiera ocurrir en las proximidades. Es una torre cuadrada sobre cuya terraza almenada se eleva otra más pequeña circulada. En la misma se ubicaba el vigilante; Es tan pequeña que solo hay espacio para un hombre. Junto a la torre encontramos otra cilíndrica más pequeña. En esta torre se alza un dintel de ventana con tracería gótica original, y quiere representar el vínculo eterno, uno de los símbolos de Carlos III el Noble.

Es llamada así por su estructura cuadrada que se cierne sobre tres balcones, cada uno frente a un punto cardinal. Desde estos balcones, los reyes podían ver los espectáculos que se celebraban a los pies del castillo. Junto a la torre tiene una pequeña torre con una base cuadrada y más alta.

El único propósito de esta torre era almacenar agua del cercano río Cidacos para abastecer el palacio. Hueca en su interior, desde aquí se proporciona agua al palacio y los jardines reales. La distribución se realizó a través de tuberías de plomo que estaban incrustadas en las paredes del palacio. Los jardines de agua se hicieron con cubos de cobre. Este complejo sistema de riego fue realizado por Juan D'Espernou. Al pie de esta torre había un foso profundo (del león), llamado así porque era el lugar donde estaban las peligrosas bestias que tenía el rey.

Llamada así por su peculiar forma dispuesta en tres alturas, en orden descendente y octogonal. Su parte superior podría usarse para criar palomas.

Desde este lugar se puede ver el Pozo de hielo. El pozo está excavado a 8 metros de profundidad en el piso. Una cubierta en forma de cáscara de huevo. Protegía el hielo del invierno durante el resto del año. Este pozo se hizo en el siglo XVII, por lo que se agregó después de la construcción del castillo. La técnica de conservación del hielo era bien conocida, hecha por capas de hielo separadas por capas de paja. Dado que el pozo estaba ubicado en un lugar frío, el hielo podía mantenerse hasta el final del verano. El hielo a menudo se usaba tanto para fines culinarios como farmacéuticos.

Desde la Torre de las Tres Coronas, se pueden ver restos de la capilla de San Jorge. Aquí estaba la capilla privada de los reyes. Construido a finales del siglo XIV fue iniciado por la reina Leonor de Castilla. De este edificio rectangular solo quedan las paredes exteriores. En la parte superior de la capilla se levantó un segundo piso para lugar de culto de la reina, pero la mala calidad de la construcción, como se hizo en albañilería, ha significado que no se haya conservado hoy. Debajo de la capilla existe un espacio abovedado, que es una antigua bodega. Está cerrada por una bóveda de cañón y tiene nichos en las paredes.

Es un espacio cuadrado en cuyo centro se encuentra un árbol de morera blanca, que según la tradición fue plantada por el propio rey Carlos III. Por su antigüedad está declarado Monumento Natural de Navarra.

Espacio reservado para las aves que habitaban el castillo. Ubicado en un patio interior, solo estaba descubierto en la parte superior, que estaba cerrado por una red que les impedía escapar. Desde la Galería del Rey se puede observar por completo este patio. Destaca en el lugar un espacio construido en yeso que sirvió como lugar de anidación para las aves y aún se conserva en bastante buen estado.[5]

El Palacio Real de los Reyes de Navarra de Olite fue elegido como la primera maravilla medieval de España, celebrada por la Revista Medieval con motivo de su cuarto aniversario (2008), estando por delante de maravillas de la talla del monasterio de Santa María de Meira, la catedral de Santiago de Compostela, la Alhambra, la iglesia de San Pedro de la Nave, el monasterio de San Millán de la Cogolla o el monasterio de Poblet. En el número 33[6]​ le dedica al efecto senda páginas elaboradas por la doctora en Historia, Carmen Jusué Simonena.



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