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Paleontología lingüística



La paleolingüística es una subdisciplina de la lingüística histórica que estudia los parentescos filogenéticos entre las familias lingüísticas desde el origen mismo del lenguaje hasta la aparición de los sistemas de escritura, es decir, toda la prehistoria.

Los paleolingüistas investigan los parentescos que existirían entre las diferentes familias de lenguas y proponen macrofamilias (grupos de familias lingüísticas emparentadas). Para algunos destacados paleolingüistas como Greenberg o Ruhlen, la reconstrucción de la protolengua de cada macrofamilia es un aspecto secundario.[1]​ Por ejemplo, algunos paleolingüistas han propuesto la macrofamilia nostrática, la cual incluiría a la familia indoeuropea, la afro-asiática, la urálica, la altaica, la dravídica e incluso la kartveliana y a veces otras lenguas.

La paleolingüística trabaja en un campo altamente interdisciplinario que conecta conocimientos de la lingüística, la paleoantropología, la Arqueología y la Genética humana.[cita requerida] También está muy conectada con la evolución del lenguaje en tanto ambas disciplinas están interesadas en el origen y la evolución del lenguaje humano.[cita requerida]

Para muchos lingüistas históricos no hay un campo separado para la paleolingüística y las hipótesis de los paleolingüistas no son aceptadas generalmente por todos. Los paleolingüistas suelen trabajar con dos metodologías:

El método de comparación léxica masiva es, a veces, observado como inválido para distinguir las similitudes casuales de aquellas que son consecuencia de una conexión histórica e inválido para distinguir las similitudes que se deben a un ancestro común de aquellas que se deben al contacto lingüístico. Sin embargo, cada vez hay más lingüistas investigando en Paleolingüística (lingüística prehistórica), así como en los orígenes y evolución del lenguaje.[cita requerida]

El último cuarto del siglo XIX vio a varios lingüistas realizando propuestas que vinculaban las lenguas indoeuropeas a otras familias de lenguas, como las lenguas urálicas y las lenguas altaicas.

Estas propuestas fueron más lejos en 1903, cuando Holger Pedersen, un lingüista danés, propuso el "Nostrático", un ancestro común de la familia Indoeuropea, Afro-Asiática, Urálica, Altaica, entre otras.

Un defensor temprano de esta hipótesis fue el lingüista francés Albert Cuny, quien publicó 'Recherches sur le vocalisme, le consonantisme et la formation des racines en « nostratique », ancêtre de l'indo-européen et du chamito-sémitique ('Investigación sobre el vocalismo, consonantismo y formación de raíces en "Nostrático", ancestro común del Indoeuropeo y el Camito-Semítico) en 1943.

Mientras la hipótesis de Pedersen no tuvo mucho éxito en Occidente, se hizo muy popular en la entonces Unión Soviética. Trabajando independientemente al principio, Vladislav Illich-Svitych y Aharon Dolgopolsky elaboraron la primera versión de la forma contemporánea de la hipótesis nostrática en los años 1960. Ellos expandieron esta macrofamilia incluyendo nuevas familias lingüísticas. Illich-Svitych también preparó el primer diccionario de la hipotética protolengua nostrática.

La hipótesis nostrática es muy similar a la hipótesis euroasiática formulada por Greenberg y Ruhlen, con la única diferencia de que esta última excluye la familia Afro-Asiática. De hecho algunos lingüistas como Starotsin han trabajado por unificar ambas propuestas. De tal manera que diversos partidarios de la hipótesis nostrática consideran que las lenguas euroasiáticas constituyen una rama propiamente dicha de la macrofamilia nostrática.

Algunos de los paleolingüistas más conocidos son: Alexandra Y. Aikhenvald, N.D. Andrejev, M.S. Andronov, John Bengtson, Knut Bergsland, Derek Bickerton, Václav Blažek, Allan R. Bomhard, René Bonnerjea, Karl Bouda, Linus Brunner, Robert Caldwell, Matthias Castrén, Vyacheslav Chirikba, Björn Collinder, Bojan Čop, Albert Cuny, Igor Diakonov, Aharon Dolgopolsky, Vladimir Dybo, Heinz Fähnrich, Harold Fleming, Michael Fortescue, Joseph Greenberg, Panu Hakola, Irén Hegedűs, Eugene Helimski, Carleton T. Hodge, Otto Jespersen, D.H. Koppelmann, G. Kornilov, Frederik Kortlandt, Kalevi E. Koskinen, Saul Levin, Samuel E. Martin, Karl-Heinrich Menges, Roy Andrew Miller, Hermann Möller, Michel Morvan, Oleg Mudrak, Sergei L. Nikolayev, Shamil Nafiqoff, Paul Newman, Susumu Ōno, Mikolas Palmaitis, James Patrie, Holger Pedersen, Alexis Manaster Ramer, G.J. Ramstedt, Rasmus Rask, Merritt Ruhlen, Edward Sapir, Jochem Schindler, Wilhelm Schmidt, Robert Shafer, Vitaly Shevoroshkin, Georgiy Starostin, Sergéi Stárostin, Morris Swadesh, Henry Sweet, V.A. Terenťjev, Vilhelm Thomsen, Vladimir N. Toporov, Alfredo Trombetti, V.L. Tsymburskij, Stephen A. Tyler, Ants-Michael Uesson, C.C. Uhlenbeck, and Michael Witzel.

El conocimiento logrado de las lenguas del mundo, iniciado en el siglo XIX y completado en el siglo XX, ha permitido reducir las algo más de 6 000 lenguas conocidas a unos pocos centenares de unidades filogenéticas o familias lingüísticas formadas por lenguas derivadas de una protolengua claramente reconstruible. Por encima de este nivel se han propuesto un número aún más reducido de unidades filogenéticas, probablemente válidas para las que no resulta posible o es difícil reconstruir la lengua originaria. Estas otras unidades se califican a menudo como macrofamilias, para las cuales se han hecho listas limitadas de cognados sin que sea posible reconstruir o asegurar qué características posibles tuvo la posible protolengua de la que derivan dichos grupos de lenguas.

Las lenguas africanas, de origen no europeo, suelen dividirse en 4 familias: afroasiáticas, nilo-sahararianas, congo-nigerianas y khoisan. Además hay también muchas lenguas sin clasificar.

La idea de que las lenguas indígenas de América estarían formadan por solo tres familias lingüísticas: esquimo-aleutinas, na-dené y amerindias, es una polémica propuesta debida a Joseph Greenberg y ha sido muy controvertida; en especial, en lo que se refiere a la fundamentación de la familia amerindia. Esta clasificación es relativamente reciente y fue publicada en el polémico libro Languages in the Americas (1987). La mayoría de los americanistas rechazan la idea de que pueda demostrarse un parentesco seguro entre todas las lenguas amerindias, debido a que no parece ser reconstruible un idioma protoamerinidio, además de que dichas lenguas difieren entre sí enormemente en sus características fonológicas, morfológicas y gramaticales, siendo dudoso que tal diversidad permita asegurar que dichas lenguas constituyen una familia filogenéticamente válida, en el mismo sentido que las lenguas indoeuropeas constituyen una familia lingüística.

Una de las principales fuentes de crítica a la hipótesis de Greenberg es que no se basa en los métodos universalemente aceptados para probar el parentesco como la reconstrucción lingüística, sino en métodos menos exigentes como la comparación léxica masiva. Sin embargo, las otras dos agrupaciones que Greenberg toma de otros autores, las lenguas na-dené y las lenguas esquimo-aleutianas, son familias lingüísticas bien establecidas y nadie discute que efectivamente constituyen agrupaciones filogenéticas válidas.

Desde el punto de vista lingüístico las lenguas de Europa están también presentes en Asia. Por esta razón desde el punto de vista lingüístico resulta más natural examinar la distribución de grupos lingüísticos en Eurasia en su conjunto. En Eurasia tienen origen las dos principales familias lingüísticas del mundo: las lenguas indoeuropeas y las lenguas sino-tibetanas. Además de estas lenguas existe un importante número de familias y lenguas importantes con muchos hablantes que no parecen cercanamente relacionadas con las dos anteriores. El número de familias bien establecidas, como sucede con América, Australia o Nueva Guinea, es del orden de decenas y el panorama es complejo. De todas maneras se ha conjeturado la existencia de superfamilias tentativas que agruparían a muchas de las anteriores familias en grupos de familias distantemente relacionadas. Si bien existe un acuerdo prácticamente total en el número de familias bien establecidas, existen dudas y problemas abiertos en el número de macrofamilias correcto y de qué familias forman parte de cada macrofamilia. Entre las múltiples propuestas existentes está la siguiente:

El panorama lingüístico en Oceanía es relativamente simple a pesar de que dicho continente podría contener cerca de 1/3 de las lenguas conocidas del mundo y a pesar de la escasa población existente antes de la llegada de los europeos. En dicho continente hay tres grandes grupos de lenguas:



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