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Papa Pablo III



Paulo III o Pablo III (en latín, Paulus PP. III; Canino, Estados Pontificios; 29 de febrero de 1468-Roma, Estados Pontificios; 10 de noviembre de 1549) fue el papa n.º 220 de la Iglesia católica, de 1534 a 1549.

De nombre Alejandro Farnesio (en italiano, Alessandro Farnese), pertenecía a la poderosa familia Farnesio (en italiano, Farnese), latifundistas en la zona del lago de Bolsena. El abuelo de Alejandro, Ranuccio Farnesio, fue Capitán General de la Iglesia en tiempos del pontificado de Eugenio IV. Sus padres fueron Pedro Luis Farnesio y Giovanella Gaetani.

Se educó primero en Roma, con Pomponio Leto y después en Florencia, en el palacio de Lorenzo el Magnífico, donde conoció al futuro León X. Dominaba el latín clásico y el italiano.

Su carrera eclesiástica fue rápida aunque solo fue ordenado sacerdote a la tardía edad de 51 años, en 1519.[1]Inocencio VIII le nombraría protonotario apostólico. El 20 de septiembre de 1493, el papa Alejandro VI que era amante de Julia Farnesio, hermana de Alejandro le nombra cardenal diácono con el título de San Cosme y San Damián. Fue promocionado hasta llegar a ser rector del Colegio cardenalicio. En el pontificado de Clemente VII, es nombrado cardenal obispo de Ostia. También fue obispo de Parma y administrador apostólico de Benevento,[2]​ y durante este tiempo tuvo cuatro hijos con Silvia Ruffini,[3]​ una noble romana: Constanza, Pedro Luis, Ranuccio y Pablo, que más tarde serían legitimados por Julio II.

En dos ocasiones estuvo cerca de alcanzar el papado. Por fin, a los 66 años, el 13 de octubre de 1534, el cónclave le eligió papa, sucesor de Clemente VII para alegría del pueblo romano.

En la Corte romana llevó una vida lujosa. Practicó el nepotismo contribuyendo al engrandecimiento de su familia. Uno de sus primeros actos como pontífice fue nombrar cardenales a dos de sus nietos, Guido Ascanio Sforza, de dieciséis años de edad, y Alejandro Farnesio, de tan solo catorce. Estos nombramientos fueron criticados y protestados, pero pronto olvidados cuando se incorporaron al Sagrado Colegio Cardenalicio personalidades de la talla de Reginald Pole, Gasparo Contarini, Jacopo Sadoleto y Gian Pietro Caraffa.

En 1536 nombró una comisión de «reformadores» católicos con el fin de analizar los «abusos» cometidos por la Iglesia y remediar las «heridas» causadas. La comisión publicó sus conclusiones en el documento Consilium de emendanda Ecclesia, leído al papa el 9 de marzo de 1537​.[4]​ Este papa también reformó la Cámara Apostólica, el Tribunal de la Rota, la Penitenciaría y la Cancillería.

Entre sus prioridades estaban asegurar los dominios papales (Estados Pontificios) y reforzar la posición de la familia Farnesio. En 1545 el papa Paulo III instituyó el ducado de Parma y Plasencia que fue entregado a su hijo Pedro Luis, a cambio de los ducados de Nepi y Camerino además de la ciudad de Frascati, que pasaron a los Estados Pontificios.[5]

Tres años más tarde Pedro Luis fue víctima de una conjura de los nobles de Plasencia, que descontentos con su gobierno le asesinaron. Su hijo Octavio le sucedió en el gobierno de Parma, pues el gobernador del ducado de Milán Ferrante Gonzaga había ocupado Plasencia en nombre de Carlos V de Alemania

Según bula del 15 de enero de 1534, concedió a Guatemala el título de ciudad por autoridad apostólica, privilegio concedido solo a esa ciudad.

Con motivo de la evangelización del Nuevo Mundo, el 2 de junio de 1537, con la bula Sublimis Deus,[6]​el papa Paulo III prohibió que los indios fueran esclavizados. Defendió su racionalidad en cuanto que son hombres, declaró que tenían derecho a su libertad, a disponer de sus posesiones y a abrazar la fe, que debía serles predicada de forma pacífica, evitando todo tipo de crueldad.

Paulo III pidió expresamente al jesuita español Francisco Javier que partiese de Roma a las Indias Orientales como legado suyo. Francisco Javier sería el introductor del catolicismo por primera vez en las islas recién descubiertas por los europeos del Japón.

Junto a sus compañeros Cosme de Torres y Juan Fernández y el traductor Anjirō, embarcaron, llegando a tierras niponas el 15 de agosto de 1549. Desembarcan en Kagoshima, entonces capital del reino Sur del Japón y comienzan su labor misionera.

En 1540 Paulo III tuvo que hacer frente a una insurrección en la ciudad de Perugia motivada por los nuevos tributos impuestos por el papa. La protesta, conocida como la Guerra de la Sal, terminó con el definitivo sometimiento de Perugia al poder papal.

En 1540, aprobó la fundación de la Compañía de Jesús[7]​ y en 1544 las Ursulinas.[8]​ En 1542 estableció la Inquisición romana para impedir el avance de la herejía protestante en la península italiana (fue asesorado para ello por el cardenal Gian Pietro Caraffa, futuro papa Paulo IV). Preparó el primer Índice de libros prohibidos por la Iglesia, que se publicaría en 1559.

En 1543 Nicolás Copérnico, clérigo polaco, publicó su obra Sobre las revoluciones de las esferas celestes. La creencia general posterior será que Copérnico “descubrió” que la tierra giraba alrededor del sol, pero esa idea ya fue planteada en la Grecia Antigua. Copérnico, buen católico, publicó su libro a instancia de dos eminentes prelados y se lo dedicó al papa, quien lo recibió cordialmente.[9]​ De hecho Paulo III, al igual que muchas personas del Renacimiento, era un gran aficionado a la astrología. Llamó a Roma al afamado Luca Gaurico como astrólogo personal suyo e incluso le nombró obispo en agradecimiento por haber supuestamente predicho el ascenso al solio del pontífice.[10]​ Gaurico se encargaba de asesorar al papa a la hora de elegir las fechas de los consistorios[11]​o el momento propicio para realizar diversos proyectos, como en ese mismo año de 1543 cuando se fijaron de esta manera el día y la hora más apropiados para reiniciar las obras de construcción de la basílica de San Pedro.[12]

El fracaso del V Concilio de Letrán de 1517 en reformar las instituciones de la iglesia católica habían dado origen a diversos movimientos nacionales en busca de la esperada reforma.

Al inicio del pontificado de Paulo III, el rey Enrique VIII de Inglaterra asume la dirección absoluta de la Iglesia en Inglaterra mediante el Acta de Supremacía promulgada el 3 de noviembre de 1534 por el Parlamento de Inglaterra. Diversos opositores laicos y eclesiásticos a la supremacía real como Tomás Moro y el cardenal (nombrado por Paulo III) Juan Fisher fueron encarcelados y decapitados.

En 1536 el rey Enrique VIII decide iniciar la disolución de los monasterios de Inglaterra y al estallar la Peregrinación de Gracia que fue sofocada cruelmente, motivo al Paulo III escribir una bula papal de deposición del monarca inglés, sin embargo esta no fue expedida por la falta de apoyo de los monarcas de Francia y Alemania.[13]

El fraile Martín Lutero había predicado en el Sacro Imperio Romano Germánico una nueva visión de iglesia opuesta a los dogmas de la iglesia católica que tomaría el nombre de luteranismo durante el pontificado del papa León X. La imprenta ayudó a que las ideas de Lutero se divulgarán por todo el imperio y Europa ganando adeptos entre las clases populares y dirigentes.

En 1542 los príncipes luteranos expulsaron de Brunswick-Luneburgo al duque católico Enrique el Joven e impusieron el luteranismo.

El luteranismo había conquistado Suecia en los tiempos del papa Clemente VIII con el rey Gustavo I de Suecia. Las regiones de Dinamarca, Noruega y Islandia gobernadas por el rey Cristián III de Dinamarca fueron convertidas al luteranismo en 1537. El obispo Jón Arason de Hólar (Islandia) se mantuvo leal a la iglesia católica y el papa Paulo III animó su lucha contra el rey Cristián III mediante cartas e incluso regalos.[14]

En Francia los luteranos franceses publicaron en 1534 libelos contra la Misa católica en París y diversos lugares. El incidente llamado el Asunto de los pasquines (que habían llegado hasta el dormitorio del rey fránces Francisco I de Francia) produjo que el rey francés empezará una persecución contra los luteranos, valdenses y otros herejes que existían en Francia que perduró durante todo su reinado. Juan Calvino (futuro fundador del calvinismo) fue uno de los emigrados que escaparon de la persecución al salir del país.

En Polonia el rey Segismundo I Jagellón el Viejo había empezado a impedir la difusión de las tesis luteranas en su territorio. En 1534 el rey polaco prohibió la asistencia a la Universidad de Wittenberg y en 1541 prohibió a la nobleza polaca bajo pena de ser privado de su rango el recibir en sus cortes a los predicadores herejes. Al fin de ganar al heredero al trono Segismundo II Augusto Jagellón para la causa católica, Paulo III le regaló una espada bendecida en 1539.[15]

El 2 de junio de 1536, el papa convocó un concilio en Mantua para el siguiente mes de mayo, pero la oposición de los príncipes protestantes y el rechazo del duque de Mantua (Federico II Gonzaga) para asumir la responsabilidad de mantener el orden, frustraron el evento. Publicó una nueva bula convocando un concilio en Vicenza, el 1 de mayo de 1538, que tampoco se llevó a cabo.

Mantuvo una estricta neutralidad entre Francisco I de Francia y Carlos V de Alemania, a pesar de que Carlos le insistía a que apoyara al imperio sometiendo a Francisco a la reprobación de la Iglesia. El pontífice les propuso sostener un encuentro en Niza (junio de 1538) que concluyó con un acuerdo para diez años, la llamada Tregua de Niza. Como gesto de buena voluntad, una nieta del papa casó con un príncipe francés y el emperador concedió la mano de su hija, Margarita de Austria, a Octavio Farnesio.[16]

Sin embargo Francisco rompió la tregua a los cuatro años, en 1542. Las hostilidades entre ambos monarcas terminaron por el Tratado de Crépy, del 18 de septiembre de 1544, y el pontífice recuperó el proyecto del concilio ecuménico. Los príncipes protestantes del imperio no tenían intención de acudir a un concilio presidido por el papa de Roma, hecho que desencadenaría la Guerra de Esmalcalda en 1546. Paulo III apoyó con tropas y dinero al emperador Carlos V que resultó victorioso en la guerra e impuso el Interim de Augsburgo a los rebeldes protestantes.

Finalmente, el 13 de diciembre de 1545, el concilio de Trento celebró su primera sesión.[17]​ En siete sesiones, la última el 3 de marzo de 1547, se trataron las cuestiones más importantes de fe y disciplina. Haciendo caso omiso de las amenazas y argumentaciones del bando protestante, se formuló la doctrina católica acerca de las Escrituras, el Pecado Original, la justificación, y los Sacramentos. Muy avanzado el concilio, el temor a una epidemia en Trento motivó la continuación de las sesiones en la ciudad de Bolonia. Carlos pidió el retorno del consejo a territorio alemán, pero las deliberaciones del concilio continuaron en Bolonia hasta que el papa, para evitar un cisma, lo prorrogó indefinidamente el 21 de abril.[18]

Antes de ser elegido sumo pontífice, el cardenal Farnesio habría encargado a Antonio de Sangallo el Joven, la construcción de su famoso palacio en Roma.[19]​ En su elección al papado, el tamaño y la magnificencia de este programa de construcción se incrementó para reflejar su cambio de estado.

Roma había sufrido el saqueo de las tropas imperiales en 1527. Desde el inicio de su pontificado en 1534, Paulo III deseaba crear una Nueva Roma. Para ello dedicó mucho dinero en la construcción y reparación de calles, logrando así mejorar el tránsito en la ciudad.[20]​ En este pontificado se construyó la Capilla Paulina en el Palacio del Vaticano y se inicia la construcción de la Sala Regia.

El personaje más destacado de aquel renacer romano fue el artista y arquitecto Miguel Ángel, establecido en Roma en 1534, donde trabajó el resto de su vida. Por encargo del papa Clemente VIII y más tarde confirmado por Paulo III, Miguel Ángel aceptó pintar en la pared del altar de la Capilla Sixtina, el fresco del Juicio Final y otros dos frescos para la Capilla Paulina: La conversión de san Pablo y El Martirio de San Pedro. También se le encargó la urbanización de la plaza del Capitolio y la construcción de la nueva basílica de San Pedro.

Tiempo después de terminado el Primer Periodo del Concilio (1545-1547), el papa murió de forma repentina (10 de noviembre de 1549). Sufrió una fiebre violenta y falleció rápidamente en el palacio del Quirinal, a la edad de 81 años. Sus restos descansan en la basílica de San Pedro, en una tumba obra de Guglielmo della Porta.[21]

Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Hyacinthus medicorum (El jacinto de los médicos),[22]​ cita que haría referencia a que como papa durante el Concilio de Trento "sanó" a la Iglesia. Y asimismo por el hecho de que en su escudo de armas figuran dos flores de lis azules (también llamadas jacintos) y a que fue cardenal de San Cosme y San Damián, dos médicos mártires.

Desde una perspectiva actual parece más adecuado el lema siguiente: De corona montana (De la corona del monte), ya que este papa convocó al concilio para la reforma católica impulsada en gran medida por la congregación de los Eremitas Camaldulenses de Monte Corona.




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