Los "Papiros de Herculano" son más de 1,800 papiros encontrados en la Villa de los Papiros, en el siglo XVIII.
En la ciudad de Herculano, una de las ciudades más florecientes de Italia, situada en la costa del mar entre Nápoles y Pompeya, bajo las faldas del Volcán Vesubio, se logró encontrar cientos de papiros que sobrevivieron a la erupción del volcán el año 79 d.C, luego de que una densa capa de fango y lava cubriera la ciudad por completo.
La palabra papiro tiene su origen en el latín y griego, tomada del término egipcio antiguo per-peraá, que significa “flor del rey”.
Es el nombre que toma el soporte de escritura elaborado a partir del tallo de una planta acuática llamada Cyperus papyru, encontrada en el curso del río Nilo en Egipto y en diversos lugares de la cuenca del mediterráneo.
La creación de un papiro obligaba a dejar el tallo de la planta en remojo durante una o dos semanas. Después se cortaba en tiras finas que se prensaban con un rodillo para eliminar sustancias líquidas. Finalmente se volvía a prensar las láminas para que la savia funcione como adhesivo y se las frotaba con una concha o un trozo de marfil durante varios días.
La ciudad de Herculano, es una antigua localidad romana ubicada en el país de Italia, provincia de Nápoles, situada muy próxima al Volcán Vesubio. Según la mitología el nombre es gracias a su fundador quien fuera la gran figura mitológica llamada Hercules.
Fue sepultada y destruida por un desastre natural ocurrido el 24 de agosto del año 79 D.C donde sucumbió ante la erupción de piedras y lava del volcán. Cuando finalizó la expulsión, la ciudad quedó cubierta por capas de fango volcánico.
La mítica ciudad de Herculano estuvo abandonada y enterrada muchos años a consecuencia de las grandes y gruesas capas de lodo que la cubría. Fue descubierta por sorpresa el año 1713 por el trabajo de mineros, en donde haciendo un pozo pudieron divisar una cueva, con estatuas y objetos de mármol.
Las primeras grandes excavaciones comenzaron el año en el año 1738, por mandato del rey Carlos III de España, pero no fue sino hasta el año 1750-1765 que comenzaron las primeras excavaciones por túneles subterráneos a cargo del ingeniero Karl Jacok Weber, quien logró descubrir una biblioteca con aproximadamente 2.000 papiros carbonizados, se cree que pertenecía al suegro de Julio César, Lucio Calpurnio Pisón Cesonino, en el siglo I.a.C .
Los pergaminos quedaron sepultados por la erupción del volcán Vesubio en el año 79 d.C; dejándolos inevitablemente frágiles y dañados. Se lograron encontrar 1.785 rollos de papiro carbonizados.
Se cree que una descarga de gas que emanó del volcán a 320°C carbonizó los papiros, antes de que la ciudad de Herculano quedara sepultada, con lava, ceniza y fango. Los papiros hoy en día se almacenan principalmente en la Oficina del Papiro en la Biblioteca Nacional de Nápoles Para intentar leer estos pergaminos en la actualidad un equipo de investigadores europeos encabezados por Vito Mocella, utilizaron una técnica llamada el sincrotrón europeo o también llamada tomografía de fase de contraste rayos x, que provoca rayos con una intensidad 100.000 veces mayor que la que se utiliza en los centros de salud, lo que permite poder leer los papiros sin tener que separar las hojas y así disminuir la probabilidad de dañarlos. Las conclusiones de este estudio se documentaron en la revista Nature Communications.
Conocimientos Se pudo descubrir que muchos de estos papiros contenían gran cantidad de plomo y estaban escritos con tinta metálica, por lo que los expertos creen que ya en el siglo I los romanos habrían introducido esta tinta en Herculano y así se logró derribar el mito de que se escribía con carbón. Esta delicada colección de papiros contiene principalmente textos filosóficos epicúreos que hablan acerca de alcanzar una vida feliz mediante la búsqueda inteligente de placeres, las amistades y la ausencia de turbación. La mayoría de papiros leídos hasta el momento están escritos en griego
Papel carbonizado, encontrado con otras imágenes en un libro publicado por Giacomo Castrucci en 1858.
Papiro que muestra el tetrafarmako epicúreo en Adversus Sophistas de Philodemus (P.Herc.1005), col. 5
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