La Parte primera de la Crónica del Perú es un libro histórico escrito por el cronista español Pedro Cieza de León, que fue publicado en 1553. Es el primero de cuatro volúmenes escritos bajo el título de la Crónica del Perú, pero que el autor no pudo en vida publicar en su totalidad, permaneciendo el resto inédito hasta los siglos XIX y XX.
Pedro Cieza de León, natural de Llerena (España), arribó muy joven a América, hacia 1535. Participó como soldado en la conquista del actuales territorios de Colombia y Ecuador, antes de arribar al Perú en 1547. Cuenta él mismo que, en sus ratos libres, durante los paréntesis de las penosas marchas a lo largo del agreste territorio sudamericano, escribía sobre todo lo que veía y escuchaba, referente a las costumbres, las tradiciones, la geografía y los sucesos históricos. Enterado el pacificador Pedro de la Gasca de su trabajo, recibió apoyo oficial para que pudiera culminar su extensa crónica, cuya publicación planeó hacerlo en cuatro partes.
La primera parte fue publicada en Sevilla, en 1553. Se imprimieron 1100 ejemplares y al año siguiente fue necesario hacer una nueva edición, corregida en Amberes. Pero Cieza falleció poco después, el 2 de julio de 1554, y el resto de su copiosa obra permaneció inédita e incluso extraviada. No faltó incluso quienes se apropiaron de su trabajo, como fue el caso del cronista Antonio de Herrera y Tordesillas que copió varios capítulos en sus Décadas. No fue sino hasta el siglo XIX, cuando el resto de la obra empezó a ser descubierta y editada; de hecho, la edición completa de los cuatro volúmenes no se daría sino hasta fines del siglo XX.
El título proviene de la portada de la primera edición de 1553, que a la letra dice:
Sin embargo, por indicios que se leen en la misma obra de Cieza, se desprende que el título que él mismo le daba era de Libro de las fundaciones.
La primera parte de la Crónica del Perú se enfoca en la descripción de las provincias del Perú, entendiéndose entonces como el Perú, los territorios situados desde la provincia de Quito (actual Ecuador, al Norte, hasta la provincia de Charcas (actual Bolivia), al Sur. Sin embargo, el autor empieza por describir los territorios situados más al norte, desde Panamá, hasta la provincia de Popayán y otras situadas en la actual Colombia. Ello debido a que la expedición española que descubrió el Perú partió de Panamá. La obra adquiere así valor notable por su descripción de las regiones, los climas, los accidentes geográficos, la flora, la fauna, las ciudades, los grupos étnicos con sus costumbres y creencias, etc.
Más que una obra histórica, es pues una obra de carácter geográfico y etnográfico, aunque ciertamente matizada con referencias históricas. Se puede interpretar esta primera parte como la introducción a la obra verdaderamente histórica que el autor desenvolvió en los siguientes volúmenes, sobre los incas, la conquista española y las guerras civiles entre los conquistadores.
La obra empieza con una dedicatoria al rey Felipe II de España y un Proemio, donde el autor declara el propósito de su trabajo y expone la división de la misma.
Se divide en 121 capítulos, rotulados con numeración romana.
Cieza, con esta obra, legó un importante documento etnográfico sobre los indígenas americanos, su religión y economía, sus creencias y organización. Demuestra un notable conocimiento y comprensión de la realidad andina. Es de destacar su propósito de contar los hechos sin utilizar eufemismos ni tratar de ocultarlos, por más escandaloso o pecaminoso que pudiera parecer a la visión cristiana occidental. Es así como describe prácticas de canibalismo, incesto, sodomía, bestialismo, entre otras costumbres que algunos grupos humanos practicaban, especialmente los situados en la zona ecuatorial.
Es de resaltar también su pro-indigenismo, que lo aproxima al padre Bartolomé de las Casas, y lo hace un antecedente del Inca Garcilaso de la Vega. En diversos pasajes elogia a los incas, su gobierno y administración, su método de conquista (más por amor y maña, que por fuerza), su habilidad agrícola y minera, sus caminos y edificaciones, el sistema de mitimaes, el fino acabado de sus objetos artísticos.
Si bien la obra en su conjunto se inicia con la historia incaica, a lo largo de ella alude a varias realizaciones preincaicas, señalando las más veces que se trataban de monumentos u obras anteriores a los incas, y recogiendo en algunos casos las leyendas que circulaban en torno a sus orígenes. Por ejemplo: la ciudad de Chan Chan; (cap. LXVIII); el santuario de Pachacámac (cap. LXXII); las líneas de Nazca (cap. LXXV); el templo de Chavín de Huántar (cap. LXXXII); las ruinas de Wari (cap. LXXXVII); y las construcciones monumentales de Tiahuanaco (cap. CV). Por eso, se le ha llamado como el primer arqueólogo del Perú.
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