Pedro Esteves Coelho (Barcelos, Braga circa 1300 - Lisboa, 1361) Pero Coelho en portugués, fue un ricohombre de Portugal y consejero del rey Alfonso IV de Portugal. Estuvo implicado en el asesinato de Inés de Castro y fue ejecutado por orden de Pedro I de Portugal, de quién había sido tutor.
Su familia se había establecido desde el siglo de hierro en el norte de Portugal (en la región de Entre Douro e Minho) fundamentalmente en Riba de Mouro, distrito de Viana do Castelo. Era descendiente de Lourenço Viegas de Ribadouro "el espadeiro" (1110-1160), Egas Moniz "el Aio" (1080-1146) y de Monio Viegas I de Ribadouro "el Gasco" (950-1022), un caballero medieval que participó en las cruzadas cristianas contra los moros.
Sus padres eran Estevao Coelho, cortesano de Alfonso III de Portugal, y Maria Mendes Petite —fueron los abuelos maternos de Leonor de Alvim, mujer del Santo condestable Nuno Álvares Pereira— y por lo tanto ascendentes de los primeros duques de Braganza por medio de Beatriz Pereira de Alvim.
Llegó a ganarse la confianza de Alfonso IV de Portugal, y se convirtió en uno de sus más cercanos colaboradores dentro de la corte. Fue uno de los tutores del infante Pedro, y participó en política durante una etapa de conflictos dinásticos entre Portugal y el Reino de Castilla (que culminaría en el interregno de 1383-1385). Es señalado como uno de los más incisivos en presionar a Alfonso para que se asesine a la infanta Inés de Castro, amante del infante Pedro, heredero de la corona portuguesa casado con la infanta Constanza Manuel de Villena (hija del escritor Don Juan Manuel, príncipe de Villena).
La relación comenzó a ser notoria y mal aceptada, en especial por la corte que temía la influencia castellana en el reinado y una eventual perdida de poder. Alfonso IV tampoco aprobó la relación, no solo por diplomacia hacia Don Juan Manuel, sino también por la estrecha amistad de Pedro con los hermanos de Inés, Fernán Ruíz de Castro y Álvar Pérez de Castro; dos personajes muy poderosos cercanos a Alfonso XI de Castilla a quienes Pedro comenzaba a favorecer.
En 1344, Alfonso IV con el apoyo de nueve consejeros —entre ellos Coelho— logró que Inés se exiliara en el castillo de Albuquerque, en la frontera castellana. En octubre del año siguiente Constanza muere durante el parto del futuro Fernando I de Portugal.
Días después, Pedro se instaló con Inés en el castillo de Albuquerque, causando disgusto en la corte y haciendo estallar una disputa con su padre. El consejo real propuso la idea de un casamiento de urgencia con una dama de sangre real, la cual fue rechazada por el infante. Pedro e Inés en total tendrían cuatro hijos. El nacimiento de su último hijo, Dionisio, en 1354, agravó la situación (durante el reinado de Dionisio I de Portugal, el heredero Alfonso IV, estuvo en riesgo de ser derrocado en sucesión por uno de los hijos bastardos de su padre).
En diciembre de 1354, Alfonso IV traslada su corte a Montemor-o-Velho. Los consejeros Pedro Coelho, Diego López Pacheco y Álvaro Gonçalves presionan a Alfonso IV para desvincular a Inés de Castro de la corte, con el pretexto de evitar la llegada de la Casa de Castro a la corona. En el marco de esa conspiración Inés es asesinada en la Quinta das Lágrimas en enero de 1355. Los tres principales sospechosos fueron protegidos por el rey Alfonso IV, provocando un pleito aun mayor con el infante Pedro.
Al fallecer Alfonso IV en 1357, Coelho se exilia en Andalucía pero es capturado al poco tiempo y ajusticiado por el ahora rey Pedro I de Portugal (de quien había sido tutor en su juventud). El único que logró escapar fue Diego López Pacheco (más tarde Pedro le perdonaría la vida). A Coelho le fue arrancado el corazón por el frente y a Gonçalves por la espalda; estando el rey presente en ese momento.
Una respuesta que Coelho habría dado con extrema lucidez mientras era torturado para revelar nombres implicados en el asesinato fue; «Achá-lo-ás mais forte que o de um touro e mais leal do que o de um cavalo», «Me encontrarás más fuerte que un toro y más leal que un caballo».
De este modo, escritores de tinte nacionalista como Manuel José da Costa Felgueiras Gaio, José Leite de Vasconcelos y Herberto Helder de Oliveira, presentan a Alfonso IV y a sus tres consejeros como heraldos de la soberanía lusitana, ante un inminente conflicto dinástico y la posible anexión de Portugal al antiguo Reino de Castilla, en un contexto en el que las pretensiones de Castilla amenazaban la autonomía de Portugal y desencadenaría en una etapa de interregno veinte años después.
Inés fue coronada reina consorte de Portugal de manera póstuma en 1357 (Pedro alegó la existencia de un casamiento encubierto). La conocida leyenda, no constatada por la historia, relata que el rey Pedro tomó su cadáver —en descomposición avanzada— y lo colocó en el trono obligando a la corte (y a todos los allí presentes) a rendirle los homenajes tradicionales. Algunos historiadores creen que el origen de esta leyenda se debe a la costumbre que había de besar la mano del cadáver de los reyes difuntos en Portugal.
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