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Pedro de Valencia



¿Qué día cumple años Pedro de Valencia?

Pedro de Valencia cumple los años el 17 de noviembre.


¿Qué día nació Pedro de Valencia?

Pedro de Valencia nació el día 17 de noviembre de 1555.


¿Cuántos años tiene Pedro de Valencia?

La edad actual es 469 años. Pedro de Valencia cumplió 469 años el 17 de noviembre de este año.


¿De qué signo es Pedro de Valencia?

Pedro de Valencia es del signo de Escorpio.


¿Dónde nació Pedro de Valencia?

Pedro de Valencia nació en Zafra.


Pedro de Valencia (Zafra, 17 de noviembre de 1555 - Madrid, 10 de abril de 1620), humanista (latinista y helenista), hebraísta, crítico literario, filósofo, traductor e historiador español, cronista del rey Felipe III.

Hijo del cordobés Melchor de Valencia y de la extremeña Ana Vázquez, aprendió bien latín con su pariente, el humanista y poeta latino Antonio Márquez en Zafra, y luego, cuando su familia se trasladó a Córdoba, apenas adolescente, prosiguió estudiando Artes en el Colegio de los jesuitas. Durante su estancia en Córdoba y más tarde en Salamanca, estrecharía su gran amistad con el poeta Luis de Góngora, pues, en efecto, sus padres le enviaron a hacer la carrera de Leyes a la Universidad de Salamanca en el momento del apogeo de su Escuela, con profesores de la talla de Francisco Sánchez de las Brozas y Benito Arias Montano (1527-1598), aunque él de suyo se inclinaba por la Teología. Destacó, sin embargo, en lenguas clásicas, se graduó, falleció su padre y pudo consagrarse a sus aficiones eruditas y humanísticas; Sebastián Pérez le consiguió la amistad, que sería cronológicamente larga, de Arias Montano, con quien estudió hebreo y Sagradas Escrituras entre 1578 y 1579; también gracias a Montano consiguió dispensa eclesiástica para casarse en 1587 con su prima hermana Inés de Ballesteros, de quien tuvo descendencia (siete vástagos, de los que sobrevivieron cinco); a ello correspondió ayudando en algunos de los proyectos filológicos y bíblicos de Montano hasta la muerte de este último en 1598: incluso fue su albacea y defensor cuando la Inquisición puso en tela de juicio de su ortodoxia.

Entre 1590 y 1607 (año en que fue nombrado cronista real de Felipe III) enseñó posiblemente Humanidades en la escuela de Zafra y publicó su obra maestra en latín, los Academica... (Amberes: Plantin, 1596); se trata de un ensayo interpretativo sobre las Cuestiones académicas de Cicerón que desborda ampliamente su propósito inicial, sugerido por su amigo y compatricio García de Silva y Figueroa, ayuda de cámara de Felipe III, para examinar amplia y profundamente el mejor criterio filosófico sobre qué es verdad, analizando históricamente las escuelas filosóficas y dividiéndolas en dos: dogmáticos y escépticos. A pesar del alivio económico que supuso el honor conferido por el rey, sus últimos años se vieron agitados por todo tipo de enojosos asuntos cortesanos: el dictamen contra la autenticidad de los Plomos del Sacromonte, la defensa de Arias Montano, la denuncia de los excesos cometidos en el auto de fe celebrado en Logroño en 1610 (Brujas de Zugarramurdi), la instrucción del programa iconográfico que había de decorar el palacio de El Pardo, una vez muertos Pantoja y Bartolomé Carducho, etcétera.[1]​ Probablemente de esta época son sus escritos ascéticos. En su último año de vida su salud se deterioró rápidamente.

Como humanista acumuló una extensísima erudición y alcanzó un gran éxito con sus Academica, sive de iudicio erga verum ex ipsis primis fontibus (Amberes, 1594), única de sus obras que llegó a publicar; dejó inédita una enorme cantidad de manuscritos que fue publicada póstuma en siglos posteriores (y todavía se sigue publicando). En su vertiente de crítico literario, fue el único a quien Góngora consultó su parecer al emprender nuevos caminos para la lírica castellana con sus poemas Soledades y Polifemo; el humanista respondió con su Censura de Las soledades y el Polifemo y obras de Don Luis de Góngora hecha a su instancia, en la que le insta a rehusar esa estética y encaminarse a una poesía de lenguaje menos rebuscado y sencillo, al estilo de los Argensola.

El humanista segedano escribió además en 1608 dos ensayos arbitristas, Discurso de la tasa de pan (donde propone una reforma agraria que consiga igualar las desigualdades sociales, llegando a extremos tales que llama a los ricos explotadores "antropófagos" y "homicidas") y Discurso contra la ociosidad (en que aboga, entre otras cosas, por el trabajo femenino, y divide la sociedad en tres estamentos ligeramente distintos a los medievales: gobernantes civiles y eclesiásticos, soldados y pueblo llano -labradores y artesanos-), el Tratado acerca de los moriscos (que se muestra contrario a su expulsión y prefiere su asimilación e integración, mediante los matrimonios mixtos, su traslado y su dispersión por toda España evitando sus concentraciones urbanas) y el Discurso sobre brujas y cosas tocantes a magia (1610), dirigido a Bernardo de Sandoval, arzobispo de Toledo e Inquisidor General, en que expresa su asco y repulsión por el auto de fe celebrado en Logroño en 1610.

En cuanto a su faceta de traductor, vertió a la lengua latina, al parecer con fines escolares, De igne de Teofrasto; Historiae de Tucídides (fragmentos del libro primero) y De lapidibus de San Epifanio de Chipre. Al español tradujo el Discurso sobre el retiramiento de Dion de Prusa; En defensa de la muerte de Eratóstenes de Lisias; las Pláticas de Epícteto y las Sentencias y Palabras de Demóstenes. Por otra parte, tradujo para Felipe III y sus ministros las cartas dirigidas al rey por Cristódulo, arzobispo de Chipre y Jeremías y Leoncio, dos altos cargos eclesiásticos griegos.[2]



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