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Tucídides



Tucídides (en griego ático, Θουκυδίδης Thūkydídēs: Antigua Atenas, c. 460 a. C.-Tracia, c. ¿396 a. C.?) fue un historiador y militar ateniense. Su obra Historia de la guerra del Peloponeso recuenta la historia de la guerra del siglo V a. C. entre Esparta y Atenas hasta el año 411 a. C. Tucídides ha sido considerado como el padre de la historiografía científica, debido a sus estrictos estándares de recopilación de pruebas y de sus análisis en términos de causa-efecto sin referencia a la intervención de dioses, tal y como él mismo subraya en su introducción a su obra.[1]

También ha sido considerado el padre de la escuela del realismo político, que valora las relaciones entre las naciones en función de su poder, y no en razón de la justicia.[2]​ Su texto todavía se estudia en academias militares avanzadas de todo el mundo, y el Diálogo de los melios continúa siendo una importante obra en el estudio de la teoría de las relaciones internacionales.[cita requerida]

A pesar de su importancia como historiador, se conoce relativamente poco de la vida del propio Tucídides. De hecho, la información más fiable sobre su vida procede de su propia obra, la Historia de la guerra del Peloponeso, en la que expone su nacionalidad, paternidad y localidad de nacimiento. Tucídides nos informa de que luchó en una guerra, contrajo la plaga (probablemente fiebre tifoidea[3]​) y fue exiliado por la democracia ateniense. Puede que también se hubiese visto involucrado en la guerra de Samos.[4]

Pertenecía a la familia aristocrática de los Filaidas, que produjo figuras famosas en la historia de Atenas como Cimón o Milcíades, vencedor de la batalla de Maratón. El nombre de su padre, Óloro, hace pensar que procedía de Tracia; declara que poseía allí minas de oro en el monte Pangeo; por tanto, gozaba de una fortuna considerable. Es muy posible que tuviera a Antifonte de Atenas o de Ramonte como maestro, ya que lo alaba en el libro VIII de su Historia de la guerra del Peloponeso.

En el 424 a. C., durante la primera fase de la guerra del Peloponeso, la denominada guerra arquidámica, fue elegido uno de los estrategos de la ciudad de Atenas (cargo no elegido por sorteo) y se le confió el mando de una flota encargada de romper el asedio de Anfípolis, polis de Tracia, conquistada por Atenas trece años antes (437 a. C.). Fracasó en dicho intento, y como la ciudad cayó en manos del general espartano Brásidas, fue condenado al exilio durante veinte años:

Así que este hecho le brindó la oportunidad de obtener una información contrastada y bastante completa, procedente de los dos bandos en conflicto, que utilizó para la composición de la Historia de la guerra del Peloponeso, en la que narra los acontecimientos ocurridos entre el año 431 a. C. y el 411 a. C. Se cree que volvió del exilio al terminar la guerra, aunque algunos investigadores modernos niegan su condición de exiliado,[5]​ incluso viéndolo como una muestra de una intromisión posterior de Jenofonte en el texto de Tucídides que el mismo Jenofonte continuó.[6]

Tucídides ha sido expuesto con frecuencia como modelo del historiador ideal, ya que tuvo que escribir desde un destierro. En cierto sentido su modo de escribir la historia, que él mismo expone al principio de su obra, es la antítesis a la credulidad de Heródoto, al que tildó de mero logógrafo. Propone un libro donde todo sea verdad y utiliza el término sygraphein ("acta"), que establece un contrato con el lector en el que garantiza la veracidad de lo narrado. La forma de escribir historia por tanto está basada en la autopsia, es decir, que solo de la visión directa por uno mismo se puede escribir. Y lo que inspeccionará serán dos tipos de elementos:

En su obra, escrita con gran rigor, destierra todo elemento anecdótico, literario o fantástico, descarta la intervención divina lo máximo posible, aunque la tenga en cuenta en las motivaciones de los hombres, se esfuerza en encontrar testimonios incluso pagando a testigos presenciales, analiza las causas recientes y lejanas de los hechos y busca las motivaciones objetivas de Atenas o Esparta o las personales de los protagonistas de los hechos en esas ciudades-estado, sus ambiciones y temores, sin ocultar sin embargo su admiración por algunas posturas políticas. Intenta que prime la objetividad, y solo ocasionalmente expone una conclusión acerada, racional y pesimista sobre la historia humana, aunque sea para demostrar su sinrazón. Adopta para expresarse un estilo denso y conciso, que luego fue imitado por historiadores romanos como Salustio y Tácito.

En el diálogo meliano, junto con Sun Tzu, tenemos un documento que nos habla de realpolitik, escuela de pensamiento político que antepone el poder a la ética en las relaciones diplomáticas. Atenas desarrolló una política paternalista, sometiendo además a multitud de pueblos, tras las guerras médicas. Terminará siendo sometida por Esparta.[7]

Diego Gracián hizo la primera traducción al castellano (Salamanca, 1564), aunque no es directa, sino a través de una versión francesa, según han demostrado Lasso de la Vega y Adrados. Esta traducción se reimprimió en 1889, en 1924 y 1968. Agustín Blánquez hizo una (Barcelona: Iberia, 1963, 2 vols.). Francisco Rodríguez Adrados publicó otra en tres vols. entre 1952 y 1955, que revisó y corrigió en una segunda edición (1967-1973). Después se publicaron las de Valentín Conejero Ciriza (Barcelona: PPU, 1988, 2 vols., con un importante estudio introductorio de José Alsina Clota), Francisco Romero Cruz (Madrid: Cátedra, 1988), Luis M. Macía Aparicio (Madrid: Akal, 1989), Antonio Guzmán Guerra (Madrid: Alianza Editorial, 1989) y Juan José Torres Esbarranch (Madrid: Gredos, 1990-1992), con un otro importante estudio preliminar de Julio Calonge Ruiz.[8]

(Véanse este apartado y los siguientes: Thucydides, historian of the Peloponnesian War.) (en inglés)



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