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Película musical



Se consideran cine musical todas aquellas producciones cinematográficas que ofrecen canciones o temas musicales bailables en una parte fundamental de su desarrollo argumental.[1]​ El concepto del espectáculo que impera en todos los aspectos de la sociedad de los Estados Unidos alcanza uno de sus máximos exponentes en el cine y, dentro de él, en las elaboradas coreografías, las melodías inolvidables y las obras maestras que ha dado el género musical.[2][3][4]

Sirvió no solo para que el cine alcanzara la madurez técnica al que sacrificaba el star system del cine mudo. Sirvió también para alumbrar un género que hasta entonces técnicamente no existía. En los Estados Unidos de F. Scott Fitzgerald, que casi se vendría abajo con el Crack, se estrenó la primera película sonora (parcialmente) para que las melodías de Cole Porter, George Gershwin o Irving Berlin se trasladaran de las plateas elitistas de las grandes ciudades, a los salones de cine de cualquier pueblo. El cantante de jazz fue el bautizo del género, que llegó e hizo explotar el sonoro, y lo hizo para quedarse.

La industria del cine saludó el éxito entre el público del género, concediendo en 1929 a La melodía de Broadway de Harry Beaumont, el Óscar a la Mejor película, en lo que fue el anticipo de la gran cosecha de musicales de la década de 1930, cuando el género se convirtió, junto al cine negro, en el favorito del público.

Busby Berkeley revolucionó el género al poco de nacer y se puede decir que es el padre del cine musical, dotándolo de un lenguaje cinematográfico que le alejaba del teatro; ahí están como ejemplo The Go Setter o La calle 42. Mientras tanto, RKO Pictures elevaba al estrellato a la pareja formada por Fred Astaire y Ginger Rogers, en una serie de películas (Sombrero de copa, El desfile del amor), que les hicieron un sitio en la historia del cine.

En una década hizo su aparición Gene Kelly (el amo del género: actor, bailarín, coreógrafo, productor y director), y el musical no volvió a ser el mismo. Junto a Stanley Donen, lo llevaron a lo más alto en Un día en Nueva York (1949). Con ellos, los rodajes salieron al exterior y el musical alcanzó la mayoría de edad.

En la década de 1950, el género estaba tan instalado en el gusto del público como el drama o el western, y pasó por su mejor época, con nombres que iban desde Elvis Presley (Viva Las Vegas, King Creole) al trío Frank Sinatra - Bing Crosby - Grace Kelly (Alta sociedad) y teniendo como centro de nuevo a Gene Kelly, el chapoteador de Cantando bajo la lluvia. Otro de los grandes que se asomó al musical, y que se labró gran parte de su reconocimiento con él, fue Vincente Minnelli con Un americano en París y Melodías de Broadway (1953). Minnelli era único en la fusión de comedia y musical.

La década de 1960, vio nacer extraordinarios musicales, entre los que destacan:West Side Story Camelot; Willy Wonka y la fábrica de chocolate; The Sound of Music (1965), con la actuación de Julie Andrews, quien también actuó en Mary Poppins.[5][6]

En la década de 1960, los gustos del espectador fueron cambiando, exigiendo producciones aún más lujosas, más números musicales y repartos estelares que fueron suficientes para impedir que el género fuera decayendo, con títulos como West Side Story, My Fair Lady, Hello, Dolly! y otras.

Durante las tres décadas siguientes, el género languideció, abandonado por el público y los grandes estudios, que no financiaron más que proyectos puntuales, después de fracasos tan estrepitosos como Lost Horizon de Charles Jarrott en 1973, y en los que sólo sobresale un nombre, el de Bob Fosse. Sus filmes Cabaret y All That Jazz (1979) son los mejores exponentes del género en la década de 1970.

Mención especial debe hacerse de seis musicales de la misma década: Hair (1979) del director Miloš Forman; Grease (1978), con las actuaciones de Olivia Newton John y John Travolta, Cabaret (1972), con la actuación de Liza Minnelli, A star is born, con las actuaciones de Barbra Streisand y Kris Kristofferson, y Jesucristo Superestrella (1973), que alcanzan un destacado éxito de taquilla y público.

También son interesantes dos ejemplos de Ópera rock: Quadrophenia, de Franc Roddam (Gran Bretaña, 1979), con el grupo británico The Who, o El fantasma del paraiso, de Brian de Palma (1972), con música de Paul Williams, que recrea El fantasma de la ópera, película de Rupert Julian, de 1925.

En la década de 1980, la película Annie permitió recordar la grandeza del género. También cabe citar como exponentes del género de la comedia musical la divertida película The Blues Brothers (1980) y su secuela Blues Brothers 2000 (1998) de John Landis, con números musicales de clásicos de la música Jazz, Blues y el Rhythm and Blues y otros géneros adscritos a dichos géneros. Se destaca en esta década también ¿Víctor o Victoria? de Blake Edwards y La tienda de los horrores (1986) de Frank Oz.

En 1996, Madonna y Antonio Banderas protagonizaron Evita.[7][8]

Alan Parker rodó tres en las décadas de 1980 y 1990 Fame, The Commitments, Evita. El director danés Lars von Trier sorprendió a todos con Dancer in the Dark.

Las décadas de 1980 y 1990 también vieron renacer el musical con una nueva vertiente: los dibujos animados. En este sentido, los estudios Disney produjeron la que se podría haber considerado la mejor película musical en este formato: La bella y la bestia.[cita requerida] Asimismo, produjeron La sirenita. En 1997 la Twenty Century Fox produjo Anastasia.[9]

Destaca en 1996 una vuelta al musical clásico de la mano de Alan Parker con Evita, un musical de época enteramente cantado, protagonizado por Madonna y Antonio Banderas. El musical tuvo una buena taquilla, y ya en 2001 se estrenó Moulin Rouge![10]​ de Baz Luhrman, una revolución del género que cosechó un gran éxito y fue aclamada por el público y por gran parte de la crítica. Un año más tarde se estrenaría Chicago[11]​ de Rob Marshall, hoy en día considerado uno de los mayores musicales de la historia del género, que recupera el encanto, frescura e inteligencia de los musicales clásicos tales como Cabaret, del que claramente está inspirado. Tuvo un éxito tremendo tanto en crítica como en taquilla. En 2004 se estrenó también El fantasma de la ópera de Andrew Lloyd Webber, con una aceptable taquilla, consiguió el reconocimiento del público. Al año siguiente, en 2005, pasó por las carteleras uno de los pocos fracasos del género en este nuevo siglo, el musical Rent (basado en la obra teatral homónima), que pasó muy desapercibida, sin causar apenas entusiasmo en el público ni en la crítica.

En 2006, comenzó el éxito de la saga High School Musical, un musical modesto para televisión con actores talentosos y canciones pop, que cosechó tal éxito que Disney continuó con dos secuelas, la última de ellas trasladada al cine con gran éxito; dicha saga revalorizó el género musical para el público adolescente. Así, también en 2006 triunfó el clásico de Broadway trasladado al cine, Dreamgirls que consiguió múltiples premios y gran taquilla.[12]

El género sigue dando de qué hablar con musicales como Sweeney Todd[13]​ de Tim Burton, un musical de terror/comedia negra con gran reconocimiento y otros como la supertaquillera comedia musical Mamma Mia! con la famosa banda sonora del grupo sueco ABBA[14]​ o Nine[15]​ del director de Chicago. Incluso la propia Disney está volviendo a sus años dorados del musical (los 90 con musicales tan aclamados como La sirenita o La bella y la bestia) con nuevos musicales como The Princess and the Frog (Tiana y el sapo en España y La Princesa y el sapo en Latinoamérica) con la banda sonora del veterano Randy Newman o la nueva película Tangled (Enredados) con el regreso del gran compositor Alan Menken (ganador de 8 premios de la Academia) que nos trajo las míticas bandas sonoras de La sirenita, La bella y la bestia, Aladdin, Pocahontas, El jorobado de Notre Dame y Hércules, Río, Río 2, entre otras.[16][17]

En 2012, con el estreno de la adaptación cinematográfica de Los Miserables con un reparto estelar, los musicales volvieron a atraer grandes masas de público para ver un musical de acción real.[18]

El regreso de Rob Marshall a los musicales con la película de Walt Disney Pictures, Into the Woods.[19]

La última incursión en el género ha sido La La Land de Damien Chazelle película que arrasó con los 7 globos de oro a los que estaba nominada en el 2017, con la actuación de Emma Stone y Ryan Gosling.



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