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Permacultura



La permacultura es un sistema de principios de diseño agrícola, económico, político y social basado en los patrones y las características del ecosistema natural.

Tiene muchas ramas, entre las que se incluyen el diseño ecológico, la ingeniería ecológica, diseño ambiental, la construcción y la gestión integrada de los recursos hídricos, que desarrolla la arquitectura sostenible y los sistemas agrícolas de automantenimiento modelados desde los ecosistemas naturales.[1][2]

Desde sus inicios a finales de los años 1970, la permacultura se ha definido como una respuesta positiva a la crisis ambiental y social que estamos viviendo.[3]

El término «permacultura» (como un método sistemático) fue acuñado por primera vez por los australianos Bill Mollison y David Holmgren en 1978.

La palabra permacultura (del inglés permaculture) es una contracción que proviene de las palabras anglosajonas permanent & culture[4]​ que originalmente se refería a la ‘agricultura permanente’,[5]​ pero se amplió para significar también cultura permanente, debido a que se ha visto que los aspectos sociales son parte integral de un sistema verdaderamente sostenible, inspirado en la filosofía de la Agricultura Natural de Masanobu Fukuoka.

En palabras de Bill Mollison:

Un hábitat diseñado según los principios de la permacultura se entiende como un sistema, en el cual se combinan la vida de los seres humanos de una manera respetuosa y beneficiosa con la de los animales y las plantas, para proveer las necesidades de todos de una forma adecuada.

En el diseño de estos sistemas se aplican ideas y conceptos integradores de la teoría de sistemas, biocibernética y ecología profunda. La atención no solo se dirige hacia los componentes individuales (elementos), sino hacia las relaciones entre estos elementos y su uso óptimo para la creación de sistemas productivos.

Planificación, implementación y mantenimiento componen el proceso de diseño permacultural, el cual se enfoca tanto en una optimización sucesiva del sistema para las necesidades de ahora, como también en una futura productividad, abierta para ser desarrollada y refinada por las generaciones que vienen. El proceso de diseño tiene como objetivo una integración óptima de las necesidades ecológicas, económicas y sociales del sistema, de modo que a largo plazo se pueda autorregular y mantener en un equilibrio dinámico mediante interferencias mínimas. El modelo para esto son los procesos de autorregulación que podemos observar diariamente en sistemas ecológicos como por ejemplo en los bosques, lagos o los océanos. El pensamiento sistémico y una acción motivada por esto buscan superar de una manera consciente el procedimiento lineal-causal todavía predominante, cuyas consecuencias destructivas están hoy más y más a la vista de todos.

Como estamos viviendo en sistemas y estamos rodeados por ellos, el pensamiento y la acción lineal-causal no pueden solucionar nuestros problemas, solamente trasladarlos en el tiempo y espacio. De esta forma nos lleva a la conclusión equivocada de ver la influencia que más nos “estorba” en este momento como la causa única de nuestros problemas. Además, por su tendencia de implementar solamente correcciones sintomáticas, produce constantemente nuevos problemas muchas veces mayores a las anteriores.

El concepto libre de ideologías de la permacultura se abre tanto a los nuevos conocimientos y tecnologías como a los conocimientos “antiguos”, milenarias, de todas las culturas y apoya su fusión creativa en innovadoras estrategias de diseño.[3][6]

En 1929, Joseph Russell Smith tomó un término anteriormente conocido como subtítulo para su obra: Tree Crops: A Permanent Agriculture. Traducido al español como Cultivo de árboles: una agricultura permanente, el libro resume la larga experiencia de su autor, experimentando tanto con frutas y frutos secos, como con cultivos para la alimentación humana y animal.[7]

Smith vio el mundo como un todo interrelacionado y sugirió sistemas mixtos de árboles y cultivos debajo de ellos. Este libro inspiró a muchos individuos decididos a lograr una agricultura más sostenible, tales como Toyohiko Kagawa quien fue pionero en el cultivo de los bosques en Japón en la década de 1930.[8]

La definición de agricultura permanente, como la que se puede sostener indefinidamente, fue apoyada por P. A. Yeomans, australiano, en su libro Water for Every Farm (traducido como Agua para todas las granjas. Yeomans introdujo un enfoque basado en la observación del uso de la tierra en Australia en la década de 1940, y el diseño Keyline como una forma de gestionar el suministro y distribución de agua en la década de 1950.

Trabajos de Stewart Brand fueron una influencia temprana señaló Holmgren.[9]​ Otras influencias tempranas incluyen a Ruth Stout y Esther Deans, pioneras en la jardinería sin excavación y Masanobu Fukuoka que, a finales de 1930 en Japón, comenzó a abogar por huertos de siembra directa (labranza cero), y jardines y agricultura natural.

A mediados de la década de los años 1970 dos ecologistas de Australia, el doctor Bill Mollison y David Holmgren, comenzaron a desarrollar una serie de ideas que tenían la esperanza de poder utilizar para la creación de sistemas agrícolas estables. Lo hicieron como respuesta a lo que consideraban como el rápido crecimiento en el uso de métodos agroindustriales destructivos tras la Segunda Guerra Mundial, que de acuerdo a su criterio estaban envenenando la tierra y el agua, reduciendo drásticamente la biodiversidad, y destruyendo billones de toneladas de suelo que anteriormente mantenía paisajes fértiles. Una aproximación denominada 'permacultura' fue el resultado y se dio a conocer con la publicación del libro Permaculture One en 1978. El libro tuvo un éxito inmediato en Australia, provocando mucho debate. La aparición de una revista (The International Permaculture Magazine), una miniserie televisiva con Bill Mollison como protagonista, y varias decenas de cursos que este dictó a finales de los 70 y principios de los 80 contribuyeron a internacionalizar la permacultura y a forjar su imagen de herramienta práctica para la construcción de hábitats sostenibles.

Tras la publicación de Permaculture One, Mollison y Holmgren refinaron y desarrollaron sus ideas, con ambos originadores diseñando cientos de 'terrenos de permacultura' y escribiendo varios libros. Mollison dio clases en más de 80 países y el Curso de Diseño de dos semanas de duración, se enseñó a muchos cientos de estudiantes. A comienzos de la década de 1980, el concepto avanzó desde ser predominantemente un diseño de sistemas agrícolas a ser un proceso de diseño más plenamente holístico para crear hábitats humanos sostenibles. A mediados de la década de 1980, multitud de estudiantes se habían convertido en exitosos prácticos, comenzado a enseñar el método; en un corto periodo de tiempo se establecieron grupos de permacultura, proyectos, asociaciones e institutos en más de 100 países.

En el transcurso de sus viajes por Asia, África y América Latina, Mollison encontró y contribuyó a popularizar conceptos y prácticas ancestrales que habían contribuido a la sostenibilidad de las antiguas culturas agrícolas y cazadoras. Muchos de estos conceptos fueron explicados y revalorizados, y pasaron a formar parte del aspecto técnico de la permacultura. Muy pronto se hizo evidente que los conceptos de diseño que manejaba la permacultura podían ser aplicados no solamente a la producción agropecuaria y forestal, sino a muchos aspectos de la vida humana, como la construcción, la educación, la economía y la organización social en general, abarcando todos los temas esenciales en el diseño de sistemas sustentables, de forma integrada.

La permacultura está en la actualidad bien establecida a lo largo y ancho del mundo, existiendo muchos ejemplos de su uso. Zimbabue tiene 60 escuelas diseñadas utilizando la permacultura, con un equipo nacional trabajando en la unidad de desarrollo de currículos escolares. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha elaborado un informe sobre el uso de la permacultura en situaciones de refugio, tras su exitoso uso en los campos de Sudáfrica y Macedonia. En Costa Rica, un grupo de permaculturistas hace talleres y huertas urbanas en acuerdo con permacultura.[11]

A partir de los principios éticos, Holmgren definió 12 principios de diseño de la permacultura. Enfocados bajo la teoría de sistemas, sirven como guías generales para orientarnos dentro de la enorme complejidad natural y social a la hora de desarrollar un sistema sostenible:[12]

Las zonas son una forma de organizar de forma inteligente el entorno humano conforme a la frecuencia de sus necesidades o cuidado de sus plantas y animales. Las zonas más frecuentadas a lo largo del día se deben emplazar en las zonas cercanas al hogar, es decir, en las zonas 1 y 2. Las que son visitadas algo menos frecuentemente en las zonas 3 a la 5.[13]

Las capas son una de las herramientas que se utilizan para diseñar ecosistemas funcionales que son sostenibles y de beneficio directo para los humanos. Un ecosistema maduro tiene un gran número de relaciones entre sus partes componentes: árboles, sotobosque, la cobertura del suelo, el suelo, los hongos, insectos y animales. Debido a que las plantas crecen a diferentes alturas, una comunidad de formas de vida diversas es capaz de crecer en un espacio relativamente pequeño, ya que cada capa se apila una encima de otra. En general, existen siete capas reconocidos en un bosque de alimentos, aunque algunos practicantes de permacultura también incluyen hongos como octava capa.[15]

El efecto de borde es cuando dos sistemas muy diferentes se encuentran y se crea un área de intensa productividad y conexiones útiles. Un ejemplo de esto es la costa; donde la tierra y el mar se encuentran hay una zona especialmente abundante para las necesidades humanas y animales. Así que esta idea se desarrolla en diseños permaculturales como en las espirales de hierbas aromáticas o la creación de estanques que tienen costas ondulantes en lugar de un simple círculo o un óvalo (aumentando así la cantidad de borde para un área dada).

Sin embargo, se han documentado casos en los que el efecto de borde tienen consecuencias negativas como aumento del riesgo de extinción de especies de plantas y animales, entre otros problemas medioambientales.[18][19]

Hay muchas formas de gremios o asociaciones, incluyendo gremios de plantas con funciones similares (que podrían intercambiarse dentro de un ecosistema), pero la percepción más común es la de un gremio de apoyo mutuo provocando una simbiosis. Un gremio tal es un grupo de especies en las que cada uno proporciona un conjunto único de funciones diversas que se ayudan unas a otras de forma simbiótica. Gremios de apoyo mutuos son grupos de plantas, animales, insectos, etc., que funcionan bien estando juntos. Algunas plantas pueden ser cultivadas para la producción de alimentos, algunos tienen raíces primarias que extraen nutrientes desde las profundidades de la tierra, algunas son fijadoras de nitrógeno, algunas atraen insectos benéficos, y otras repelen insectos dañinos.

Cuando este grupo de elementos se agrupan y se benefician mutuamente unas de otras, se dice que estas plantas forman un gremio.[20][21][22]

David Holmgren ideó una ética de la permacultura basada en tres principios éticos fundamentales:[23]​.[24]

Este componente ecológico tiene como objetivo el uso y manejo cuidadoso y responsable de las bases naturales de la vida (recursos). Estos se entienden como un regalo de la tierra para todos los seres vivos. Nuestro planeta es un conjunto de sistemas complejos, interdependientes, en proceso de evolución y fuera de nuestro entendimiento completo.[25]​ Todas las especies, todos los procesos, todos los elementos tienen un valor en sí mismo, más allá de su valor económico o funcional para el hombre.

Para poder hacer sostenible un diseño permacultural, se tienen que integrar con una perspectiva a largo plazo los ciclos naturales de materiales y los flujos energéticos dentro de los sistemas fundamentales que sostienen la vida. “La gente a menudo asocia el cuidado de la Tierra con algún tipo de gerencia planetaria, como un reflejo del concepto de la Tierra como nave espacial popularizado inicialmente a fines de los 60 y principios de los 70. Estas ideas han sido poderosas en la forja de un entendimiento de la crisis global ambiental y otras crisis de carácter ético, pero a menudo se quedan en abstracciones separadas de nosotros.[26]

Este componente social toma en cuenta los derechos de toda la gente, de los pueblos y comunidades, a decidir sobre su vida. “Hace de la permacultura una filosofía ambiental humanista, que ubica las necesidades y aspiraciones humanas en el centro de nuestra ocupación porque tenemos el poder y la inteligencia para afectar nuestra situación. Aquí se hace evidente la relación entre la libertad y responsabilidad. Para garantizar el derecho de diseñar libremente el uso de los recursos básicos, es necesario llegar a un equilibrio entre las necesidades individuales y comunes. Esto da vida a la demanda ética de la justicia social: Todos los seres humanos deben tener el mismo derecho y acceso a los recursos y conocimientos. El cuidado de la gente comienza por uno mismo, pero se expande en círculos crecientes para incluir a la familia, el vecindario, y comunidades locales y mayores. En este sentido sigue el patrón de casi todos los sistemas éticos tradicionales. Para tener la capacidad de contribuir con el bien mayor, uno debe estar sano, fuerte y seguro. Visto desde esta perspectiva, el principio significa: Cuidarse a sí mismo, a los seres queridos y a la comunidad.[27]

Sobre la repartición de los excedentes[28][29][30]​ existe un debate[31]​ sobre qué título de la 3.ª ética resume mejor su significado). Holmgren, en su libro "Principios y senderos de permacultura",[30]​ especifica que se entiende como reparto entre todas las especies y que esto supone distribuir tanto la población como el consumo humanos (dos conceptos directamente opuestos al antropocentrismo y consumismo dominante actual, que aportan un significado necesariamente ambiguo a "reparto equitativo" como resumen de estos conceptos). También se añaden dos directivas: tomar plena responsabilidad para nuestras vidas y cooperar).

Al asegurarnos que todos los productos y excedentes están dirigidos hacia los objetivos anteriores, podemos empezar a construir una cultura verdaderamente sostenible y permanente.

Este componente económico también tiene que integrar la limitada tolerancia y capacidad regenerativa de nuestro planeta tierra. Como enunciado se puede añadir, en estos tiempos más que nunca:

Se puede utilizar la frase "Celebrar la abundancia en la naturaleza y aceptar sus limitaciones". Así fue planteado este tercer principio por Bill Mollison en el Manual de Diseñadores.

Los principios de diseño que son la Base Conceptual de la Permacultura, y se derivaron de la ciencia de la ecología de sistemas[32]​ y el estudio de ejemplos pre-industriales de uso sostenible de la tierra. La permacultura se base en varias disciplinas, incluyendo la agricultura natural, agricultura ecológica, agroforestería, agricultura integrada, el desarrollo sostenible y la ecología aplicada[33]

La permacultura se ha aplicado con mayor frecuencia para el diseño de la vivienda y el paisajismo, la integración de técnicas como la agroforestería, bioconstrucción, y el Sistema de captación de agua de lluvias en el contexto de los principios de Diseño de Permacultura y la teoría.

Fue conceptualizada por David Holmgren, indica los diferentes ámbitos en los que la Permacultura debe actuar para transformar a las sociedades en sostenibles y desde cuál puede comenzar quien esté interesado en practicarla.[34]​ Cada pétalo de esta flor es uno de los ámbitos de nuestra cultura que dadas las cosas como están en el mundo, necesitan re-diseño. En el centro de la flor están los principios éticos y de diseño de la permacultura y alrededor de cada pétalo están los principios, estrategias, métodos, prácticas o elementos que tendremos que escoger o crear y quizá adaptar a nuestra realidad.

El uso del término "permacultura" ha sido motivo de disputa. Bill Mollison afirmó que el término estaba protegido por la leyes de propiedad intelectual, en concreto, uno de sus libros dice: "El contenido de este libro y la palabra PERMACULTURA están protegidos por las leyes de propiedad intelectual". Estas afirmaciones fueron ampliamente aceptadas por la comunidad permacultora. Sin embargo, las leyes de propiedad intelectual no protegen nombres, ideas, conceptos, sistemas y maneras de hacer cosas, solo protegen la expresión y descripción de una idea, pero no la idea en sí misma. Con el tiempo, Bill Mollison admitió que estaba equivocado y que no se puede aplicar restricción alguna al uso de la palabra permacultura desde el punto de vista de las leyes de propiedad intelectual. [35]

En el año 2000, Bill Mollison y su Instituto Norteamericano de la Permacultura solicitaron el registro la marca permacultura, concretamente la variante de marca de servicio (en inglés, service mark) cuando fuera empleada en seminarios, cursos formativos y talleres. [36]​ La marca hubiera permitido a Bill Mollison y sus dos institutos de permacultura (uno en EE. UU. y otro en Australia) establecer guías sobre quién puede enseñar lo que es la permacultura y de qué manera debe de ser enseñada. Él mismo fue promotor en 1993 de un sistema de certificación y capacitación de enseñantes de la permacultura. Los intentos por registrar la marca no tuvieron éxito. No obstante, de nuevo en 2001 Bill Mollison solicita registrar la marca "Curso de diseño de permacultura" [37]​ y "Diseño permacultor" en Australia.[37]​ Dichas solicitudes fueron retiradas en 2003. Posteriormente, en 2009 solicita el registro de la marca "Permacultura: Un manual para diseñadores"[37]​ e "Introducción a la Permacultura",[37]​ asociada a sus dos libros. Mollison retiró dichas solicitudes en 2011. A pesar de dichos intentos, nunca se materializó el registro de la marca Permacultura en Australia.[37]



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