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Pilar Pascual de Sanjuán



Pilar Pascual de Sanjuán (Cartagena, 23 de octubre de 1827 - Barcelona, 18 de noviembre de 1899), de nombre Pilar Pascual Ibars o Pilar Pascual y Fuentes, fue una maestra, feminista y escritora española.[1][2]

María Pilar Pascual e Ibars nació el 23 de octubre de 1827 en Cartagena, pero pasó la niñez en Mequinensa, población de donde procedía la familia materna. Era hija de Francisco Pascual, capitán de artillería, y de Mariana Ibars. La encargada de su formación intelectual fue su propia madre, a la cual dedicó uno de sus primeros libros. Desde muy pequeña fue una gran lectora de obras literarias y educativas. Cuando tenía catorce años murió su padre, y madre e hija se vieron obligadas a ganarse la vida haciendo bordados y otras labores, tarea que Pascual alternaba con las lecturas.[2]

Después de casarse con Joaquín Sanjuán, el farmacéutico de Mequinensa, Pascual se presentó por su cuenta a los exámenes de maestra elemental y superior, títulos que obtuvo con la máxima calificación. Trasladados a Lérida, abrió con éxito una escuela privada de niñas, pero, viuda a los 30 años, decidió ingresar en el Magisterio público, donde las garantías de seguridad laboral eran más elevadas. Ejerció en escuelas de niñas de San Juan de Vilassar, Manresa y Sabadell y, finalmente, se trasladó a Barcelona donde fue regente de la escuela elemental adscrita a la Escuela Normal femenina durante treinta y siete años.[2]

Se casó en segundas nupcias con Jaime Viñas y Cusí, con quien colaboró en algunas de sus publicaciones, así como con Valentín de Zabala y Argote, Julián López Catalán y Luciana Casilda Monreal.[3]

Fue una maestra muy reconocida y una escritora prolífica, especialmente de manuales escolares para niñas, pero también de tratados pedagógicos, poesía o artículos de opinión. Formó parte activa de varias entidades culturales y de varios tribunales o jurados y fue redactora del El monitor de primera enseñanza, revista de carácter profesional editada por la Librería Bastinos.[2]

Viuda por segunda vez, falleció a los 72 años, el 18 de noviembre de 1899 en Barcelona.

En cuanto a sus postulados sobre la educación de las niñas, Pascual defendía la doctrina de las esferas separadas entre hombres y mujeres y exaltaba el ideal de feminidad imperante a la época. A pesar de que no cuestionaba los rasgos fundamentales de esta dicotomía, cuando definía el modelo de mujer basado en la figura del ángel del hogar, lo hacía desde una perspectiva propia que pretendía dignificarlo para mejorar la autoestima y las condiciones de vida de las mujeres. Esta opción, atendidos los estrechos límites de actuación que se reconocían a las mujeres de mediados de siglo XIX, hay que valorarla cómo una de las pocas estrategias de intervención viables del momento. Un ejemplo bastante ilustrativo lo podemos encontrar cuando criticaba la doble moral de la época y proclamaba la superioridad moral de las mujeres. Esta constatación la llevaba a proponer que los valores y el comportamiento moral de las mujeres tenían que convertirse en un modelo a imitar por parte de los hombres. También defendía la educación física de las niñas, con propuestas de juegos, bailes y ejercicios gimnásticos, para compensar un excesivo sedentarismo propiciado por el predominio de los trabajos de costura a las escuelas femeninas.[2]

Pascual se relacionó con feministas catalanas del siglo XIX, puesto que colaboró en la primera revista de mujeres escrita en catalán, El Llar, donde también participaron Dolors Monserdà y Josepa Massanés, pero la actuación que más la puede definir como una feminista de sus tiempos, es la propia trayectoria profesional. Plenamente consciente de la importancia de su tarea, desde sus primeros artículos, Pascual denunció la desigualdad salarial establecida por la Ley Moyano de 1857, reclamando la dignificación del estatus de las maestras y un reconocimiento social equiparable al de sus colegas. Con el paso de los años se fueron añadiendo a la petición muchas voces. Así, el inconformismo inicial de Pascual pudo generar una intensa y firme red de relaciones entre mujeres enseñantes que, con la colaboración de algunos hombres, impulsó una exitosa campaña. Todo ello culminó en 1883 con la promulgación de la Ley de Nivelación salarial entre el magisterio de ambos sexos, una de las pioneras en el mundo en esta línea.[2]

Fue muy conocida por sus obras destinadas al público infantil, especialmente niñas, y para fomentar la devoción y la educación moral. Entre ellas:



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