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Plan Bidagor



El Plan General de Ordenación de Madrid (1941), aprobado por ley especial en 1946, fue un Plan General de Ordenación Urbana y de ensanche para Madrid, la capital de España. Sus trabajos fueron iniciados en 1941 por el arquitecto y urbanista Pedro Bidagor Lasarte, por lo que el plan se conoce también como Plan Bidagor.

Este plan ha sido considerado como representación y símbolo de una determinada concepción de la ciudad desarrollada conforme a la teoría de la urbanización falangista, por los aditamentos de fuerte valor figurativo, a modo de envoltura para satisfacer la demanda política de valor simbólico y emblemático.

Con independencia de estas consideraciones, se trata del primer plan urbanístico redactado en España que reguló globalmente los usos del suelo por zonas y previno su desarrollo mediante la formulación de planes parciales.

Tras la definición de los «ensanches» a finales del siglo XIX y principios del XX, los sucesivos «planes comarcales» de 1923, 1929 y 1934, trataban de resolver el crecimiento de la ciudad mediante su descentralización utilizando por primera vez el ferrocarril. Las propuestas desarrolladas por el proyecto de Secundino Zuazo y Hermann Jansen de 1929 responden al modelo teórico del núcleo central limitado y cerrado y la corona periférica de unidades autónomas separadas entre sí y del núcleo central por anillos y cuñas verdes.[1]

En la inmediata posguerra la Junta de Reconstrucción de Madrid acomete a nivel madrileño la tarea que a la Dirección General de Regiones Devastadas se había confiado a nivel de toda España, comenzando así toda una serie de instituciones específicas que irían creándose en Madrid por su condición de capital.[2]

En su organización general, el plan, se extendía sobre 29 municipios y preveía un total de cuatro millones de habitantes. Los municipios afectados por el Plan eran los siguientes: Madrid, Chamartín de La Rosa, Fuencarral, Alcobendas, San Sebastián de los Reyes, Hortaleza, Canillas, Canillejas, Barajas de Madrid, Paracuellos de Jarama, Torrejón de Ardoz, San Fernando de Henares, Coslada, Vicálvaro, Vallecas, Ribas del Jarama, Villaverde, Getafe, Carabanchel Bajo, Carabanchel Alto, Leganés, Alcorcón, Villaviciosa de Odón, Boadilla del Monte, Pozuelo de Alarcón, Aravaca, Majadahonda, Las Rozas de Madrid y el Pardo.[3]

El nuevo Plan considera doce ideas o puntos que considera básicos:

Función simbólica considerada como la razón de ser y misión esencial de la Ciudad. Desde el punto de vista urbanístico supone la necesidad tanto de disponer de emplazamientos apropiados para los edificios oficiales como el respeto a todo valor espiritual de orden histórico o tradicional. Tres son los espacios reservados: el valle del Manzanares, el eje de la Castellana y el núcleo central o recinto antiguo.

Compuesta por la Catedral, el Palacio Real y el nuevo edificio de Falange, a construir en la elevación del Cuartel de la Montaña.[5]

Este Plan propone asentar un millón ochocientos mil habitantes en el núcleo central, ocupando un ensanche dividido en unidades de barrio autosufientes. A este espacio central le confería las funciones de capitalidad.

Consecuencia de la capitalidad todas las carreteras nacionales están desarrolladas en forma concéntrica uniendo la villa con los distintos puntos de la periferia

Para este ingeniero la ciudad sin planificar se asemeja a una tela de araña: radiaciones y anillos concéntricos correspondientes a las sucesivas rondas que intentan limitar la población.

Para regular el Uso del suelo define mediante la técnica de la calificación urbanística unidades urbanas con personalidad que constituyan los barrios, distritos y poblados satélites distingue cinco zonas: especiales, comerciales, residenciales, verdes e industriales.

Los usos previstos en las zonas especiales son los relacionados con las funciones de representación, política y administración, enseñanza, sanidad e instalaciones militares.

Para organizar tanto el comercio como los centros de reunión y de espectáculos ordena las zonas comerciales con objeto de descongestionar el centro en favor tanto del ensanche como del extrarradio.

Clasifica las zonas residenciales sobre la base de la tipología edificatoria en tres grupos: edificación cerrada, abierta y aislada.

Situados externamente al núcleo central, los poblados quedan separados y en posición discontinua:

El plano de ordenación, cuyo original se encuentra en cartoteca y contiene planos manuscritos sobre papel impreso, lavados en acuarela a color y encuadernados en un solo volumen y dibujado a escala de 1 a 2 000 considera los siguientes elementos:[7]



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