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Plano ortogonal



Un plan hipodámico, trazado hipodámico o trazado en damero, es el tipo de planeamiento urbanístico que organiza una ciudad mediante el diseño de sus calles en ángulo recto, creando manzanas rectangulares. El apelativo hipodámico proviene del nombre del arquitecto griego Hipodamo de Mileto (en griego: Hippodamos), considerado uno de los padres del urbanismo cuyos planes de organización se caracterizaban por un diseño de calles rectilíneas que se cruzaban en ángulo recto. Se utiliza un plano urbano llamado plano ortogonal,[1]equirrectangular, en cuadrícula o en damero. Las ciudades que presentan este tipo de planeamiento urbano tienen una morfología urbana perfectamente distinguible en su trazado viario.

Este tipo de planeamiento tiene la ventaja de que su parcelamiento es más fácil por la regularidad de la forma de sus manzanas. Pese a esta simplicidad aparente, este tipo de plan presenta algunos inconvenientes, pues prolonga la longitud de los trayectos. Para evitarlo se puede completar con calles diagonales. Para aumentar la visibilidad en los cruces de las calles estrechas, se pueden diseñar edificaciones con chaflanes.[2]

Hay ejemplos de planos ortogonales en Antiguo Egipto, Babilonia y América. En la Edad Antigua destacan las ciudades helenísticas y las que surgieron de un campamento romano; en la Edad Media las bastidas francesas y las nuevas ciudades aragonesas siguiendo las ideas de Eiximenes; en la Edad Moderna la ciudad colonial española; y en la Edad Contemporánea el Plan Haussmann en París o los ensanches urbanos españoles.

Este tipo de plan urbano, de antiguo origen, fue atribuido durante mucho tiempo a Hipodamo de Mileto, pero las investigaciones sobre el Antiguo Egipto y Babilonia muestran trazados urbanos ortogonales anteriores a la época de Hipodamo. Estas culturas ejercieron gran influencia sobre Grecia. Las primeras ciudades egipcias surgidas en el III milenio a. C. tenían trazados ortogonales. Según Charles Picard «...el mérito soberano de Grecia no es tanto el de ser una patria de ideas nuevas como de técnicas perfectas». Babilonia irradió su prestigio y su cultura a todo el mundo antiguo. Los sistemas urbanos que se originaron en Asiria se extendieron a Etruria y Grecia, destacándose la influencia de las ciudades asirias en el elemento práctico y el urbanismo egipcio monumental.

Heródoto describe Babilonia como una ciudad de plano cuadrado de 21 x 21 km, aproximadamente, con un perímetro de 85 km, cubierto por una muralla completa de 27,50 metros de alto y 9 metros de ancho, con 50 torres almenadas y 100 puertas de bronce. La ciudad estaba dividida en dos por el río Éufrates, tenía calles rectas que se cortaban en ángulo recto por otras que desembocaban en el río después de atravesar las puertas de la ciudad. Las viviendas llegaban a tener 3 o 4 pisos, sobre una margen del Éufrates estaba el palacio real y sobre la otra el templo de Belos con una torre de ocho pisos.

El cuadrado de 404 hectáreas correspondiente al plano de Babilonia tiene una coincidencia entre sus ángulos y los puntos cardinales. Dentro del espacio correspondiente al plano se han encontrados colinas de detritus como los tell de Kasr al centro, el de Babil al norte y el de Amram al sur. El tell de Babil que pertenecía al palacio de Nabucodonosor II tiene 22 metros de altura y 250 metros de por cada lado de su base.

En el plano correspondiente a la ciudad de Timgad, en Numidia (actual Argelia), antigua colonia militar romana se aprecia un perímetro rectangular, que generalmente estaba rodeado de murallas y el recinto presentaba dos grandes ejes interiores, o calles principales (a veces portificadas) que se denominaban el cardo (traza N-S) y el decumanus (traza E-O). En el sector de intersección de las dos vías se localizaba el foro, y en su entorno los templos, la basílica y la curia. La forma de las manzanas y la traza de las calles es perfectamente regular (plano equirrectangular, en cuadrícula o en damero).[3]

Con la llegada a América, se ha demostrado la existencia de ciudades construidas a partir de una cuadrícula, como es el caso de la ciudad de Teotihuacán, organizada a partir de dos ejes perpendiculares entre sí, que permitieron el trazado de una retícula que sirvió de base para la construcción de los edificios.

Los griegos conciben la ciudad como un área de dimensiones finitas, abarcable óptica y políticamente. Sus asentamientos se emplazan sobre una topografía irregular y se construyen como una serie de bloques. Así, exceptuando la acrópolis y el ágora, las ciudades de Grecia clásica eran un enjambre de células irregulares.

Sin embargo, a través del tiempo los griegos desarrollan un concepto urbano general. Hipódamo cristaliza las ideas del momento en una estructura urbana característica que se repite en las ciudades de colonización: unos trazados de calles regulares.

Interpolando plazas abiertas en la disposición en parrilla, en el centro de la retícula sitúa el ágora, espacio excluido del tráfico viario. Al igual que en la polis clásica, en la ciudad hipodámica faltan los ejes dominantes y la posición de los edificios principales está aún determinada por el espacio circundante. Ejemplos: las ciudades de Mileto y Priene.

En el siglo V a. C. la retícula ortogonal se convierte en norma para la planificación de la ciudad. La retícula hipodámica es más bien un instrumento práctico para facilitar la planificación y la construcción de nuevas colonias. Apoyándose en la tradición clásica y helenística, los romanos adoptan y propagan las ideas urbanísticas de Grecia.

Los romanos buscan trazados regulares geométricos o, si esto no es posible, incluyen composiciones arquitectónicas, cuyo mejor ejemplo es la ciudad de Roma.

A ella está vinculado el gobierno del Imperio, que se ve obligado a engrandecerla para hacerla digna de su papel de capital.

Su continuum espaciotemporal define su forma urbana, que pasa de la inicial Roma quadrata en el Capitolio y el Palatino, a la Roma septimontium republicana sobre las siete colonias, antes de desbordarlas y extenderse bajo el Imperio hasta la muralla aureliana.

El desarrollo de los conceptos monumentales de diseño se produce en el área central de la Roma antigua, donde el antiguo mercado en el Capitolio se transforma progresivamente en el corazón comercial y administrativo de Roma: el Foro Republicano, la parte más monumental de la ciudad por estar en él emplazados los templos y los principales edificios públicos.

Gradualmente se vio que la solución para organizar grandes formaciones de edificios reside en la composición e integración urbana. Así la ampliación del Foro durante el Imperio subordina los edificios a los espacios urbanos.

En contraste con el Foro republicano, los foros Imperiales y, sobre todo, el de Trajano son una realización de gran claridad, de espacios regulares inmensos articulados por edificios colosales. Las termas llegan a convertirse en los edificios más complejos de la Antigüedad como función sectorial, en tanto que el gran palacio de Diocleciano en Spalato se concibe y construye a modo de ciudad ideal: como un campamento romano monumentalizado. Pero las termas son composiciones regulares, la deliberada irregularidad compositiva de la villa de Adriano manifiesta otras intenciones de diseño, que serán propuestas como ejemplo para la ciudad contemporánea entendida como ciudad collage.



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