x
1

Postimpresionismo



Posimpresionismo o postimpresionismo[1]​ es un término histórico-artístico que se aplica a los estilos pictóricos a finales del siglo XIX y principios del XX posteriores al impresionismo. Lo acuñó el crítico británico Roger Fry con motivo de una exposición de pinturas de Paul Cézanne, Paul Gauguin y Vincent van Gogh que se celebró en Londres en 1910. Sus exponentes reaccionaron contra el deseo de reflejar fielmente la naturaleza y presentaron una visión más subjetiva del mundo.

Todos los artistas agrupados bajo el término postimpresionismo conocieron y practicaron en algún momento los postulados impresionistas, un movimiento pictórico que se desarrolló en la segunda mitad del siglo XIX y que rompió los supuestos académicos, sociales y económicos vigentes en el arte.

Al ser rechazados en los circuitos oficiales, el grupo de los pintores impresionistas organizó sus propias exposiciones y mantuvo una cohesión que duró hasta que, décadas después, algunos de ellos alcanzaron cierto reconocimiento. De la disgregación de ese movimiento nació el posimpresionismo en parte como evolución y en parte como ruptura.

El impresionismo supuso una ruptura de los conceptos dominantes en la pintura y la escultura. Si hasta entonces primaban el estudio racional de la obra, la composición sobre dibujos previos y la claridad de las líneas, los impresionistas abandonaron ese suelo para tratar de captar en sus obras la impresión espontánea, tal como llegaba a sus sentidos. No les importaba tanto el objeto que se quería pintar como la sensación recibida. La sensación fugaz, efímera, difícilmente perceptible y reproducible.

Los pintores impresionistas abandonaron los talleres y salieron al exterior. Sus modelos fueron la calle, el edificio, el paisaje, la persona, el hecho pero no en su concepción estática y permanente sino percibidos en ese momento casi único. El pintor impresionista pintaba in situ y terminaba la obra con rapidez. Utilizaba trazos sueltos, cortos y vigorosos. Los objetos y el propio espacio no se delimitaban con líneas siguiendo los cánones renacentistas sino que se formaban en la retina del observador a partir de esos trazos imprecisos.

El impacto de la Revolución Industrial fue clave en la nueva mirada artística posimpresionista. Los posimpresionistas representaban en sus obras los nuevos avances industriales, como el ferrocarril (Lluvia, vapor y velocidad, William Turner, 1844) o la electricidad en las calles (Terraza de café por la noche, Vincent Van Gogh, 1888). Además, la industria tecnológica iba a abrir las puertas al mundo del cine y la fotografía, cuyas estéticas tuvieron un impacto tal en las artes pictóricas, y el arte posimpresionista fue testigo de ello.

La pintura impresionista descubrió el valor cambiante de la luz y su movimiento, utilizando una rica paleta cromática de la que excluyeron el negro porque el color negro, según decían, no existía en la naturaleza.

Las obras de Paul Cézanne, Paul Gauguin y Vincent Van Gogh se caracterizaron por un uso expresivo del color y una mayor libertad formal.

Pablo Picasso y Cézanne se interesaron por resaltar las cualidades materiales de la pintura, representando seres vivos y paisajes, volúmenes y relaciones entre superficies, como en Pinos y rocas (1895-1898, MoMA, Nueva York). Su interés por las formas geométricas y la luz prismática inherente en la percepción de la naturaleza anticipó los experimentos del cubismo.

Gauguin, en un intento por conseguir la capacidad comunicadora del arte popular, se centró en la representación a base de superficies planas y decorativas y la utilización de numerosos significados simbólicos, como se aprecia en la obra. Calvario bretón (1889, Palacio de Bellas Artes, Bruselas).

Van Gogh, por su parte, se aproximó a la naturaleza con vigorosas pinceladas coloristas, evocadoras de las emociones internas del artista. Su experimentación subjetiva, ejemplificada en Noche estrellada (1889, MoMA de Nueva York), precedió el expresionismo.

Henri de Toulouse-Lautrec estuvo fuertemente influenciado por las composiciones lineales de los grabados japoneses, y su obra se caracterizó por los intensos grabados de contorno y los colores planos. Su obra se centra en plasmar el ambiente de los cabarets y prostíbulos de la época, lugares en los que residía. Es uno de los que introdujo el cartel como pieza artística.

Georges Seurat, denominado neoimpresionista por sus criterios más próximos al impresionismo, inventó una técnica denominada puntillismo, cuyo ejemplo más destacado es el cuadro Un domingo de verano en la Grande Jatte 1884-1886, Art Institute de Chicago).

Otros movimientos artísticos posteriores, como el cubismo, el expresionismo, el fovismo, el surrealismo y el futurismo, presentaron algunas de las características de la pintura impresionista: la libertad expresiva del artista y el énfasis en el concepto abstracto del arte.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Postimpresionismo (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!