La presidencia electa de los Estados Unidos recae en quien ha ganado aparentemente, tras constatarlo la Administración de Servicios Generales, las elecciones generales de noviembre en Estados Unidos, y quien ha ganado finalmente cuando el Colegio Electoral vota en diciembre y se realiza el recuento en una sesión conjunta del Congreso en enero.
La figura de la presidencia electa tiene rango constitucional y está definida en la Vigésima Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos. En el sentido de la constitución, es presidente electo quien haya sido elegido de acuerdo a los términos establecidos en el Artículo II de la Constitución de los Estados Unidos, es decir, quien haya obtenido una mayoría de votos en el colegio electoral, o, en caso de que ningún candidato haya obtenido la mayoría, quien haya sido elegido por la Cámara de Representantes, de acuerdo a las provisiones establecidas en la Duodécima Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos.
Durante el periodo entre la elección presidencial y la inauguración, el presidente saliente se denomina pato cojo, mientras que el presidente entrante encabeza una transición presidencial para asegurar un intercambio de poderes fluido.
Si ha habido una reelección, no se habla de presidencia electa, pues ya está en la administración y no está esperando asumir el cargo. Del mismo modo, si desde la vicepresidencia se asume la presidencia por la muerte del anterior, su dimisión o destitución (vía impeachment), no se trataría tampoco de presidencia electa, ya que se convertiría en presidente inmediatamente.
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