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Proaresio



Proaresio (en armenio Պարույր, Parouyr, en griego Προαιρέσιος, 276-368) fue un retórico y maestro cristiano de Armenia originario de Cesarea quien enseñó en Atenas. Fue uno de los sofistas destacados de la época, junto con Diofanto y Epifanio.

Antes de trasladarse a Atenas, Proaresio estudió con el rétor Ulpiano en Antioquía. En la época de estudiante de Proaresio, era tan pobre que él y su amigo Hefastión, teniendo solo una ropa decente entre los dos, la llevaban en días alternos.[1]

También estudió con Juliano de Capadocia, quien enseñó a muchos estudiantes. Una vez los estudiantes de Proaresio se pelearon con los del espartano Apsines. El asunto fue llevado a Juliano, entonces un hombre mayor que pidió a Proaresio que terminara con el asunto pacíficamente.[2]

No sobreviven libros de texto de Proaresio, pero su influencia como maestro está descrita por famosos sofistas y retóricos de la segunda mitad del siglo IV como Himerio y Libanio.[2]​ Muchos armenios habían viajado a Atenas a estudiar con Proaresio a quien Sozomeno llamó el más célebre sofista de su época.[3]

Atraído por la fama de su genio de erudición, el emperador Constante lo invitó a su palacio en la Galia y le entretuvo con magnificencia, aunque el invitado era de hábitos muy sencillos y ascéticos. Entonces el emperador lo envió a Roma, donde se convirtió en objeto de veneración popular, que culminó con la erección de su estatua, con la inscripción Regina rerum Roma, Regi Eloquentiae esto es, «(de) Roma, la reina de las ciudades, al rey de la elocuencia».[2]

Proaresio también recibió una prefectura pretoriana honorífica del emperador. Entre otros alumnos destacados, tuvo a Gregorio Nacianceno y Basilio el Grande. El historiador Eunapio fue el estudiante favorito de Proaresio y su biógrafo. Eunapio relató que cuando el emperador Juliano prohibió a los cristianos tener cargos educativos en el año 362, Proaresio estuvo entre ellos.[4]

A Proaresio le dieron una dispensa especial. Juliano, un hombre académico que fue hecho emperador contra su voluntad en 361, admiraba grandemente a Proaresio, y en una carta habló de su «exuberante y desbordante discurso... poderoso en el discurso, como Pericles». Con la esperanza de ganar a Proaresio para la Teúrgia, Juliano lo mantuvo en su cátedra profesoral, expulsando al resto; pero Proaresio permaneció leal a su fe, y voluntariamente renunció a su lucrativo puesto.[1]

Es interesante destacar que de manera diferente, Eunapio describió a Proaresio en términos paganos, comparándole con famosas figuras mitológicas griegas como Gerión y Hermes, y con el gobernante ateniense Pisístrato. En conjunto, Eunapio presentó a su maestro Proaresio como un icono de santidad helenística.[4]



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