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Protovasco



Se entiende por protoeuskera (también llamado protovasco, protovasco tardío, canónico o mitxeleniano y en euskera aitzineuskara)[1]​ la reconstrucción deductiva del euskera (realizada principalmente por Koldo Mitxelena) que pudo hablarse antes del contacto de este idioma con el latín y que se sitúa entre los siglos V a.C. y el año 1. Su antecesor directo sería el pre-protoeuskera y su sucesor el euskera arcaico o también llamado histórico.

El protoeuskera no parece relacionado con ninguna otra lengua fuera del grupo euskérico (modernas variedades de euskera, antiguo aquitano o "euskera arcaico"). El protoeuskera es una lengua hipotéticamente reconstruida mediante reconstrucción interna, pero no es una lengua directamente testimoniada, por lo que se conoce su estructura general con bastante detalle, pero algunos detalles particulares eluden las posibilidades de la reconstrucción interna. Muchas de las características reconstruidas para el protoeuskera y parte de su vocabulario están muy cercanos y en ocasiones son idénticos a las formas testimoniadas del aquitano, lo cual confirma las conjeturas sobre su estructura hechas mediante la reconstrucción interna.

Sin embargo, convendría no descartar el recurso a la reconstrucción externa e ir más allá de los tabúes que reducen el euskera a una lengua aislada, sobre todo sabiendo que las investigaciones dirigidas por Michel Morvan[2]​ llevaron a este lingüista a afirmar que no lo es completamente.

La reconstrucción del protoeuskera se debe al trabajo de los lingüistas y filólogos Henri Gavel, Koldo Mitxelena (Fonética histórica vasca, etc.), Alfonso Irigoyen, etc., y más recientemente Joseba Lakarra, Joaquín Gorrochategui, Ricardo Gómez, Michel Morvan, Larry Trask, Arnaud Etchamendy (alias Eñaut Etxamendi),[3]​ Juliette Blevins,[4]​ Mitxelena y Lakarra se ocupan de reconstruir diferentes estados de lengua del protovasco: el estudio de Mitxelena concierne a la lengua anterior a la llegada de los romanos, y el de Lakarra, a la lengua anterior a la llegada de los celtas. En cuanto a Eñaut Etxamendi, después de extraer la raíz primitiva de las palabras en euskera, y compararla con las correspondientes indoeuropeas aplicando la teoría de la raíz trilítera de E. Benvéniste, concluye que el euskera y la lenguas indoeuropeas forman parte de la misma familia. Juliette Blevins llega a la misma conclusión, basándose en el protocolo utilizado por Koldo Mitxelena y Joseba Lakarra.

No se ha podido probar el parentesco entre el euskera y otras lenguas de África, Europa o Asia, no han faltado propuestas de posibles parentescos con numerosas lenguas de esos tres continentes. Ninguna ha resultado ser concluyente, es decir, no se han encontrado largas listas de vocabulario relacionadas fonética y semánticamente (que es la mejor evidencia de parentesco entre lenguas diferentes), y más importante aún las breves listas de palabras semejantes o cognados putativos nunca exhiben correspondencias fonéticas regulares, lo cual no permite probar el parentesco de manera clara. Por esas razones todas las propuestas de parentesco hasta la fecha han sido descartadas por la mayoría de los especialistas en lingüística histórica, aunque algunos autores y escuelas minoritarias siguen creyendo razonables algunas de las propuestas. L. Trask examina con cierto detalle algunas de las propuestas de parentesco que han gozado de cierta popularidad:

Martinet fue el primero que se aproximó con éxito al sistema fonológico del protovasco. Dentro de palabras   de palabra en los préstamos del latín, el rasgo [+/−sonoro] de las explosivas se mantenía, pero en comienzo de palabra no sucedía así y todos resultaban siempre [+sonoro] (por ejemplo, pacem > bake). Se dijo que en euskera esa diferencia sólo se producía dentro de palabra, pero esta teoría no parecería normal si se la comparase con lo que ocurre en las otras lenguas del mundo. Martinet trajo al debate el sistema de las explosivas del danés, en que el rasgo no es [+/−sonoro], sino [fortis / lenis], o sea, un fonema tiene una realización más fuerte y otra más débil. Cada uno tiene una pronunciación distinta dependiendo de su posición fuerte (en comienzo de palabra) o débil (entre vocales). Las sonoras latinas adoptaron un fonema u otro, según su posición.

Koldo Mitxelena no sólo aceptó esta hipótesis sino que la amplió a todo el sistema. Así, junto a los pares de silbantes africadas (fortes) y fricativas (lenes), y además del formado por las vibrantes, propuso las formas fortes (/N/ y /L/) de /n/ y /l/. El fonema /N/ explica por qué la nasal geminada (escrita <nn>) del latín se mantiene como /n/ en el euskera actual y la nasal simple del latín ha desaparecido (anatem > vasco ahate). Del mismo modo, las /L/ hoy se conservan como /l/ (*aLaba > vasco alaba 'hija') y las que eran /l/ hoy son /r/ simples (*eNala > vasco enara 'golondrina'). Parece que dichos procesos de lenición se produjeron durante la Edad Media. Además de esto, Mitxelena excluyó la /m/ del sistema, porque era un sonido secundario (casi siempre está en lugar de una /b/ influida por la proximidad de una /n/, v.g. *bini > mihi, *senbe > seme), excluyó asimismo el fonema /p/ porque aparecía en distribución complementaria, y los fonemas palatales los consideró como expresivos.

Según eso, Mitxelena propuso este sistema, aceptado por Lakarra:

Si bien el número de fonemas y su relación estructural con los demás es claro, existen algunas cuestiones fonéticas que deben notarse:

Junto con esos fonemas segmentales parecen haber existido algunos procesos fonológicos suprasegmentales como la inserción de aspiración *[h] dada por reglas fonológicas automáticas más o menos entendidas. También está el desarrollo de variantes palatales de las consonantes coronales con fines expresivos, para expresar aspectos afectivos o formar diminutivos, así:

Los cambios anteriores también se producen cuando cualquiera de esos fonemas sigue al fonema /i/.

Recordemos que según los defensores del euskera lengua aislada, los fonemas / p / y / m / no existen ni en protovasco ni en pre-protovasco.

Sin embargo, según E. Etxamendi, en euskera, las raíces de muchas palabras corresponden a raíces indoeuropeas muy arcaicas y contienen esas letras. Cita en su tesis ejemplos que lo demuestran; he aquí dos de ellos, uno con /p/[9]​ y otro con /m/.[10]​ Por su parte, la lingüista  americana Juliette Blevins (que va en el mismo sentido) da también ejemplos para /p/[9]​ y para /m/[10] en su obra ya citada .

En cuanto a las vocales el sistema vocálico parece haber sido muy estable en prácticamente todas las variedades durante siglos el inventario básico era de cinco unidades /*i, *e, *a, *o, *u/, y los diptongos posibles parecen haber sido /*ai, *ei, *oi; *au, *eu/. Históricamente se observan algunos cambios metafónicos /*a/ > /e/, /*e/ > /i/ (cambio metafónico condicionado), /*u/ > /i/ (cambio esporádico: latín MUCCU(M) > muku 'moco' > muki o lat. CORPUS > gorputz > gorpitz en roncalé y en zuberotar).

En el análisis anterior, la comparación entre el supuesto "original" latín/ celta y la forma que le dio el supuesto "préstamo" vasco, proporcionaría información sobre la fonología del "protovasco".

Los préstamos de formas, de un idioma a otro, son un fenómeno universal (Sprachbund). En este primer enfoque, la realidad del préstamo está basada en el postulado de que el euskera no está relacionado con ningún otro idioma indoeuropeo. Por consiguiente, las palabras de este idioma, (excepto coincidencias en términos universales) con forma y significado cercano del celta o del latín, son consideradas necesariamente como préstamos.

A continuación, algunos ejemples de supuestos préstamos que tienen una explicación más allá de la lengua a la que se atribuye el origen: la palabra bake “paz” antes citada por A. Martinet como un préstamo al latin podría ser anterior a pacem. En sánscrito existen las formas bhakṣa, que corresponde al euskera bazka “alimento” y bhága “parte, porcion” pero también… “paz, beatitud”, sentimientos derivados de las nociones de alimento y reparto, como en tokario-A pãk y en tokario-B pāke “parte, porción” (se está en paz, cuando uno está… bien alimentado).

Ocurre lo mismo con MUKU[11]​ = “moco” supuesto préstamo al latín muccu(m). Ni Meillet ni Chantraine identifican claramente su origen, como tampoco el de otras palabras que comienzan por el mismo morfema /mu-/. Para Chantraine es un «étimo expresivo»; para Meillet «una onomatopeya» (Meillet) y evocan una hipotética raíz /*(s)meu-/.

Además, un análisis riguroso de palabras tan banales como ἀρχος[12]​ [arkhos], en griego “archi-, arcaico”; uestigium,[13]​ en latín “vestigio” o en griego κάλαμος[14]​ [kálamos] “caña” y καλάμη [kalámē] “rastrojo, paja”, cuya etimología no lograron identificar ni Antoine Meillet ni Pierre Chantraine, podrían explicarse gracias al euskera.

Ocurre lo mismo con una familia tan importante como la del latín lux[15]​ “luz” o los derivados de electr-.-.

No hay duda alguna que hubo préstamos interlingüísticos. En cambio, no es fácil decir quién prestó a quién. Tenemos ejemplos actuales: la palabra anglosajona fashion, muy en voga en las fashion-weeks, procede en realidad del francés façon “forma”, como la inevitable palabra anglosajona manager que viene del italiano maneggiare “manejar”, o el inglés tennis que procede del francés tenez,” tenga”, que decía el que lanzaba la pelota a su contrincante de juego etc., etc.

Otro ejemplo, la palabra vasca GORPUTZ “cuerpo”. Se dice que es un préstamo que esta lengua tomó del latín corpus[16], sin que los latinistas sepan explicar su etimología. Pues bien, podría explicarse a partir del análisis de la palabra vasca, compuesta de dos elementos: /*GOR-/ idea de “carne” y PUTZ “soplo” o sea, “carne (dotada de) soplo (de vida)”.

Es tan frecuente este tipo de coincidencias que parece oportuno reconsiderar no sólo la teoría del “euskera lengua aislada” sino también la explicación etimológica de muchos de los llamados “prestamos”.


Joseba Lakarra propone para el pre-protoeuskera el modelo silábico CVC, tal y como lo definió Émile Benvéniste en su tesis publicada en 1935, y también como se puede deducir de las palabras de antigua herencia vasca, retirando el modelo CVCV propuesto con anterioridad. Mitxelena, por el contrario, había propuesto (C)V(W)(R)(S)(T), pero según Lakarra el modelo es demasiado extenso, y además estas posiciones no aparecen en ninguna palabra. En el euskera de hoy quedan palabras del modelo CVC; por ejemplo, lur 'tierra', zur 'madera' o gar 'llama'. En cualquier caso, estas raíces silábicas tenían limitaciones que aparecen en la parte de la fonología.

Eñaut Etxamendi aplica el método silábico de Emile Benvéniste CVC (tema I pleno) que evoluciona progresivamente hacia CC (tema II reducido). El euskera y el micénico constan mayoritariamente de temas tipo I, o pleno, mientras que en griego clásico y en latín dominan los temas tipo II, o reducidos. Esto permite concluir diciendo que el euskera y el micénico son más antiguos.

El secreto de la pertinencia de este análisis reside en discernir acertadamente cuál es la raíz o tema de la palabra estudiada.

Eñaut Etxamendi se ha dado cuenta, como lo hemos señalado precedentemente, que muchos vascólogos confunden prefijos y raiz y no pueden, por consiguiente, hacer un análisis fehaciente de la etimología de la palabra estudiada.

Si se descartan los prefijos (en NEGRITA ), se puede constatar que muchas palabras vascas están dotadas de una raíz muy similar a la de muchas palabras indoeuropeas de la misma familia (SUBRAYADAS) a menudo  con el mismo significado.[18]

Repetimos, la dificultad etimológica reside a veces en saber detectar la auténtica raíz de la palabra, como lo ilustran los ejemplos siguientes:

Imposible explicar la etimologiá de la palabra griega καλάμη [kalámē] analizada por Chantraine, 484  que dice: «el vocalismo de las palabras griegas en καλα- permanece aislado.»[19]

Ocurre lo mismo con la familia lux “luz”.[15]

O como ocurre con la palabra Txakur que viene de Etxeko HOR. Dicen algunos lingüistas que el componenete HOR es básico. Pues bien, para E. Etxamendi, HOR sería la contracción de dos raíces: eusk. /*(b)EK(I)/, /*(h)EK(I)/ o “i.-e.”   /*OKw/ “ojo”+ eusk. /*HAR/ “coger” > OHAR “tener a ojo” “vigilar, cuidar” > HOR, “guardián”. Etxeko Hor = guardian de la casa >>> txakur


En una época más tardía, las citadas raíces CVC desarrollaron la capacidad de recibir prefijos (no como en el euskera actual) y de esta época tenemos las palabras con CV-CVC (lagun, mehar <*benar).

Joseba Lakarra ha descrito en numerosos trabajos un patrón protovasco antiguo de composición de voces monosílabas redobladas hacia la izquierda, observable en palabras modernas como gogor (de *gor) 'duro -a'; zezen (de *zen) 'toro'; zozo (de *zo[20]​) 'mirlo'; adar (de *dar*da-dar) 'cuerno'; adats (de *dats*da-dats) 'cabellera'; idi (de *di*di-di) 'buey'; azal (de *zal*za-zal) 'corteza'; eder (de *der*de-der) 'bello -a'; odol (de *dol*do-dol) 'sangre'; ahantzi (de *nan*na-nan*anan-tz) 'olvidar'; har (de *nar*na-nar*anaR) 'gusano'; ihintz (de *nin*ni-nin*inin-tz) 'rocío'; ohol (de *nol*no-nol*onoL) 'tabla'; hur (de *nur*nu-nur*unuR) 'avellana'...

A este respecto, figura más adelante, en léxico reconstruido, el análisis no siempre concordante de Eñaut Etxamendi.

Koldo Mitxelena realizó un trabajo de reconstrucción de esta protolengua en su obra magistral Fonética histórica vasca (1961): entre otros fenómenos, cabe citar el paso de /N/~/n/ y de /L/~/l/ intervocálicas antiguas a /n/~/h/ y a /l/~/r/ modernas en 'golondrina', vasc. común enara (*eNala), vizcaíno elai (*eLana); ahari 'carnero' (*(h)anari[21]​); ahuntz 'cabra' (*(h)anuntz[22]​); ardo 'vino' (*ardano); arpin 'llantén' (*ardi-bini, lit. 'lengua de oveja'); artzain 'pastor de ovejas' (*ardi-zani); arrain 'pescado' (*arrani); mehe 'delgado' (*bene); mihi 'lengua'; (*bini); hezur 'hueso' (*enazur, *anezur?); ikatz 'carbón' (*enikatz o *inikatz); gazta queso (*gaztana); ihi 'junco' (*ini); ohoin 'ladrón' (*onoin[23]​); orga 'carro' (*organa); sehi 'familiar' (*seni); suhi 'yerno' (*suni); zain 'guarda' (*zani); zi(i) 'bellota' (*zini).

A partir de las características de los verbos sintéticos y de la posición del participio y de la frase relativa, Ricardo Gómez ha propuesto el orden VSO (verbo-sujeto-objeto) para el protovasco antiguo, en contraste con el orden SOV (sujeto-objeto-verbo) moderno.

Mitxelena detalló el patrón de formación del verbo; por ejemplo: jakin 'saber' (de *e-aki-n), que E. Etxamendi analiza y explica: /*I(A)-/*J(A)-/ indica la anteriodad (cf. IAZ, JAZ “el año pasado”, JADA, JADANIK “ya” “desde”) + /*(E)K(I)/ “ojo” = “ver” + auxiliar /*(EG)IN/ “formar, concretar”:Jakin = lo sé porque lo he visto; ibili 'andar' (de *e-biL-i); egon 'estar' (de *e-go-n); izan 'ser' (de *e-iza-n), que E. Etxamendi analiza: /*IZ-/ “soplo, viento” + /*-AN/ sufijo de inesivo; joan 'ir' y eraman 'llevar' (de *e-oa-n y de *e-ra-oa-n, respectivamente); *e-du-n 'haber' como participio de la flexión verbal dut/det/dot<*daut, 'he'.

Alfonso Irigoyen remontó la flexión moderna di(n)ot 'digo', di(n)ost, dinaust 'me lo dice', al participio *enau(t)si que habría sido la base de euskara, euskera 'lengua vasca'.

La ausencia de escritos dificulta mucho conocer la morfosintaxis del protovasco. No obstante, las características de los verbos sintéticos dieron pie a Ricardo Gómez a proponer que, en lugar del actual orden SOV, el pre-protoeuskera habría tenido el orden VSO. Otro indicio sería tener cerrada la categoría adjetivo, utilizando en el lugar que hoy aparece el adjetivo participios, préstamos u oraciones de relativo, todos ellos a la derecha.

Sin embargo, Eñaut Etxamendi constata que el análisis de dos ejemplos de verbos sintéticos pone en evidencia el orden OVS:

DEREONA “lo que él trae” se analiza de la forma siguiente: /D/ (Objeto: “lo”) + R (facilitador fonético) +/OAN-/ (Verbo: “traer” + /AN/ “que” + /A/;

DAKIT “yo sé”, se analiza así: /D/(Objeto: “lo”)+ /(I)A/ “ya”+ /(E)K(I)/ “ojo”=”ver”(Verbo)+ /T/ “yo” (Sujeto), es decir, literalmente “lo ya vi yo”, en vez de “yo ya lo vi“, y si lo vi, LO SÉ, perfecto con sentido de presente.

Em ambos ejemplos se observa el orden OVS.

Ejemplos de hipotéticos términos monosilábicos, reduplicados hacia la izquierda en el pre-protovasco, según Joseba A. Lakarra. Algunos,atestados, son reales, ej. Gogor (raíz *gor). Otros, no, como lo demuestra E. Etxamendi, basándose en la comparación con otras raíces indoeuropeas.


·        Ejemplos de Luis Michelena de términos protovascos :

A esta propuesta de Luis Michelena, Eñaut Etxamendi aporta las aclaraciones siguientes:


Sobre la antigua numeración vasca, se han realizado diferentes estudios y aportaciones, primero las de Mitxelena y las recopiladas por Agud y Tovar, y posteriormente las de Trask, Lakarra y Gomez-Acedo.



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