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Psicopatía



La psicopatía o personalidad psicopática es un trastorno antisocial de la personalidad.

A diferencia de la mayoría de trastornos psicológicos, no existe un comportamiento único definido en una persona a partir del cual se pueda distinguir de forma inequívoca a un psicópata. Pese a que en sentido legal puede ser útil o necesaria la existencia de una referencia exacta con la que decir si una persona es psicópata o no, no hay evidencia científica para decir quién es psicópata y quién no. En otras palabras, un psicópata está mejor definido como una persona que es «más o menos psicopática».[1]​ Contrario a la cultura popular e incluso contrario a una parte importante de profesionales del sector (ver Exageración y mitificación popular), un estudio científico reveló en el año 2004[2]​ y luego respaldado por los resultados de otro estudio en el año 2006,[3]​ que es poco acertado pensar en las personas como "psicópata o no psicópata", así como pensar que dos psicópatas tienen el mismo tipo de psicopatía o características psicopáticas, el mismo comportamiento, etc. En este artículo se utiliza el término psicópata entendiendo el término según esta definición.

Hay varios comportamientos y características que son «relativamente comunes» entre los psicópatas. Las personas con trastorno psicopático, o psicópatas, suelen estar caracterizadas por tener un «marcado comportamiento antisocial, una empatía y unos remordimientos reducidos, y un carácter más bien desinhibido».[1]​ Este carácter psicopático puede hallarse en diferentes dimensiones de la personalidad, y en diferentes combinaciones en el conjunto de la población. La definición exacta de la psicopatía ha ido variando sustancialmente a lo largo de los años y sigue siendo una materia bajo investigación. Algunas definiciones que continúan siendo usadas en la actualidad son parcialmente complementarias y a veces hasta contradictorias.

Los psicópatas tienden a crear códigos propios de comportamiento, por lo cual solamente sienten culpa al infringir sus propios reglamentos y no los códigos sociales comunes. Sin embargo, estas personas sí tienen conocimiento de los usos sociales, por lo que su comportamiento es adaptativo y pasa inadvertido para la mayoría de las personas.[4][5]​ Afín a todo lo antedicho es la personalidad sádico narcisista o de narcisismo maligno.[6]

Debido a que se trata actualmente de una materia bajo investigación y que no se ha empezado a conocer mejor hasta que no se han realizado estudios serios (aproximadamente a partir del año 2000 en adelante), es un tipo de personalidad habitualmente mitificada y mal entendida en la sociedad. De este modo, a través de películas y de la prensa popular (en algunos casos incluso prensa especializada en psicología), se ha transmitido una imagen exagerada o directamente errónea.[1]

Un mito muy extendido es que los psicópatas no pueden o no sienten emociones. Tal como se ha explicado en la definición científica de la psicopatía, no se puede considerar a todos los psicópatas por igual. Hay psicópatas que pueden sentir perfectamente el espectro normal de emociones humanas y hay otros que no. Gracias a la nueva tecnología IRMf, se han realizado recientemente estudios que revelan que los psicópatas que tienen déficits emocionales, los tienen en todas las emociones.[7][8]

Las personas generalmente asocian el término psicópata con la violencia y viceversa. Sin embargo, la psicopatía existe tanto en el mundo criminal como en el mundo civilizado, y muchos psicópatas no tienen ningún historial de violencia.[9]​ Esto no significa que no haya psicópatas con tendencia a la violencia, pero lo contrario (que todos los psicópatas sean violentos) es igualmente falso.

Para Hellman y Blackman (1966), uno de los signos característicos a edades tempranas de rasgos psicopáticos y/o antisociales, se podrían reducir a una tríada caracterizada por enuresis, maltrato animal, y piromanía.[10]​ Sin embargo, en los manuales del DSM-IV, se ha puesto énfasis en que los rasgos antisociales pueden desvanecerse con la edad, en especial en aquellos sujetos con psicopatía.[10]​ Con el tiempo han aparecido sistemas de clasificación más complejos basados en descripciones, estudios y tests de Robert Hare y de Hervey Cleckley. Independientemente de las características que cada uno de los dos anteriores menciona en sus estudios, hay un consenso general acerca de ciertas características evidentes y comunes en los psicópatas, como por ejemplo: Su falta total (o muy elevada) de empatía, culpa, o remordimiento. Su tendencia a "cosificar" a las personas u otros seres vivos que le rodean, y su continua violación de los derechos y normas sociales, ya sea respecto de un individuo o de la sociedad. Algunas de las características que suelen poseer las personalidades psicópatas son el victimismo y la manipulación.

El trastorno psicopático produce una conducta anormalmente agresiva y gravemente irresponsable, que según el doctor Hervey Cleckley determinan una serie de características clínicas, descritas en su libro The Mask of Sanity: An Attempt to Clarify Some Issues About the So-Called Psychopathic Personality, donde se incluye que estas personalidades tienen:

Para el doctor Robert Hare, investigador sobre psicología criminal, los criterios que definen a la personalidad psicopática pueden evaluarse mediante una lista de veinte características denominadas Psychopathy Checklist (PCL). Estas descripciones tuvieron como base el trabajo de Cleckley para definir la psicopatía a través de una serie de síntomas interpersonales, afectivos, y conductuales. Los síntomas que exhiben los psicópatas son, según Hare:

Robert Hare estima que el 1 % de la población es psicópata.[11]​ Otras estimaciones incluso llegarían al 6 %.[cita requerida]

Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), su prevalencia está entre el 0.2 % y el 3.3 %.


No existe evidencia real sobre las posibles causas del trastorno de personalidad antisocial; sin embargo, se cree que factores genéticos y ambientales, como el maltrato infantil o el abuso infantil, contribuyen a su desarrollo. Las personas de padres antisociales o alcohólicos corren mayor riesgo. Las prisiones contribuyen en mucho a desarrollar esta afección en las personas.

Las personas que tienen por costumbre maltratar a los animales durante la infancia suelen estar ligadas al desarrollo de la personalidad antisocial.

A pesar de que los psicópatas no conciben al resto como personas, sí establecen relaciones y vínculos, que suelen ser de tres tipos:

La seducción es la base que permite el acto psicopático y se produce mediante una transferencia bidireccional donde la propuesta del psicópata encuentra eco en las apetencias del otro, dado que una característica fundamental de la personalidad psicopática es la habilidad para captar las necesidades del otro. Este mecanismo se articula cuando el psicópata convence al otro de que él le es infinitamente necesario para suplir necesidades irracionales que este no puede detallar.[cita requerida]

En la seducción el psicópata necesita que el otro esté de acuerdo, para lo cual usa la persuasión y el encanto, por lo que es bidireccional; hay un consentimiento por parte de la otra persona, a diferencia de lo que ocurre en las relaciones tangenciales donde el psicópata actúa unidireccionalmente mediante la violencia, que constituye una agresión desde una posición de poder. Aquella bidireccionalidad podría ser debida a que la mayoría de psicópatas son conscientes de las consecuencias judiciales de sus actos.[cita requerida]

El tema de la psicopatía estuvo presente en la historia desde la antigüedad, aunque la conceptualización es más reciente, pero ya en Babilonia aparece la preocupación por las personalidades anormales, que se separan conductualmente del resto pero que no cabían en las categorías de cuerdo o loco.

Pinel (1745-1826) precisó en 1801 que se trataría de una forma de manía, sin déficit en las facultades cognitivas, pero con un grave daño en la capacidad afectiva, lo que constituye una de las características descriptivas del psicópata.

En 1835, James Cowles Prichard definió la "locura moral", una forma de perturbación mental en que no parece haber una lesión en el funcionamiento intelectual, y cuya patología se manifiesta en el ámbito de los sentimientos, el temperamento, o los hábitos.

Este psiquiatra inglés explica que en casos de esta naturaleza, los principios morales o activos de la mente están extrañamente pervertidos o dañados, no hay un poder de autogobierno, y el individuo es incapaz de conducirse con decencia y propiedad en los diferentes aspectos de la vida.

El psiquiatra polaco Andrzej M. Łobaczewski ha estudiado cómo los psicópatas influyen en el avance de la injusticia social, y sobre cómo se abren paso hacia el poder, cuya culminación política es lo que ha venido a denominar patocracia. Lobaczewski es el inventor de la ponerología, el estudio interdisciplinario de las causas de períodos de injusticia social, donde el psicópata es un factor clave.

Según los principales exponentes de la teoría psicoanalítica, la persona psicópata lo es porque carece de superyó o, en todo caso, si poseyera un superyó, el superyó que habría internalizado en su más temprana infancia, es también psicopático o directamente sociópata. El psicoanálisis de cuño lacaniano parece llegar a sugerir que (si no siempre muchas veces), una personalidad psicópata es un tipo de trastorno límite de la personalidad en la cual el sujeto psicópata puede estar fuera del clivaje de La Ley, aunque sus conductas actuadoras y manipuladoras pudieran ser parte de un sinthome.

Actualmente se ha desarrollado un escáner que lee la zona del cerebro que contiene nuestras intenciones, antes de realizarlas, y se baraja la posibilidad de usarla en un futuro para descubrir nuevos casos de psicopatías. Este escáner o tomografía por emisión de positrones (PET en sus siglas en inglés), permite leer la actividad del cerebro ante determinados estímulos.

Los niños con rasgos psicópatas mostraron respuestas anormales dentro de la corteza prefrontal ventromedial (área de Brodmann) durante errores de retracción castigados, en comparación con niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad y con los niños que no padecen ninguna de las anteriores (niños sin discapacidad). De acuerdo a nuestro conocimiento, este estudio proporciona la primera evidencia de la sensibilidad de la corteza prefrontal ventromedial anormal en niños con rasgos psicópatas, y demuestra que esta disfunción no es atribuible al trastorno de déficit de atención comorbido/hiperactividad. Estos resultados sugieren que los daños en el aprendizaje de retractación en pacientes con rasgos psicopáticos de desarrollo están relacionados con el procesamiento anormal de la información de refuerzo[14]

Los psicópatas muestran menos actividad en áreas del cerebro relacionadas con la evaluación de las emociones vinculadas a las expresiones faciales, según señala el estudio publicado en el British Journal of Psychiatry. En particular, son menos receptivos a los rostros que expresaban temor, que las personas que no sufren trastornos ni comportamientos anormales. Según los expertos, esto puede explicar –al menos parcialmente– la conducta psicópata.[15]

Murphy, Michael Craig, y Marco Catani, del Instituto de Psiquiatría del King's College de Londres, encontraron en agosto de 2009 que los psicópatas tienen conexiones defectuosas entre la parte del cerebro que lidia con las emociones, y la que maneja los impulsos y la toma de decisiones.[16]

Según el experto Hugo Marietán,[17]​ un psicópata no debe considerarse un enfermo, sino un ser anormal con una estructura mental diferente a la norma del resto de la sociedad, e incapaz de adaptar su conducta.

Son difíciles de tratar debido a su personalidad y a la gran capacidad de manipulación que poseen, además de que su motivación es escasa. Las diferentes investigaciones han demostrado que el tratamiento es más eficaz cuando se trata de jóvenes que aún no han desarrollado de forma sólida la personalidad psicopática, especialmente si son psicópatas secundarios en vez de primarios.

Actualmente, existen programas de tratamiento de delincuentes juveniles con una puntuación alta en psicopatía que presentan resultados favorables. El tratamiento farmacológico se centra en un síntoma concreto (litio si el sujeto es muy agresivo) y el único fin es que los sujetos sean más dóciles en la terapia, es decir, es algo temporal.

La terapia conductual demuestra que responden mejor al refuerzo positivo (especialmente si es monetario), que al negativo.

La terapia familiar e interpersonal se centra en las relaciones con los demás. Los estilos educativos con un uso excesivo del castigo pueden provocar síntomas predecesores de la psicopatía. López Romero, autor de esta teoría añade que la investigación se vea influenciada por la herencia de los padres y que el uso excesivo del castigo se puede deber a una necesidad de los padres de imponer su autoridad debido al comportamiento del hijo.

Tras analizar las diferentes investigaciones, se puede argumentar que se produce una mejora tras la intervención cuando:

1. Los sujetos son menores de 30.

2. La eficacia disminuye conforme aumenta la edad del sujeto.

3. El tratamiento se prolonga en el tiempo.

4. Los sujetos son delincuentes.

5. La puntuación en psicopatía es baja.

6. La aplicación se realizaba en contextos penitenciarios y residenciales.

Aun así, los estudios son escasos, por lo que las conclusiones no son claras.

Garrido Genovés, V. (2002). El tratamiento del psicópata. Psicothema, 14(Suplemento), 181-189. Recuperado a partir de https://reunido.uniovi.es/index.php/PST/article/view/7976

Halty, Lucía, & Prieto-Ursúa, María (2015). PSICOPATÍA INFANTO-JUVENIL: EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO. Papeles del Psicólogo, 36(2),117-124.[fecha de Consulta 27 de febrero de 2021]. ISSN: 0214-7823. Disponible en:https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=778/77839628005

Redondo, S., & Genovés, V. G. (2013). Principios de criminología. Tirant lo Blanch.



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