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Ramón J. Sender



¿Qué día cumple años Ramón J. Sender?

Ramón J. Sender cumple los años el 3 de febrero.


¿Qué día nació Ramón J. Sender?

Ramón J. Sender nació el día 3 de febrero de 1901.


¿Cuántos años tiene Ramón J. Sender?

La edad actual es 123 años. Ramón J. Sender cumplió 123 años el 3 de febrero de este año.


¿De qué signo es Ramón J. Sender?

Ramón J. Sender es del signo de Acuario.


¿Dónde nació Ramón J. Sender?

Ramón J. Sender nació en Chalamera.


Ramón José Sender Garcés (Chalamera, Huesca, 3 de febrero de 1901-San Diego, Estados Unidos, 16 de enero de 1982), conocido como Ramón J. Sender, fue un escritor español.

Hijo de terratenientes acomodados (su madre era maestra y su padre secretario de ayuntamiento), pasó su infancia en los pueblos aragoneses de Chalamera, Alcolea de Cinca y Tauste, donde su padre trabajaba. Ramón nunca consiguió sintonizar con la actitud autoritaria de su padre, como cuenta en sus memorias noveladas Crónica del alba. A los diez años (1911) comenzó el bachillerato como alumno libre; el capellán del convento de Santa Clara de Tauste, mosén Joaquín, dirigió sus estudios, de los cuales se examinó en un Instituto de Zaragoza. Más tarde, su padre lo envió al internado de alumnos de los frailes de San Pedro Apóstol de Reus. La familia se trasladó a Zaragoza y allí cursó quinto y sexto de bachiller, pero al estallar los desórdenes estudiantiles se le echaron injustamente las culpas y le suspendieron todas las asignaturas, de forma que tuvo que acabar los estudios en Alcañiz (Teruel); allí se mantuvo trabajando como mancebo de botica, porque se había enemistado con su padre.

Acabado el bachillerato, en 1918 (con diecisiete años) se trasladó a Madrid, solo y sin dinero, de forma que tuvo que dormir al raso en un banco del Retiro durante tres meses, lavándose en las fuentes y duchándose en las duchas del Ateneo, adonde iba diariamente a leer y escribir. Se inició en la literatura a esa edad, elaborando artículos y cuentos que publicaba bajo seudónimo en El Imparcial, El País, España Nueva y La Tribuna, en el que apareció su primer trabajo, el cuento Las brujas del compromiso. Para completar tan menudos ingresos, empezó a trabajar de nuevo como mancebo de botica. Por entonces se matriculó en Filosofía y Letras en Madrid, pero no pudo sostener esa rutina y disciplina y abandonó los estudios para formarse por su cuenta leyendo vorazmente en las bibliotecas y comprando libros cuando podía; compartió esa vocación de escritor con su vocación política y las actividades revolucionarias con grupos de obreros anarquistas.

Pero su padre José Sender fue a Madrid y sacó de esa vida a su precoz hijo obligándole legalmente a volver a casa, ya que era menor de edad. En Huesca se consagró entonces a la dirección de un diario, La Tierra, que formaba parte de la Asociación de Labradores y Ganaderos del Alto Aragón; no tenía edad para dirigirlo, así que la dirección nominal la desempeñaba un abogado amigo suyo.

Al cumplir los veintiún años (1922) tuvo que ingresar en el ejército, donde pasó de soldado a cabo, de cabo a sargento, de sargento a suboficial y de suboficial a alférez de complemento en la guerra de Marruecos entre 1922 y 1924. Al regresar de Marruecos libre ya del servicio militar, ingresó en la redacción del prestigioso diario El Sol como redactor y corrector desde 1924 a 1930. Colaboró además en La Libertad y en el periódico libertario Solidaridad Obrera (de la Confederación Nacional del Trabajo) mientras militaba en el anarquismo, de forma que fue a parar a la Cárcel Modelo de Madrid en 1927 a los veintiséis años por sus actividades contra la Dictadura de Primo de Rivera. En estas fechas era ya un periodista muy cotizado y sus novelas, especialmente Imán (1930), basada en la guerra de Marruecos, y traducida a varias lenguas, y sobre todo con la obtención del Premio Nacional de Literatura con la publicación en 1935 de Míster Witt en el cantón, que supuso su consagración literaria.

La Guerra Civil lo sorprendió veraneando con su mujer, Amparo Barayón, y sus dos hijos, Ramón de dos años y Andrea de seis meses, en San Rafael, pueblo segoviano en la sierra de Guadarrama. Al ocupar los insurgentes esta zona, decidieron separarse: su mujer e hijos fueron a Zamora con la familia de ella y él atravesó arriesgadamente el frente y se incorporó como soldado a una columna republicana que llegaba de Madrid a la sierra de Guadarrama. En el mes de octubre fusilaron a su mujer en Zamora, siendo él suboficial de infantería según consta en la Gaceta de Madrid, aunque Sender no tuvo noticia de ello hasta dos meses después, en diciembre de 1936.

Al quedar sus hijos desamparados en zona franquista, ya en 1937, pasó a Francia y los recuperó en Bayona por medio de la Cruz Roja Internacional. Allí los dejó al amparo de dos muchachas aragonesas y marchó a Barcelona, pidiendo que le enviaran al frente de Aragón, en el río Segre, con las tropas anarquistas de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), pero los comunistas se hallaban peleados con los sindicalistas y desconfiaban de Sender, de forma que no se lo permitieron.

Según Líster el origen de esta desconfianza habría tenido lugar el 29 de octubre de 1936.[1]​ Enrique Líster recuerda que Sender era su Jefe de Estado Mayor de la 1.ª Brigada Mixta en el frente de Villaverde. En el momento de mayor intensidad del ataque enemigo Líster estuvo a punto de quedar cercado y Ramón J. Sender, dando el combate por perdido, habría abandonado su puesto e ido a su piso en el centro de Madrid a descansar tranquilamente. Al día siguiente se habría presentado en el cuartel del Quinto Regimiento en la calle Francos Rodríguez con una segunda estrella de coronel que le habría otorgado Líster antes de morir. Pero Líster no había muerto y habría dejado en evidencia esta treta con la que Sender buscaría lograr un ascenso inmerecido. La generosidad de Líster le habría evitado un Consejo de Guerra y la cobardía se habría saldado con un descenso en el escalafón militar.

Sin embargo, para la hispanista Donatella Pini Moro la narración anterior es un montaje.[2]​ Su prueba principal es que dos meses después del supuesto incidente, el 31 de diciembre de 1936, el Boletín de la Primera Brigada Mixta glosó elogiosamente a Sender en su primera página. El motivo para dicho montaje, posterior al 31 de diciembre de 1936, habría sido la negativa de Sender a seguir fielmente las directrices propagandísticas comunistas.[3]

En cualquier caso, cuando Sender tuvo conocimiento de la muerte de Amparo se apartó del ejército, marchó a Barcelona y desde allí consiguió viajar a Francia y estar dos meses con sus hijos. El gobierno republicano lo envió a Estados Unidos a dar una serie de conferencias en universidades y otros centros para presentar la causa de la República. Luego se le encargó la fundación en París de una revista de propaganda de guerra titulada La Voz de Madrid y ya no regresó. Estuvo viviendo en Orsay, cerca de París, de los derechos de autor que tenía depositados en el extranjero y aunque ofreció varias veces sus servicios a los comunistas, estos ya no contaron con él;[cita requerida] solo cuando Barcelona cayó en poder de Franco decidió exiliarse en México.[4]

Tras pasar por un campo de concentración, llegó en 1939 a Nueva York y confió sus hijos al matrimonio West; él marchó solo a México, donde fundó y dirigió Ediciones Quetzal. En esta editorial publicó varias novelas suyas. En 1942 volvió a Estados Unidos con una beca Guggenheim. Primero estuvo en Santa Fe (Nuevo México), y colaboró en un proyecto de investigación hispano-interamericana de la Universidad de Nuevo México en Las Vegas. El 12 de agosto de 1943 contrajo segundas nupcias con Florence Hall, una empleada del despacho de Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado de los EE. UU. en Washington y tuvo otros dos hijos, pero las constantes infidelidades por su parte motivarán la disolución de su familia. Ese mismo año lo nombraron miembro correspondiente de la Hispanic Society of America. Durante el curso académico 1943-44 dio clases en las Universidades de Denver, Colorado y Harvard y en el de 1944-45 enseñó literatura española en el Amherst College de Massachusetts. Los dos años siguientes los pasó en Nueva York con sus hijos. En 1946 se naturalizó estadounidense y en septiembre de 1947 tomó posesión de la cátedra de Literatura Española de la Universidad de Nuevo Méjico en Albuquerque, que desempeñó dieciséis años seguidos y donde tuvo como alumna a la escritora Lucia Berlin. También dio cursillos de verano en otras (Ohio en 1951, Puerto Rico en 1961 y 1962, Washington en 1967 y Míchigan en 1968). En septiembre de 1963 se divorció de Florence Hall y se fue de Albuquerque, pero volvió a la enseñanza en la Universidad de California del Sur en San Diego entre 1965 y 1971. Ya en 1968 hace su primera visita a España que luego repite; pero en 1981 aún sigue en San Diego.[5]

Durante su estancia en Estados Unidos padeció entre 1950 y 1954 la Caza de brujas con la que el senador ultraderechista Joseph McCarthy quiso «limpiar de rojos» el país. Ramón J. Sender se vio forzado a firmar un furibundo manifiesto anticomunista para no perder su empleo en la Universidad de San Diego.

Sobre esta última época de su vida es reveladora la activa correspondencia que intercambió con la escritora Carmen Laforet, a quien conoció cuando ella viajó a los Estados Unidos en 1965; ahí se testimonia la grandeza y generosidad de Sender, y su difícil o imposible acomodamiento a la realidad de la vejez.

En esta etapa su producción literaria aumentó considerablemente. Convertido en apolítico para no ser depurado por McCarthy (dirá a Laforet «solo guardo rencor a ese césar pequeñito»), regresó a España cuando le concedieron el Premio Planeta por En la vida de Ignacio Morell (1969) (Franco había decretado ese año una amnistía para todos los crímenes cometidos en la Guerra Civil). En mayo de 1974, una vez que se levantó la prohibición a sus obras, volvió de visita[6]​ y a partir de 1976 , declarando su intención de volver de nuevo para fijar ya su residencia en su país natal. En 1980 solicitó desde San Diego (California) recuperar la nacionalidad española y renunciar a su nacionalidad estadounidense. Murió dos años después en Estados Unidos, el 16 de enero de 1982.

Sus primeras novelas sostienen ideologías revolucionarias y constituyen reportajes del agitado medio social: Imán (1930), novela sobre la guerra de Marruecos, Orden público, novela de la cárcel (1932), Siete domingos rojos, basada en la historia del movimiento anarquista español (1932), Viaje a la aldea del crimen (1935) sobre la represión gubernamental contra los jornaleros libertarios de Casas Viejas y Míster Witt en el cantón (1935), sobre el movimiento cantonalista de Cartagena acaudillado por Roque Barcia, por la que recibió el Premio Nacional de Literatura. Cofundador el 11 de febrero de 1933 de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, creada en unos tiempos en que la derecha sostenía un tono condenatorio en relación a los relatos sobre las conquistas y los problemas del socialismo en la URSS.

En 1935 publicó durante los meses de agosto, septiembre y octubre una revista llamada Tensor de información literaria y de orientación comunista.[7]

Al tema de la guerra civil dedicó obras como: Contraataque (1938), El rey y la reina (1947), Los cinco libros de Ariadna (1957) y Réquiem por un campesino español[8]​ (primero impreso como Mosén Millán en 1953, y luego con el título definitivo en 1960), así como las últimas tres novelas de su enealogía Crónica del alba (1942-1966), que es también y en conjunto una novela autobiográfica y bildungsroman o novela de aprendizaje que describe la infancia, adolescencia y compromiso político de un muchacho que posee el nombre de José Garcés (el nombre completo de Ramón J. Sender era Ramón José Sender Garcés). Los nueve libros se agrupan en tres tomos de tres novelas cortas cada uno:

Comienza con la descripción de la infancia del protagonista, José Garcés, en un pueblo aragonés de la España de la preguerra, donde conoce al gran amor de su vida, Valentina, amor que estorban como pueden los padres de ella, de estrechos criterios burgueses, pero que el chaval encuentra la manera de proseguir por medio de palomas mensajeras y mensajes de banderas. El autor se acerca a veces al realismo mágico al describir una excursión al castillo de Sancho Abarca. En el segundo libro el chico se encuentra interno en un colegio de jesuitas, donde traba amistad con el «hermano lego», un hombre cordial que cultiva cierta vanidad en su pasatiempo preferido, la escultura. Ahora el punto de vista es el de un adolescente enamorado. Pepe se encuentra con la religión y descubre lo importante que es. Después regresa a casa de sus padres en Zaragoza; empieza a trabajar como mancebo de botica y, a pesar de seguir enamorado de Valentina, tiene una relación con una chica proletaria; descubre las injusticias sociales y el sindicalismo. Más tarde se verá envuelto en la Guerra Civil.[cita requerida]

La obra ha sido llevada al cine y a la televisión y, junto con La forja de un rebelde de Arturo Barea, es posiblemente el mejor libro de narrativa del exilio literario republicano. También posee contenidos autobiográficos Monte Odina (1981).

Luego se orientó hacia la novela histórica y el autobiografismo. Fuera de las ya mencionadas obras sobre la Guerra Civil, unas veces cultivó los temas americanos, como en Epitalamio del prieto Trinidad (1942) y otras la novela histórica, como en La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964), Bizancio (1958), sobre la expedición de los almogávares mercenarios de Roger de Flor al Imperio bizantino de Andrónico II Paleólogo en plena Edad Media,[9]Carolus Rex (1963), sobre el reinado de Carlos II de España, o El bandido adolescente (1965), sobre la historia del forajido Billy el Niño y su capturador, Pat Garrett. El Mechudo y la llorona (1977).

Otras de sus obras son: El verdugo afable (1952), En la vida de Ignacio Morell, por el que ganó el Premio Planeta en 1969 —y que no se considera entre sus mejores obras— y La tesis de Nancy (1969), novela humorística cuya comicidad deriva del contraste entre la mentalidad y costumbres estadounidenses y la mentalidad y costumbres castizas españolas, y que, dado su éxito, el autor decidió continuar con Nancy, doctora en gitanería (1974) y Nancy y el Bato loco (1974). También cultivó el relato corto, que reunió en las colecciones Mexicayotl (1940), La llave (1960), Novelas ejemplares de Cíbola (1961), Cabrerizas Altas (1966), Las gallinas de Cervantes y otras narraciones parabólicas (1967), El extraño señor Photynos y otras narraciones americanas (1968), Novelas del otro jueves (1969) y Relatos fronterizos (1970).



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